Cuando en la
Librería UCA de Plaza Soho Las Cascadas vi en la estantería el libro ¿Quién es Nayib Bukele?,
escrito por Geovani Galeas, brotaron en mi mente argumentos encontrados.
Por una parte, me
llamó la atención conocer algo más de un político tan omnipresente como es
Nayib, admirado por una amplia mayoría y odiado por una feroz minoría; sin
embargo, también tenía en mi recuerdo la decepción con un libro anterior de G. Galeas sobre el extinto mayor D’aubuisson, que en su momento comenté.
Mi debate interno
fue resuelto a favor de darle al autor una tercera oportunidad (contando
la fallida puesta en escena sobre Mágico González, siento decirlo), resolución en la cual la giftcard
que obraba en mi poder jugó un papel importante en la adquisición.
Leído que el
libro en cuatro sesiones, lamento que una vez más el autor haya quedado a deber.
Me explico: si
alguien me presenta un libro bajo el título “quién es fulano de tal”, yo espero
hallar allí rasgos de la persona real detrás de la figura política o mediática,
sabiendo que la imagen que cada uno de nosotros presentamos en nuestros roles
cotidianos es un apenas un carácter o ethos que sirve al propósito del trabajo,
rol o función social en que nos desenvolvemos.
Para ponerlo en
términos sencillos y usando la acuñada frase popular, la expectativa en estos
casos es visualizar de alguna manera a el hombre detrás del mito. Pero la
realidad de los capítulos en blanco y cyan, tan numerosos como breves, es otra.
En muchos más
momentos de los deseados, las páginas están llenas de referencias o extensas
citas de discursos, entrevistas, declaraciones y tuits que Nayib dio en sus
periodos como alcalde de Nuevo Cuscatlán y San Salvador, así como su
convocatoria a la fundación y puesta en marcha del partido político Nuevas
Ideas; es decir, nada que no hayamos visto, leído o escuchado si estamos medianamente
conectados con la escena política nacional.
Otras veces, son
paráfrasis o transcripciones de artículos de opinión o intervenciones públicas que
el mismo G. Galeas y otros analistas publicaron en esos años. Si acaso, hay un
par de referencias a pláticas del autor con el personaje motivo del libro, que podrían
ser reveladoras de haberse trabajado mejor.
Si bien es cierto
que leyendo el libro se puede tener una idea de la trayectoria política de
Nayib entre 2011 y 2018, a mí me hubiera gustado conocer cómo él vivió, en
cuanto ser humano, su proceso de decepción y separación con el FMLN, más allá
de las declaraciones mediáticas. Otros elementos de interés podrían ser qué
imagen tiene él tenía de sí mismo en ese periodo, cómo era su día a día, cuáles
eran sus más serios momentos de duda y cómo los resolvió, cómo afrontaba en realidad las críticas y ataques… en fin: asomarse a la
complejidad de la persona más que la simplicidad del personaje.
En ese sentido y en resumen: dándoles el justo valor en la realidad comunicacional contemporánea, me dicen mucho más de
Nayib las conversaciones que en su momento tuvo con Residente y Luisito
Comunica, que lo leído en este libro.
Finalmente, si he
de citar un fragmento relevante a favor del autor, me quedaría con la tremenda descripción que el
propio G. Galeas hace de San Salvador antes de que Nayib ganara la alcaldía:
Era muy difícil
pensar que existiera un lugar más desordenado, sucio, maloliente, sumido en
oscuranas y más peligroso que ese centro histórico. Ahí, los mercados se habían
convertido en verdaderos muladares, a punto de colapsar en todos los sentidos;
sus calles intransitables, en hostiles mercados a la intemperie, disputadas
metro a metro por unos 30,000 vendedores ambulantes o hacinados en un champerío
de latas, plásticos, madera y cartones; sus plazas y parques, rodeados de
sórdias cantinas y miserables pensiones para el comercio sexual y el refugio de
maleantes, en basureros y prostíbulos a cielo abierto.
El contraste de
este cuadro memorable con los avances, estancamientos o retrocesos que se vayan
teniendo en las subsiguientes administraciones municipales ya es trabajo de cada ciudadano/a de la capital.