Casi nadie defendería abiertamente a un hombre que durante ocho años violó a una niña. Sin embargo, cuando este individuo es además sacerdote católico, en lugar de que esa condición sea agravante del delito, al parecer de algunos/as feligreses resulta ser un atenuante... y se ponen indulgentes.
A continuación, verán unas cuantas maneras de defender pederastas, expresadas reiteradamente por fieles devotos, supongo que de buena fe o sin darse cuenta de la magnitud de la infamia que están apoyando de manera inconsciente.
No incluyo los descaros de decir que son calumnias, que yo lo conozco y él sería incapaz de hacer una cosa así, ni mucho menos las consabidas culpas a la víctima y su familia por no fijarse o no decirlo a tiempo. No. La gracia de las aquí enumeradas es que tienen trampa y la gente cae fácilmente.
1. No juzgar
Una de las citas bíblicas más convenientemente usadas en este caso es Mateo 7, 1-5 (con su respectiva equivalencia en Lucas 6, 37), que básicamente llama a no juzgar a los demás.
Si atendemos a una torpe lectura del texto, esto equivaldría a no tener leyes ni penas, es decir, el reino de la impunidad terrenal absoluta, puesto que como “solo Dios puede juzgar”, sería antibíblico cualquier sistema judicial, sea laico o eclesiástico.
Esta sentencia interpretada literalmente es insostenible y un insulto a la dignidad humana.
Joven profesional asesina y descuartiza a un individuo.
No juzguemos.
Militares masacran a más de 800 civiles desarmados en El Mozote.
No juzguemos.
Hombre prende fuego a su compañera de vida por celos.
No juzguemos.
¿Es ese realmente el sentido de la doctrina católica? La práctica y cualquier sentido común apuntan a que no.
Hay extensas interpretaciones para intentar establecer por dónde va esta frase, no todas coherentes y muchas veces contradictorias, pero por lo visto hay una que los así llamados creyentes desconocen o prefieren no atender, y ciertamente la jerarquía eclesiástica ha olvidado hacer notar: que discernir entre el bien y el mal, denunciar y condenar un crimen, son deberes esenciales de todo católico.
2. Quien esté libre de pecado…
Del episodio de la mujer adúltera (Juan 8, 1-11), piadosos defensores del pederasta extraen la sentencia “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.
Según esta mezquina interpretación, como todos somos humanos e imperfectos, algún pecado tendremos y, por lo tanto no debemos decir nada ante un delito de esta magnitud.
Una vez más, queda en evidencia la pobreza de la lectura comprensiva y, ni qué decirlo, de la casi nula orientación al respecto de quienes están a cargo de enseñar la doctrina.
El valor moral del episodio en cuestión está, principalmente, en denunciar la injusticia, por cuanto las leyes de entonces condenaban a muerte a la mujer adúltera pero no establecían pena alguna para el hombre adúltero; y en segundo término, en criticar la hipocresía de esos hombres que también habían cometido adulterio y no obstante se ensañaban con esa mujer en particular.
Por supuesto, quienes así gustan de citar la Biblia se cuidan mucho de no incluir a Mateo 18, 6 en sus piadosas defensas de un caso de pederastia:
El que hiciera caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le amarraran al cuello una gran piedra de moler y que lo hundieran en lo más profundo del mar.
3. Los enemigos de la Iglesia
Hay un buen ramillete de citas bíblicas dedicadas a los enemigos de la Iglesia, que más allá de las persecuciones de tiempos antiguos, históricamente les fueron aplicadas -desde su poder terrenal- a quienes denunciaron errores, incoherencias, abusos y crímenes de la propia Iglesia.
Cuando hace tres décadas comenzaron en muchos países las denuncias de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, la primera reacción fue precisamente negar y contraatacar con el estribillo de “los enemigos de la Iglesia” y la “campaña de desprestigio”.
