lunes, 20 de noviembre de 2023

Aquellas cátedras

Publicado en Diario El Salvador

Pertenezco a la generación de estudiantes universitarios que tuvo la fortuna de asistir a las cátedras de realidad nacional que, a mediados de los ochenta, daba el sacerdote jesuita y filósofo Ignacio Ellacuría en el auditorio de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”.

Tales ejercicios analíticos se producían en medio de una prolongada guerra civil, financiada por las potencias protagonistas de la Guerra Fría pero peleada por los ejércitos locales: la Fuerza Armada gubernamental y la guerrilla del FMLN; cada bando con su respectivo aparato de información y propaganda (el Coprefa y la Radio Venceremos, los más emblemáticos).

En medio de una aguda polarización ideológica, aquellas cátedras tenían características únicas que las convertían en auténticos destellos iluminadores, en medio de la situación social y política progresivamente caótica y absurda de una guerra que, si bien pudo tener alguna justificación reivindicativa en sus orígenes, para entonces ya había perdido sentido.

El discurso social y político de Ellacuría no era perfecto (nada humano lo es y podría mencionar un par de deslices notables), sin embargo tenía tres ideales superiores, de búsqueda constante en su elaboración, que aun sabiéndolos imposibles de alcanzar en su totalidad, eran de presencia evidente en la raíz de su elaboración.

Lo primero era la búsqueda de la objetividad, con todo y los problemas filosóficos y dificultades ideológicas que esto plantea. Ellacuría se afanaba en fundamentar sus opiniones con datos ciertos; obtenidos, analizados e interpretados cuidadosamente. Claro que tenía sus simpatías y antipatías por causas y personajes de la época, pero jamás lo escuché emitir opinión pública a partir de la bilis o la simple animadversión. En sus alocuciones, nunca cedió a la fácil subjetividad, pese a que no le faltaron provocaciones.

Lo segundo era un claro afán de imparcialidad, evitando casarse con cualquiera de los bandos en conflicto: ni con la derecha, por contradicciones obvias, pero tampoco con la izquierda y su peligrosa propensión a instrumentalizar discursos y figuras. Él tuvo la valentía de confrontar y señalar el daño que hacían unos y otros, desde una ética cristiana comprometida hasta las últimas consecuencias.

En este punto, cabe traer a cuenta un concepto suyo muy relacionado con los dos ideales antes mencionados: la afirmación de que la universidad debe aportar elementos para entender la realidad y para transformarla, pero haciéndolo “universitariamente”; esto en referencia a mantener prudente distancia y no confundirse con las facciones políticas y, en cambio, esmerarse en ser rigurosa con el método de sus investigaciones y aportes.

Finalmente, el tercer elemento presente en sus análisis era la sintonía con el sentir de la población. Como hombre religioso, una de sus constantes búsquedas era la palabra y la voluntad de Dios, las cuales -según su convicción- no necesariamente estaban en las jerarquías y esquemas tradicionales, sino que muchas veces se manifestaban en la voz de los humildes.

Siendo Ellacuría una eminencia académica, jamás despreció el sentir y pensar de las personas sencillas o con menor nivel educativo; por el contrario, insistía en la importancia de “que el pueblo haga oír su voz” y ponía como prioridad el interés mayoritario de la gente en sus propuestas.

Más de treinta años han pasado desde que esas magníficas cátedras dejaron de existir. Al recordarlas hoy, en perspectiva histórica, es posible dimensionar mejor su real valor, no solo en su iluminadora presencia en aquella época, sino en su sentida y cada vez más notoria ausencia en las décadas posteriores.

Pero como el lamento es solo nostalgia, más vale centrarse en el reto actual, que es mantener vigentes en todo análisis de la realidad nacional los ideales que inspiraron a aquel notable intelectual: la búsqueda de objetividad, el afán de imparcialidad y, ante todo, las aspiraciones populares como eje orientador.

"Garbage time" y lo que resta de campaña


Publicado en La Noticia SV

“Garbage time” es un término despectivo utilizado en ciertos deportes profesionales en los Estados Unidos, como el baloncesto de la NBA o el fútbol americano de la NFL, que describe aquel tramo del juego hacia el final del partido (típicamente el 4º periodo) cuando la diferencia en el marcador es tan amplia que prácticamente no existen posibilidades de remontar para el equipo que va perdiendo, razón por la cual el resultado final se considera ya decidido (por ejemplo, un score de 120 a 90 en basquetbol, donde nadie cree ni espera quitarse 30 puntos de diferencia a falta de 5 minutos para terminar).

