domingo, 21 de mayo de 2023

Estadio Cuscatlán: receta para el desastre


* Descripción de los hechos basada en videos y testimonios publicados en medios informativos y redes sociales.
La noche del sábado 20 de mayo será recordada tristemente en la historia del fútbol. A pocos minutos de iniciado el partido de vuelta de cuartos de final del torneo local, entre los populares equipos Alianza FC y FAS, se produjo una estampida humana que dejó 12 muertos y más de 90 lesionados. No es la primera vez que ocurren desgracias en los estadios del país, pero nunca había habido una de esta magnitud.

Quienes alguna vez hemos asistido a un escenario deportivo y hemos visto las condiciones de infraestructura y logística en que se desarrollan estos eventos, los comportamientos típicos de la masa de aficionados y la casi absoluta ineptitud de la dirigencia del fútbol salvadoreño en el tema de seguridad, entendemos que la tragedia del Cuscatlán era solo cuestión de tiempo.

La cronología del desastre es tan simple como dolorosa y, de acuerdo a la información disponible y testimonios vistos en redes sociales, es así:

· Primero: el cupo del sector de sol general se llena antes de que puedan ingresar todas las personas que tienen entradas compradas. Esto solo se explica porque sobreventa o por falsificación de boletos. De lo primero aún no hay constancia, pues las investigaciones de la Policía Nacional Civil y la Fiscalía General de la República están en curso; pero de lo segundo sí hay evidencia, por denuncias que hicieron en redes sociales algunos aficionados.

· Segundo: como consecuencia de lo anterior, se detiene el flujo de aficionados por el único acceso habilitado, estos no pueden avanzar al interior del recinto porque ya está lleno. Ante tal situación, alguien (¿Directivo del Alianza FC, de la Liga Mayor de Fútbol, de la administración del estadio o el oficial a cargo?) da la orden de cerrar el portón y no dejar entrar más gente. En la descripción de este hecho coinciden varios sobrevivientes.

Cerrar el portón: esta es la decisión crítica.

Por una parte, es una decision lógica en teoría y quizá apegada a cierto protocolo de seguridad, para no sobrepasar el cupo del estadio en ese sector; pero por otra, decisión trágica por no considerar dos características físicas del lugar: primero, que el portón no es una reja por donde pueda circular el aire, sino una gruesa lámina metálica completamente cerrada; segundo, que ese acceso es un túnel donde hay una multitud completamente apiñada.

Como consecuencia del cierre del portón, quienes quedan al fondo comienzan a tener problemas para respirar, con la consiguiente sensación de asfixia.

· Tercero: la multitud desesperada, atascada en el túnel y ya en pánico, intenta forzar el portón para salir y poder respirar; por otra parte, algunos de los fanáticos que están afuera, desesperados por entrar (pues el partido ya comenzó), se unen a la tarea de derribo. En ese momento, ni unos ni otros tienen consciencia de qué va a pasar cuando el portón metálico caiga por la fuerza.

· Cuarto: el portón cede de mala manera y se produce la estampida desde adentro del estadio hacia afuera. La multitud descontrolada provoca la docena de muertes por asfixia y aplastamiento, más casi un centenar de heridos.

Aparte del dolor y luto provocado por la combinación de acciones y omisiones de los responsables del evento, y a falta de que se deduzcan las responsabilidades penales para todos los involucrados (directivos, encargados de logística, falsificadores, revendedores, oficial a cargo, etc.), una tragedia así debería marcar un antes y un después en cuanto a infraestructura y organización deportiva.

Lamentablemente, las personas que suelen estar al frente del fútbol nacional nunca han tenido ni el interés ni la consciencia, ni la voluntad ni las agallas, para hacer cumplir un reglamento estricto, en el cual la seguridad de los aficionados/as esté en primer lugar. Siendo así, si ellos no lo pueden o no lo quieren hacer, tendrá que ser el gobierno quien intervenga para poner orden. Si la FIFA nos sanciona, pues que así sea: arreglamos esto y volvemos en dos años. Lo que no se puede es seguir atentando, por estupidez e ignorancia, contra la vida de los aficionados.

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