Publicado en La Noticia SV
“Garbage time” es un término despectivo utilizado en ciertos deportes profesionales en los Estados Unidos, como el baloncesto de la NBA o el fútbol americano de la NFL, que describe aquel tramo del juego hacia el final del partido (típicamente el 4º periodo) cuando la diferencia en el marcador es tan amplia que prácticamente no existen posibilidades de remontar para el equipo que va perdiendo, razón por la cual el resultado final se considera ya decidido (por ejemplo, un score de 120 a 90 en basquetbol, donde nadie cree ni espera quitarse 30 puntos de diferencia a falta de 5 minutos para terminar).
Cuando llega ese momento, el público en la arena —o la audiencia en televisión y redes— pierde el interés, se retira del recinto o cambia de canal. Por su parte, Los entrenadores de ambos equipos sacan de la cancha a sus jugadores titulares y dan ingreso hasta a los suplentes de los suplentes, por lo que la calidad del juego baja notablemente. Casi nadie quiere ver “garbage time” y de ahí viene el sentido de “desperdicio” en su significado.
El concepto antes explicado bien podría aplicarse, por analogía, a la presente campaña electoral presidencial. A 11 semanas de los comicios del 4 de febrero de 2024, la más reciente encuesta sobre intención de voto, publicada por la firma CID Gallup, da un 79 % de preferencia de la población para la candidatura de Nayib Bukele, bajo la bandera de Nuevas Ideas, quedando en un lejanísimo segundo lugar Joel Sánchez, de Arena, con un 3 % (esto significa 76 puntos porcentuales de diferencia, una proporción descomunal de 26 a 1, que es aún mayor cuando se hace el ajuste al voto válido). Esta medición es consistente con todas las que se han hecho este año, incluyendo las de instituciones claramente opositoras al gobierno; de ahí que, salvo un desastre político de dimensiones apocalípticas, puede decirse que la elección ya está decidida y, hablando en sentido figurado, el tiempo que le queda a la oposición, de aquí a febrero en lo que a la contienda presidencial se refiere, es “garbage time” electoral.
Ahora bien, ¿qué implicaciones y consecuencias tiene esto? Vamos por partes.
Un primer aspecto a tener en cuenta es que, justo antes de aceptar su derrota y el inicio del “garbage time”, el equipo que va por debajo puede intentar una ofensiva final para tomar en carrera extrema el último vagón y no perder definitivamente el tren, para ver si logra engancharse en el partido y tener la sensación de alguna esperanza. Cabe entonces preguntarse a qué se puede aferrar y qué puede hacer la oposición en el presente contexto, como para intentar levantar cabeza.
En el caso de Nuestro Tiempo, este partido —junto con sus activistas en periódicos, ONG y “think tanks”— podría intensificar al máximo la teoría conspirativa del pacto secreto entre este gobierno y las pandillas al inicio de la gestión en 2019, esgrimiendo la reciente captura de un importante cabecilla de tales grupos en tierras mexicanas como supuesta prueba definitiva y, de esa manera, desgastar la imagen de Bukele hasta donde sea posible. El problema de esta baza es que dicha narrativa no es nueva, tiene graves inconsistencias lógicas y no ha sido comprada por la población en general. A lo anterior se suma la incapacidad del candidato Luis Parada para capitalizar el descontento de ese sector de la población opositora al oficialismo, dadas las serias limitaciones de sus cualidades políticas y comunicativas. Otro detalle no menor es que Arena y el FMLN jamás podrían beneficiarse de esta movida, dados sus comprobados acuerdos y negociaciones con dichas estructuras criminales cuando estuvieron en el poder.
La otra posibilidad de la oposición, si no les resultase lo anterior, sería retirarse de la carrera presidencial, sacando a sus cartas fuertes de la competencia pero no para poner a sus suplentes y resignarse a jugar el “garbage time”, sino a través de un recurso teatral como fingir lesiones o darse por ofendidos y quedarse sin jugadores, justo para evitar ese penoso escenario. Este gesto sería teatral pero decoroso, de manera que parezca algo digno ante sus propios seguidores. Para tal fin, Nuestro Tiempo y Arena ya tienen avanzado el terreno, a base de repetir hasta la saciedad el argumento de la inconstitucionalidad de la candidatura de Bukele, presentando escritos hasta agotar los recursos legales ante todas las instancias nacionales, para finalmente retirarse de la contienda y pretender así deslegitimar el resultado. En el caso del FMLN, su retiro no sería a causa de la alegada inconstitucionalidad, sino por el reclamo no atendido de la deuda política (dinero en efectivo) de las pasadas elecciones. En cualquier caso, estos partidos sí se mantendrían en competencia en la elección legislativa, con la meta y urgencia de lograr al menos 50,000 votos o una diputación para no ser cancelados.
Queda por ver, en las próximas semanas, si las hipótesis aquí planteadas se cumplen, o si aparecen en el escenario político nuevos elementos que le añadan color e interés a la campaña. De momento, el mayor enemigo que tiene Nuevas Ideas es dormirse en el “garbage time”, es decir, que sus votantes se atengan a las encuestas y se ausenten de las urnas por comodidad, olvidándose de que su meta en la elección legislativa del mismo día es obtener por lo menos 45 diputados de los 60 en juego, para mantener así la gobernabilidad que el proyecto Bukele requiere.
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