Blog de Rafael Francisco Góchez.
El final de un cuento onomástico titula este espacio de conversación imaginaria. Las razones, si las hubiere, acaso se sospechen en su mismo desarrollo.
sábado, 25 de noviembre de 2006
Para arriba y para abajo
Haré de "viejo" señalando una buena costumbre perdida: el arte de dar bien las direcciones a cualquier persona que nos pregunte por la ubicación de este o aquel lugar.
La parte antigua y original de nuestras ciudades heredó el tradicional diseño ortogonal o de cuadrícula, en donde calles y avenidas son perpendiculares y están numeradas, a partir de su centro teórico (normalmente un parque), en nones hacia el norte y el oriente, y en pares hacia el sur y el occidente. Con esto y la numeración lógica de las casas, no hay lugar a pérdidas: “3ª calle poniente 4-12” o “intersección de 6ª calle oriente y 3ª avenida sur”.
El crecimiento urbano de las últimas décadas rompió esta armonía cartesiana y así aparecieron una multitud de colonias que, por diseño o imposibilidad práctica, no respetaron la tradición: calles y avenidas comenzaron a llevar nombres bonitos pero arbitrarios (¿Por qué la avenida “Las azaleas” de la colonia “La Floresta” está después y no antes de la avenida “Las margaritas”? ¿Cuál es el límite entre “Jardines de la sabana y Jardines de La Libertad”?).
Así, la gente tendió a orientarse por lugares conocidos como referencia, pareciéndonos mucho al sistema descriptivo de los hermanos nicaragüenses: una cuadra al norte de rotonda “El Güegüense”, media cuadra al lago, frente a Librería “Bolívar”.
Yo no tendría mayor objeción... ¡de no ser por la desesperante manía de sustituir los puntos cardinales por los benditos “arriba” y “abajo”!
Perdidos en cualquier colonia contemporánea, una amable tendera nos puede ubicar fácilmente el destino requerido: “en esta calle sigue derecho y, en la esquina, agarra para abajo tres cuadras y después sigue para arriba hasta la gasolinera... y allí es”.
Lo bonito es que estos “arriba” y “abajo” nunca corresponden regularmente a ningún punto cardinal, tampoco a la izquierda o la derecha, ni siquiera a un criterio físico de mayor o menor elevación, como en una calle descendente. En realidad... ¡dependen de cómo cada quien se imagine que está parado!
Así, lo de "seguir derecho" está clarísimo y hasta es mejor que el sugerente “dele recto”, pero ya en la mencionada esquina, nos hallamos en un dilema: ¿deberíamos cavar un agujero de trescientos metros, buscando el centro de la Tierra? Y después, ¿acaso tendríamos que ascender directo hasta la mencionada gasolinera celestial?