domingo, 14 de mayo de 2023

Qué tan tontos/as somos

Hace unos días, una opinadora política y catedrática universitaria expresó lo siguiente:

“El pueblo salvadoreño es bastante desinformado y fácil de manipular, el país se encuentra entre los 5 países de América Latina y el Caribe con menos coeficiente intelectual”.

Sin mencionar la fuente, dijo que el IQ (Intelligence Quotient) promedio mundial es de 82 puntos y El Salvador tiene 69.63 puntos.

La afirmación la dio en el contexto de una de las líneas argumentales de la oposición política, repetida por varios de sus voceros e instituciones: que la actual popularidad del presidente Bukele se debe a la ignorancia y poca inteligencia de la población.

En esta afirmación, la mencionada señora cometió dos errores, imperdonables para un grado académico como el que ella tiene y la institución a la que de alguna manera representa.

El primero es leer sólo el titular de la noticia, sin investigar a fondo. Sin duda, lo que ella vio es esta publicación del periódico digital El Salvador Gram, la cual remite al sitio Wisevoter.com en donde aparece una tabla mundial de inteligencia por países, donde se indica que tales datos vienen del Ulster Institute for Social Research.

Lo que seguramente no vio es la fuente primaria: el libro The Intelligence of Nations, de Richard Lynn & David Becker, el cual en sus 436 páginas abunda en datos para unos países, pero escasea casi totalmente para otros. En el caso de El Salvador, la única referencia de dónde obtuvieron ese IQ nacional de 69.63 es la prueba TIMSS (The International Math and Science Study) de 2007. De allí lo generalizaron para toda la población y no lo han actualizado desde entonces.

Atendiendo a la fecha de donde proviene el dato, quiere decir que ese pueblo “desinformado y fácil de manipular” al que se refiere la señora Julia Evelyn sería el que, tras 20 años de gobiernos del partido Arena, decidió en 2009 hacer presidente a Mauricio Funes, del partido FMLN, gobierno del cual ella misma fue funcionaria por breve tiempo. Lo curioso es que en aquel tiempo alababan convenientemente la "sabiduría popular" que los eligió.

El segundo error en que este tipo de intelectualoides se empeñan en caer (aparte de su fijación con el IQ, concepto que tiene muchísimo debate y cuestionamientos) es no darse cuenta de que una cosa es la inteligencia académica (como la mencionada prueba TIMSS, que es de matemáticas y ciencias dentro del sistema educativo formal) y otra muy distinta las inteligencias inter e intrapersonales, que son la base para comprender y manejar la propia situación individual, familiar y social, y así tomar decisiones políticas.

Es que una cosa no lleva a la otra, pues de ser así, no habría profesionales bien titulados tomando pésimas decisiones en sus propias vidas (ni haciendo papelón tras papelón en sus apariciones públicas como ”analistas políticos/as”).

El punto es este: aún con las conocidas deficiencias históricas del sistema educativo nacional, la gente es capaz de tomar decisiones políticas en aras de mejorar su propia situación, sabiendo distinguir qué es lo que le conviene en cierto momento histórico.

La actual popularidad del presidente Bukele se basa en la sintonía de sus acciones con el sentir popular, la cual mantendrá en la medida en que responda las expectativas y necesidades de la mayoría, o perderá en la medida en que se aleje de ellas. Así funciona la democracia.

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