Publicado en Contrapunto.
A principios del mes de julio de 2023, la editorial guatemalteca F&G Editores publicó un comunicado, asegurando que el gobierno salvadoreño había solicitado a los organizadores de la XX Feria Internacional del Libro de Guatemala (Filgua) que no incluyera en la programación el libro Sustancia de hígado, de la escritora y periodista salvadoreña Michelle Recinos.
Es importante mencionar que, en esta edición de la Filgua, El Salvador fue invitado de honor; razón por la cual el gobierno salvadoreño, a través de la Secretaría de Cultura y la embajada en Guatemala, pudo acordar con los organizadores la agenda de actividades a presentar en el espacio concedido.
La presentación del libro nunca estuvo en cartelera oficial y este sigue en circulación libremente para quien lo desee adquirir; sin embargo, el hecho se vendió en muchos titulares sesgados como un oprobioso acto de censura, aunque lo ocurrido admite otra lectura menos dramática (sustentada en el único reporte periodístico más o menos informado que se publicó al respecto): que el gobierno salvadoreño por alguna razón no consideró oportuno, conveniente ni apropiado aceptar la propuesta de F&G Editores para presentar dicho libro.
Como era de esperar, personas que están pendientes del quehacer cultural salvadoreño (es decir, muy pocas) reaccionaron en redes sociales con indignación y elevados tonos de denuncia que, en síntesis, vienen a decir lo mismo: “¡No a la censura de la dictadura!”
De este episodio, podría ser interesante discutir sobre si realmente hubo o no censura; asimismo, también podría debatirse qué tan trascendente puede ser un cuento que pretende sumarse a la campaña contra el régimen de excepción, habiendo ya cierto sector del periodismo plenamente consagrado a tal activismo.
Sin embargo, dejando esas elucubraciones para quien las quiera retomar, lo que este hecho revela con meridiana claridad es el doble rasero (doble moral o doble estándar) de quienes esta vez explotaron en ira reivindicativa virtual, pero en el pasado cercano no solo guardaron silencio, sino que hasta aplaudieron un acto de censura bastante más claro que el antes referido.
Este otro caso fue el de la presentación del libro Un cuento de mayo, del autor Jairo Lara, evento que había sido anunciado para el 4 de septiembre de 2021 en la Librería y Papelería UCA, de Soho Las Cascadas, pero que fue cancelado por la empresa anfitriona una semana antes de realizarse, sin que hubiera mayor explicación de su parte, más que una enigmática declaración en estos términos: “Rechazamos cualquier tipo de conducta que atente contra los derechos humanos y reiteramos nuestro compromiso de apoyar a la literatura salvadoreña”.
En un primer momento, pudo pensarse que esta suspensión tendría algo que ver con el contenido de dicho libro; sin embargo, Un cuento de mayo retrata las vivencias de unos terremotos ocurridos en 1951 y cualquiera que lo haya leído sabe que es política e ideológicamente inocuo.
¿Por qué, entonces, semejante abrupta cancelación? Atando un par de cabos y conociendo mínimamente el contexto, resulta evidente que este acto de censura no vino ni por el contenido del relato ni por su autor, sino por la fuerte animadversión de los dueños de dicho espacio cultural hacia quien iba a dar las palabras de presentación del libro: el diputado Carlos H. Bruch, del partido Nuevas Ideas, a quien evidentemente no estaban dispuestos a recibir, por motivos políticos.
Las reacciones de protesta por parte de los simpatizantes del partido cian fueron bastante naturales, esperadas dentro de cualquier batalla política (sea que les interesara o no el tema estrictamente literario). En contraparte, lo que no se vio tan bien fueron los aplausos y felicitaciones progres de ciertas personas tenidas como intelectuales, hacia un evidente acto de censura literaria; peor cuando ahora, a la distancia, se rasgan las vestiduras en nombre de la libertad creativa y de expresión… a su conveniencia ideológica.
En conclusión, las condenas por supuestas violaciones a la libertad de expresión se descalifican a sí mismas cuando sólo se hacen de manera conveniente y exclusiva para los intereses propios. Llegados a ese punto, son ruido de fondo... cada vez más inaudible.
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