Publicado en ContraPunto
Hace algunos meses, un joven profesional me comentaba acerca de sus planes para formar familia, con simultánea ilusión y desazón, este último sentimiento provocado por la enorme dificultad de adquirir una casa propia acorde a sus expectativas y a precio razonable. En pláticas informales con diversas personas al hablar del tema, la conclusión ha sido siempre generalizada: los precios de las viviendas están elevadísimos y las cuotas son inaccesibles, incluso para aquellos afortunados que califiquen como sujetos de crédito. El corolario apareció en un tuit reciente de un periódico digital: “Sector inmobiliario enloquece y elevan las viviendas a precios irreales”, mencionando casos concretos en colonias populosas y populares.
El término “burbuja inmobiliaria” se utiliza, desde hace un par de décadas, para describir el incremento sensible de los precios de bienes inmuebles, percibido por los posibles compradores como excesivo o injustificado, muchas veces puramente especulativo. En este tema, como en casi todo, opera la simple y primitiva ley de la oferta y la demanda: si hay suficientes personas con el dinero y la voluntad de comprar a semejantes precios (a lo sumo, con un moderado regateo), la oferta se adecúa a esa demanda y los precios se mantienen altos. Si, por el contrario, los montos solicitados por las viviendas no encuentran suficientes clientes con los recursos monetarios para pagarlos, la oferta supera a la demanda y necesariamente los precios bajan.
De acuerdo a lo anterior, la pregunta clave en esto es, entonces, la siguiente: ¿de dónde sale tanta gente comprando viviendas a esos precios?
Una de las hipótesis más mencionada es que hay una significativa cantidad de salvadoreños que trabajan y residen en el exterior, especialmente en Estados Unidos y Canadá, interesados en regresar al país a corto o mediano plazo, en muchos casos con miras a vivir aquí su retiro laboral. Esto se explicaría principalmente por dos factores: el primero, el peso de la raíz sociocultural (clima tropical incluido); el segundo, la notable mejora de la seguridad ciudadana en el país que los vio nacer. Dicho en otras palabras: el anhelo de muchos compatriotas por volver a su tierra en condiciones favorables parece ser ahora mucho más factible. El término acuñado desde la esfera gubernamental para describir este fenómeno es “migración inversa”.
Para indagar más sobre esta hipótesis, consulté con una persona experimentada que trabaja en el rubro de bienes raíces, quien maneja inmuebles de amplio rango de precios: desde viviendas moderadamente sencillas hasta casas y apartamentos que podrían considerarse relativamente lujosos. Me dijo que, efectivamente, la clientela formada por salvadoreños en el exterior es un factor que ha influido en la creación de esta burbuja, por cuanto el valor de cambio del dólar en El Salvador no es el mismo que en Estados Unidos, pues cien mil dólares representa un valor muchísimo más elevado aquí que allá (digamos diez años de salario contra dos, para alguien con un empleo donde gane moderadamente bien).
Sin embargo, la agente de bienes raíces consultada me aclaró que no es tan cierta la queja local frecuente de que los hermanos lejanos compran al precio que sea; sino que ellos generalmente investigan, comparan, buscan referencias y toman decisiones informadas, para no dejarse sorprender por intermediarios informales que quieran domárselos. Otro elemento que mencionó es que, al parecer, la efervescencia inmobiliaria de la primera mitad del año está tendiendo a aminorar, no en cuanto a que bajen los precios alcanzados sino que ya no están aumentando al mismo ritmo que lo hicieron hace algunos meses.
Así explicado el fenómeno, queda la interrogante de cuáles van a ser las opciones de vivienda accesible para aquellas personas que, como el joven profesional mencionado al inicio del artículo, quieren pero no pueden independizarse e iniciar su propio núcleo familiar. Los especialistas en el tema, tanto del sector público como del privado, son los llamados a hacer propuestas viables y además sostenibles en el tiempo y en el espacio.
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