Cuando llega ese momento, el público en la arena —o la audiencia en televisión y redes— pierde el interés, se retira del recinto o cambia de canal. Por su parte, Los entrenadores de ambos equipos sacan de la cancha a sus jugadores titulares y dan ingreso hasta a los suplentes de los suplentes, por lo que la calidad del juego baja notablemente. Casi nadie quiere ver “garbage time” y de ahí viene el sentido de “desperdicio” en su significado.

El concepto antes explicado bien podría aplicarse, por analogía, a la presente campaña electoral presidencial. A 11 semanas de los comicios del 4 de febrero de 2024, la más reciente encuesta sobre intención de voto, publicada por la firma CID Gallup, da un 79 % de preferencia de la población para la candidatura de Nayib Bukele, bajo la bandera de Nuevas Ideas, quedando en un lejanísimo segundo lugar Joel Sánchez, de Arena, con un 3 % (esto significa 76 puntos porcentuales de diferencia, una proporción descomunal de 26 a 1, que es aún mayor cuando se hace el ajuste al voto válido). Esta medición es consistente con todas las que se han hecho este año, incluyendo las de instituciones claramente opositoras al gobierno; de ahí que, salvo un desastre político de dimensiones apocalípticas, puede decirse que la elección ya está decidida y, hablando en sentido figurado, el tiempo que le queda a la oposición, de aquí a febrero en lo que a la contienda presidencial se refiere, es “garbage time” electoral.

Ahora bien, ¿qué implicaciones y consecuencias tiene esto? Vamos por partes.

Un primer aspecto a tener en cuenta es que, justo antes de aceptar su derrota y el inicio del “garbage time”, el equipo que va por debajo puede intentar una ofensiva final para tomar en carrera extrema el último vagón y no perder definitivamente el tren, para ver si logra engancharse en el partido y tener la sensación de alguna esperanza. Cabe entonces preguntarse a qué se puede aferrar y qué puede hacer la oposición en el presente contexto, como para intentar levantar cabeza.

En el caso de Nuestro Tiempo, este partido —junto con sus activistas en periódicos, ONG y “think tanks”— podría intensificar al máximo la teoría conspirativa del pacto secreto entre este gobierno y las pandillas al inicio de la gestión en 2019, esgrimiendo la reciente captura de un importante cabecilla de tales grupos en tierras mexicanas como supuesta prueba definitiva y, de esa manera, desgastar la imagen de Bukele hasta donde sea posible. El problema de esta baza es que dicha narrativa no es nueva, tiene graves inconsistencias lógicas y no ha sido comprada por la población en general. A lo anterior se suma la incapacidad del candidato Luis Parada para capitalizar el descontento de ese sector de la población opositora al oficialismo, dadas las serias limitaciones de sus cualidades políticas y comunicativas. Otro detalle no menor es que Arena y el FMLN jamás podrían beneficiarse de esta movida, dados sus comprobados acuerdos y negociaciones con dichas estructuras criminales cuando estuvieron en el poder.

La otra posibilidad de la oposición, si no les resultase lo anterior, sería retirarse de la carrera presidencial, sacando a sus cartas fuertes de la competencia pero no para poner a sus suplentes y resignarse a jugar el “garbage time”, sino a través de un recurso teatral como fingir lesiones o darse por ofendidos y quedarse sin jugadores, justo para evitar ese penoso escenario. Este gesto sería teatral pero decoroso, de manera que parezca algo digno ante sus propios seguidores. Para tal fin, Nuestro Tiempo y Arena ya tienen avanzado el terreno, a base de repetir hasta la saciedad el argumento de la inconstitucionalidad de la candidatura de Bukele, presentando escritos hasta agotar los recursos legales ante todas las instancias nacionales, para finalmente retirarse de la contienda y pretender así deslegitimar el resultado. En el caso del FMLN, su retiro no sería a causa de la alegada inconstitucionalidad, sino por el reclamo no atendido de la deuda política (dinero en efectivo) de las pasadas elecciones. En cualquier caso, estos partidos sí se mantendrían en competencia en la elección legislativa, con la meta y urgencia de lograr al menos 50,000 votos o una diputación para no ser cancelados.

