sábado, 24 de octubre de 2009

XXV aniversario

Ese montón de tipos rejuvenecidos por la nostalgia, aunque encanecidos por el tiempo, somos nosotros, los de la promoción Chaleco 84, veinticinco años después de habernos graduado. Esta tarde tuvo lugar un bonito acto conmemorativo que presidió el padre Héctor Cruz, uno de los nuestros. Hubo saludos, abrazos, reconocimientos, palabras emotivas y recuperación de los antiguos cantos de la misa. En lo particular, lo que más quiero destacar de todo este proceso de reencuentro es ese espíritu de unidad, camaradería y colaboración que en todos ha brotado de una u otra forma; todo ello por el simple pero fundamental hecho de haber compartido el tiempo y el espacio preciosos de nuestras juventudes en aquel nuestro querido colegio.




Posdata: en el espíritu jovial que nos caracteriza, no rehúso colocar esta foto de los cantores eclesiásticos, cuyas caras dicen más que las mil palabras que pudieron haber pronunciado


viernes, 23 de octubre de 2009

Una gran mala idea

Lo de la foto es un paquete de toallas con el diseño de la bandera nacional, puestas a la venta en un supermercado local. Supongo que con el entusiasmo patrio exacerbado por la bonita selección nacional de fútbol que tuvimos en la pasada eliminatoria, a alguien se le ocurrió esta brillante idea (nótese la ironía). Seguramente nadie se puso a pensar en que una toalla de ese tamaño, si es que realmente se va a usar como toalla (pues de otro modo habría mejor que comprar una bandera-bandera), producirá el resultado de estarse pasando cotidianamente la mismísima bandera nacional por el honorable trasero y otras partes pudendas aledañas, para no mencionar las patas chucas con hongos rebeldes. ¡Qué les pasa, señores textileros!

martes, 13 de octubre de 2009

Un clásico bien justificado

Como todo el argumento de "Limelight" o "Candilejas" (1952) es sobre artistas y sus respectivas artes (en ascenso, en descenso), el clima necesariamente acaba sublimándose hasta volverse poético y, en el buen sentido, muy poco parecido a la vida real. Pero, aunque llena de muchos lugares comunes típicos del Romanticismo, la obra acaba funcionando porque evoca el arquetipo del héroe que se sacrifica por su amada, aparte de los detalles de genialidad del protagonista, tanto para parecer un buen mal payaso como para ejecutar un magistral número de cine mudo en la culminación de su actuación. También abona a la sensación de agrado la belleza clásica de la bailarina y lo florido del lenguaje en los parlamentos. Al final, uno acaba tomándole cariño a los personajes, más allá de la "obligación" porque se trata de Chaplin y muy a pesar de la conciencia de que el guión... ¡fue confeccionado totalmente a la medida de su autor!

lunes, 12 de octubre de 2009

Abajo del último peldaño

Luego de caminar por uno de los predios en donde están parqueados o abandonados los vehículos retenidos por las autoridades, por diversas razones legales, más me convenzo de que el nivel de desarrollo de un país no se mide tanto por cuantos logros destacados alcancen algunos de sus habitantes, sino por el tratamiento que cada sociedad hace con sus desechos. Hay allí piezas metálicas que nunca nadie va a llegar a recoger, condenados al óxido y depreciación cotidianos hasta que, en algún siglo futuro terminen de morir. No habrá ni reinserción ni reciclaje: están ya y para siempre por debajo del último peldaño. Nadie hará ni separación de componentes ni cuadritos comprimidos para tirarlos en algún mar esperando con ello crear arrecifes de coral. Ni ahora ni nunca. ¡Oh, depresiva sensación!

sábado, 10 de octubre de 2009

La mejor época

Hay temas en los que uno a veces se pone a pensar sólo porque no puede ponerle pausa a la mente, atrapado en las gruesas paredes del ocio de una espera ineludible o del transporte cotidiano de aquí para allá. Uno de esas divagaciones probablemente estériles es aquella de “en qué época me hubiera gustado vivir”. Habiendo descartado de las opciones disponibles cualquier época futura, por el evidente desconocimiento de lo que será, digo yo que cualquier época pasada tendría bastantes más desventajas que la actual, por ejemplo en términos de vulnerabilidad ante enfermedades y elementos naturales, costumbres institucionalizadas lesivas para la dignidad humana, e incluso los simples hábitos higiénicos. Por eso, paso paso de cualquier época anterior y me quedo prefiriendo el hoy y el ahora.