Luego, cuando ya las evidencias eran tumultuosas, la jerarquía no tuvo más que aceptar los hechos, pedir perdón y establecer políticas claras para prevenir más casos y atender las denuncias.
En El Salvador, siendo este el primer caso de gran relevancia (aunque técnicamente no el primero), el Arzobispado reaccionó correctamente, según a la política eclesiástica actual, aunque sólo después de la presión ejercida por la Secretaria de Inclusión Social; sin embargo, parece que la cúpula no ha sabido bajar el mensaje o hay mandos medios que todavía siguen con la paranoia de que hay mala intención detrás de la denuncia.
Tampoco está claro si quienes así reaccionan ven en un sacerdote pederasta a un amigo de la Iglesia que, además, tiene buenas intenciones.
Anexo para nada extemporáneo: en esta línea, no habíamos considerado el ángulo político, pero este sujeto hace un brillante aporte a esa trinchera.
4. En vez de criticar, oremos por los sacerdotes.
No voy a discutir la oración en sí, pues esto pertenece al ámbito de las creencias personales.
Si así le nace, usted puede orar por cualquier persona en cualquier momento.
Y si es por que haya más y mejores sacerdotes, con real vocación para hacer y propiciar el bien, hasta podría contar con mi apoyo.
Pero no creo que sea esa la intención estratégica de esas estampas que hoy piden orar por los sacerdotes ya que “detrás de ellos está el Demonio que quiere hacerlos tropezar y caer en la tentación”.
En el contexto de opinión en que esto se publica, el significado es otro. Lamento si ofendo su sensibilidad o creencias con la siguiente afirmación, pero en realidad esto es pedir oración por un pederasta en particular.
Aplique la sana crítica y vea que dichas peticiones, sin dolo en cualquier otra situación, no aparecen en un momento casual, sino precisamente en medio de la indignación por el caso descubierto, y tienen una función bastante clara: defender al agresor por la vía de la lástima, haciéndolo ver como un pobre hombre indefenso, de quien el Diablo se posesionó en un momento de debilidad. Tal es, ni más ni menos, la versión seudoespiritual de un violador que durante ocho años abusó continuamente de una niña.
Por supuesto, en esos clamores no tienen en cuenta a las víctimas.
No sé ni quiero saber si quienes promueven estas cadenas de oración se han imaginado a sus propias hijas sufriendo tales vejámenes.
5. ¿Pederastia? ¡Sí, qué mal! Cambiemos de tema.
El Diario de Hoy invisibilizó el caso cuando la Secretaria de Inclusión Social lo denunció y, tras la conferencia de prensa del Arzobispado, no tuvo más remedio que publicar la noticia. En su primera plana le dio un espacio aproximado de 15 cm². Trate de encontrarlo en la siguiente imagen.
El noticiero matutino de TCS, del día posterior a la mencionada conferencia, comenzó con diez minutos de una noticia política y, a continuación, concedió un minuto exacto para este tema.
En la cuenta de Twitter y blog de uno de sus comunicadores emblemáticos de esa misma estación televisiva -quien se declara católico, apostólico y romano- no hay una sola palabra del tema, pese a que publica y actualiza varias veces al día y no deja área nacional o del mundo sin comentar.
Una persona que conozco me dijo: “sí, sí, está mal y que lo suspendan, pero ¿no cree usted que hay algo detrás de la denuncia?”
El dicho “no hay que hacer leña del árbol caído” parece haber revivido en la cultura popular, en su mejor versión.
En fin, son maneras de decir las cosas quedito, que no haga mucha bulla, al fin y al cabo la Iglesia ya se pronunció y el delito ya prescribió y ya aburren con esto, por qué no dicen nada de aquello otro.
Y, por supuesto, no podía faltar la carta de Paolo Lüers, desviando la atención hacia otro tema, pues para él lo importante es desacreditar a la Dra. Vanda Pignato (quien dio voz pública a la denuncia), no olvidemos que ella le cae mal.
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