Queda por ver, en las próximas semanas, si las hipótesis aquí planteadas se cumplen, o si aparecen en el escenario político nuevos elementos que le añadan color e interés a la campaña. De momento, el mayor enemigo que tiene Nuevas Ideas es dormirse en el “garbage time”, es decir, que sus votantes se atengan a las encuestas y se ausenten de las urnas por comodidad, olvidándose de que su meta en la elección legislativa del mismo día es obtener por lo menos 45 diputados de los 60 en juego, para mantener así la gobernabilidad que el proyecto Bukele requiere.


martes, 7 de noviembre de 2023

Contra la mentalidad de escasez cultural

Publicado en ContraPunto.

Los conceptos de “mentalidad de escasez” y “mentalidad de abundancia” se han propagado mucho en tiempos recientes, no solo en el ámbito de la psicología aplicada a los negocios y la autoayuda, sino en todos los ámbitos para describir la actitud personal en cualquier área de la vida. En general, esta dicotomía afirma que una persona con mentalidad de escasez se centra en las limitaciones y dificultades en cuanto obstáculos para lograr un objetivo, privilegiando así el negativismo, mientras que alguien con mentalidad de abundancia ve las oportunidades y posibilidades de crecer, incluso en medio de las dificultades.

Evidentemente, la sola actitud o perspectiva subjetiva por sí misma no es suficiente para cambiar los resultados de la tarea que se emprenda, especialmente si no tienen en cuenta las condiciones del contexto. Así, sería ingenuo creer que con el solo optimismo vendrá la prosperidad, pero también es innegable que la actitud personal ejerce una importante influencia en el ánimo y el desempeño individual al momento de plantear y desarrollar un proyecto, tanto así que una persona difícilmente saldrá adelante si su mente está inundada de pensamientos que llaman al fracaso.

Todo lo anterior es pertinente para analizar una publicación reciente en la red social X, antes Twitter, referida a la nueva Biblioteca Nacional. Dicho post cuenta, al momento de la redacción de este artículo, con más de 162,000 impresiones, 929 likes, 272 republicaciones directas y más de mil comentarios (la mayoría negativos, cabe aclarar). La transcribo íntegramente, incluyendo los errores ortográficos:

Todos alegres por la biblioteca y a nadie le gusta leer y mucho menos estudiar hoy todo está en Internet copias, pegas y imprimís. El populismo los tiene segados.

Este es un inmejorable ejemplo de esa pobre “mentalidad de escasez” mencionada en los párrafos introductorios anteriores. Es sorprendente cómo, en menos de treinta palabras, el autor del citado post (cuyo nombre no es relevante) deja ver su terrible ignorancia y falta de perspectiva en este tema, en primer lugar porque las bibliotecas modernas hace ya mucho tiempo dejaron de ser meros depósitos de libros, para convertirse en amplios centros de apoyo al conocimiento. Bibliotecas como esta —así como las de las principales universidades del país— cuentan actualmente no solo con los recursos físicos usuales, libros impresos tradicionales, sino también con amplia gama de herramientas digitales para la investigación, así como otras áreas de recreación y esparcimiento cultural enfocadas a usuarios de distintas edades.

En todo caso, querer anular la importancia de una biblioteca con la afirmación festinada (y falacia ad populum) de que “a nadie le gusta leer” es olvidar que esta puede servir, precisamente, para promover y fomentar hábitos de lectura y desarrollo del pensamiento. Esa es la diferencia entre la mentalidad de escasez y la de abundancia: la primera se ciega (con “c”) a las posibilidades, segando (con “s”) las oportunidades, mientras que la segunda abre un abanico de potencialidades para provecho de la sociedad. Por poner un ejemplo muy simple, consideremos que hay cientos de centros escolares que no tienen biblioteca propia y quedan a menos de una hora de camino del Centro Histórico: estos pueden llevar allí a sus estudiantes con fines de promoción cultural (como, de hecho, ya se hacía en el antiguo edificio).

Un último aspecto a mencionar es que quien así se exhibió cree, ingenua y equivocadamente, que todos los libros están en internet en modalidad de libre acceso y, en consecuencia, que una biblioteca está de más. Esto no es así: no todo está en la web de gratis y esta carencia digital es especialmente sensible en cuanto a literatura centroamericana y salvadoreña. El libre acceso a libros es un bien intrínseco que sólo puede rechazarse desde la más profunda miseria cultural.

Ciertamente, es lamentable que este tipo de gente, en su escasa visión cultural y en su profunda obsesión antigubernamental, tire dardos contra una obra de claro potencial formativo para todas las generaciones. Aquí no se trata de defender esta biblioteca porque sea de este gobierno, sino de rechazar y superar esquemas de pensamiento mezquinos que nos anclan en el subdesarrollo.