viernes, 26 de octubre de 2012

¡Ah, el contexto!

En un examen de figuras literarias, pongo la estrofa del Himno Nacional para que identifiquen cuál es la que se está empleando allí:

De la paz en la dicha suprema
siempre noble soñó El Salvador.
Fue obtenerla su eterno problema,
conservarla es su gloria mayor.

La respuesta esperada es "hipérbaton"; sin embargo, un estudiante respondió que allí hay "ironía-sarcasmo". Luego del respectivo "¡plop!", se lo tuve que calificar como correcto.

sábado, 13 de octubre de 2012

La situación en la que estamos

He concluido la lectura de las 406 páginas del volumen “Análisis de situación de la expresión artística en El Salvador”, capítulo de Literatura, elaborado por Tania Pleitez Vela con los auspicios de la Fundación Accesarte. Es este el primero de siete estudios y fue publicado digitalmente. Se espera que en el futuro próximo se distribuyan los correspondientes a música, cinematografía y televisión, arquitectura, teatro, artes visuales y danza.

Tal como se lo manifesté a la autora cuando nos entrevistamos, lo reitero aquí: me parece un trabajo serio en donde realmente se ha investigado en el terreno, yendo a catálogos, fuentes documentales, instituciones y autores/as; a diferencia de otros que son demasiado parciales e incompletos, muchas veces vistos únicamente a través de la óptica de uno o dos académicos/as de escritorio.

Dos son las sensaciones generales más fuertes que me quedan luego de la variedad de voces y argumentos allí plasmados. La primera es el agrado de conocer la gran cantidad de esfuerzos e iniciativas individuales -aunque dispersas, efímeras o aisladas- que se hacen para promover la creación literaria y su divulgación. La segunda es la confirmación de una certeza tenida desde tiempos inmemoriales: que la construcción y supervivencia de la cultura artística en nuestro país depende de la voluntad quijotesca de los propios creadores/as, pues generalmente no cuenta con el apoyo sostenido de las instituciones públicas y privadas ni tampoco de los medios de comunicación de masas, que se justifican en la falta de interés del gran público, reforzando un círculo vicioso (¿quién se va a interesar en temas que no se publican?).

Así pues, como suele decirse, “esto es lo que hay” y “así toca”, aunque no por ello renunciamos a mejores horizontes.

martes, 9 de octubre de 2012

Los "modernos" fundamentos de la Patria

Husmeando por la sección de Colecciones Especiales de la UCA, por casualidad cayó en mis manos una recopilación de periódicos de la Guanaxia Irredenta de mediados del siglo XIX. Allí me enteré de que el artículo 307 del Código Penal de 1846 decía lo siguiente:

Si un eclesiástico secular o regular, abusando de su ministerio en sermón o discurso al pueblo, o edicto, carta pastoral u otro escrito oficial, censurase o calificare como contrarios a la religión o a los principios de moral evangélica las operaciones o providencias de cualquiera autoridad pública, sufrirá una reclusión de dos a seis años, y se le ocuparán sus temporalidades.

Si denigrare con alguna de estas calificaciones al Cuerpo Legislativo o al Presidente de la República o Jefe Supremo del Estado, será extrañado de él para siempre, y se le ocuparán también sus temporalidades.

Este y otros artículos del mismo tono estaban dirigidos a un clero que, al parecer, se metía bastante en política, para bien y para mal. Como el principio de separación entre Iglesia y Estado se clama o se soslaya según convenga a unos u otros intereses, habría que ver cuál era el pleito coyuntural del momento. Sin embargo, llama la atención que, por decreto, aquel incipiente y caótico Estado se invistiese a sí mismo de moralidad absoluta y, además, extendiera su escudo a sus inmaculados funcionarios.

¡Chulada de leyes las que teníamos en aquella época!

Lo bueno es que ya no están vigentes; lo malo es que, por lo visto, hay quienes aún hoy las añoran.

Una décima futbolera

El Salvador - Costa Rica
es juego de muerte o vida
en octubre, el viernes doce.

Solamente la victoria
mantiene el sueño de gloria
por Brasil dos mil catorce.

Los muchachos han jurado
ponerlo todo en la cancha.
Si salen bien las jugadas...
¡a la hexagonal pasamos!

domingo, 7 de octubre de 2012

Cinco mil vergonzosos dólares

Según leo en el periódico, el pintor Carlos Cañas -galardonado con el Premio Nacional de Cultura- dijo en un conversatorio: "la cantidad de dinero que se entrega es verdaderamente vergonzante. Y es mucho más vergonzante que te cobren impuestos y te rebajen ese valor y no puedas hacer nada". Y su colega Armando Solís secundó: "Los cinco mil dólares que vienen como estímulo en el premio es algo ridículo. Con la venta de un cuadro que haga obtengo esa cantidad".

¡Ve qué par!

En el trasfondo se detecta -no sin mucha dificultad- esa visión enfermiza del artista como "pequeño dios", en palabras del chileno Vicente Huidobro, creencia de antiquísimas raíces que halló en el Romanticismo su máximo florecimiento consciente.

Ahora bien: una cosa es reconocer las habilidades y talentos artísticos, tan respetables como otras capacidades del ser humano; otra, en cambio, es volver la mirada nostálgica a un pasado lejano de mecenas y torres de marfil, considerando ese el lugar ideal del artista y, cuando no es así, vivir en queja permanente por la incomprensión de "el medio" y la falta de apoyo de quienes se cree tienen los recursos para subsidiar.

Si a lo anterior añadimos el contexto sociocultural en el que se da la queja, entonces lo indignante no es el regalo de cinco mil dólares, sino el hecho de calificarlo en los términos que estos artistas plásticos lo han hecho.

Cinco mil dólares son más de veinte salarios mínimos y mucha gente podría discutir incluso si este premio está del todo justificado. La pintura es la única de las bellas artes que ha sido rentable en El Salvador y, francamente, no le reporta otro beneficio material al país como no sean los impuestos fiscales por la comercialización de sus obras. Por otra parte, si consideramos los beneficios inmateriales o intangibles (sea en términos de "prestigio", "identidad nacional", "orgullo patrio" o como quieran llamarlo) la valoración es todavía más volátil y subjetiva, a menos que le hagamos caso a las grandiosas opiniones del mismo círculo de iniciados.

En su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1971, Neruda dijo lo siguiente (hablando del poeta pero válido para el artista en general):

El poeta no es un "pequeño Dios". El mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree Dios. Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, llevar al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, ésta podrá convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre, la entrega de la mercadería: pan, verdad, vino, sueños.

Al final, uno se pregunta de a cómo sería un premio que las vacas sagradas de la pintura nacional no considerasen vergonzoso. ¿Cincuenta mil dólares, acaso? Vaya, pero entonces un monto así realmente sería un insulto... ¡para el resto del pueblo salvadoreño!