domingo, 24 de mayo de 2015

Tres aserciones ineludibles al venerar a Romero

Monseñor Romero ya es beato de la Iglesia Católica, lo que representa un reconocimiento institucional a su vida y obra. Él es un santo que trasciende los límites del catolicismo, pero ¿sabemos quién fue realmente Monseñor Romero y cuál la importancia de su palabra? ¿No estaremos distorsionando, edulcorando o manipulando su figura para hacerla compatible con nuestras necesidades ideológicas? ¿A cuál versión de Romero nos acogemos?

A mi modo de ver, hay tres aserciones históricas imprescindibles, implicadas necesariamente en cualquier manifestación de veneración a Monseñor Romero, sea desde el punto de vista creyente o en un sentido laico humanista más amplio. Sin ese conocimiento, sin tales certezas, el Romero al que decimos admirar será otro quizá imaginado y cómodo, pero sin sentido, jamás real.

Veámoslas.

- Denunció la represión de la derecha oligárquica

Monseñor Romero fue “la voz de los sin voz” porque, desde su postura de liderazgo como pastor, denunció la criminal represión del ejército, los cuerpos de seguridad estatales (policía, guardia y la de hacienda) y los nefastos escuadrones paramilitares (UGB, Brigada Maximiliano Hernández Martínez, etc.) contra los opositores o sospechosos de ser opositores políticos del régimen militar de la época, al servicio de la derecha oligárquica.

Esta represión incluyó amedrentamientos, atentados, cárcel, torturas y asesinatos sistemáticos contra obreros y campesinos organizados en sindicatos y comunidades, pero también contra sacerdotes y monjas a quienes se acusaba de comunistas. De igual modo, hubo víctimas que nada tenían que ver con las organizaciones de izquierda.

Prestar oídos a los centenares de denuncias, ofrecerles apoyo a través del Socorro Jurídico del Arzobispado y denunciar públicamente estos atropellos en sus homilías dominicales fueron acciones valientes de un hombre sensible y justo que, a pesar de las constantes amenazas, mantuvo hasta el final de sus días.

Pretender honrar a Monseñor Romero mientras se niegan, distorsionan o soslayan las graves circunstancias en que le tocó ejercer su labor pastoral es una contradicción insostenible, tanto como seguir enarbolando el ideario que instigó y celebró su asesinato.

- Se mantuvo a distancia de la violencia insurgente

Sí, señoras y señores: Monseñor Romero también condenó los actos de violencia de la naciente guerrilla, si bien supo distinguir entre la violencia de agresión y la violencia en defensa propia. Pero no, mis estimados y estimadas: Monseñor Romero jamás anduvo agitando a las masas para que se insurreccionaran violentamente.

Esa canción popular de la izquierda que dice ♫ “Monseñor, tu verdad / nos hace marchar / a la victoria final” ♫ es uno de tantos usos políticos de su figura, una pancarta para fines particulares. No nos engañemos: la “victoria final” es un concepto político-militar que siempre enarboló la guerrilla.

Otra cosa muy distinta es que él animara a la gente a recuperar su dignidad y exigir sus derechos. ¿Y si la valentía en la denuncia hecha por Óscar Arnulfo Romero, así como su magnicidio, inspiró o convenció a muchas personas de que la única opción posible era la lucha armada...? Sí, puede ser, pero esas son decisiones personales que cada quien toma a partir de sus circunstancias concretas. En ninguna homilía, carta pastoral, diario, prédica ni emisión radiofónica van a encontrar fundamento para las acusaciones (o reivindicaciones) de “agitador de masas” o “revolucionario” que le endilgan unos y otros.

- Fue fiel al cristianismo posconciliar

Disculpe si usted cree que la doctrina cristiana, específicamente católica, ha sido y sigue siendo única, universal e inmutable. Lamento decepcionarle: no es así. Una mínima investigación histórica le revelará que en diversos contextos la Iglesia Católica ha asumido roles diversos e incluso contradictorios.

Antes del Concilio Vaticano II, la Iglesia era aliada del poder y, en El Salvador específicamente, de la oligarquía agroexportadora. Su papel consistía en legitimar el status quo, bendiciendo el sufrimiento como garantía de que en la otra vida los pobres serán los primeros. La pobreza y todos los males humanos en este valle de lágrimas eran voluntad de Dios, rebelarse contra la autoridad terrenal terrenal era también rebelarse contra lo que Dios mismo había instaurado.

Religiosos contemporáneos de Romero formados en esa línea anacrónica -y que, a diferencia de Óscar Arnulfo, fueron incapaces de abrir su inteligencia y sensibilidad a los signos de los tiempos- se le opusieron fuertemente.

Después del Concilio Vaticano II y las conferencias episcopales de Medellín y Puebla, el giro fue radical. Si hay pobreza no es porque Dios así lo quiera, sino por el pecado social cometido por el ser humano al organizar la sociedad en beneficio de unos pocos. La dignidad humana no puede ser sólo espiritual ni ultraterrenal, sino también material, lo cual pasa por tener condiciones dignas de existencia. Esto obliga a revisar las estructuras sociales injustas y a transformarlas en beneficio de las mayorías excluidas.

Esta prédica no es, pues, una desviación de la Doctrina Social de la Iglesia, sino su pura y llana aplicación en una realidad concreta. Es cierto que la Teología de la Liberación (que ni es lo mismo ni es igual) fue bastante más allá y asustó a la propia jerarquía eclesiástica, llevando a su condena, pero si Monseñor Romero actuó como actuó no fue por “liberacionista”, sino porque supo escuchar el clamor de los oprimidos.

Con su beatificación, la Iglesia Católica reconoce la fidelidad doctrinaria de Romero a esa línea eclesial, pero también de sacerdotes como el jesuita Rutilio Grande y otros muchos asesinados en aquella época, bajo la acusación de ser comunistas. No se puede venerar a Romero como excepción o desviación de esta línea doctrinaria esencialmente cristiana.



sábado, 23 de mayo de 2015

Cinco estampas de la beatificación

Concluyó la ceremonia de beatificación de Monseñor Romero y de casi nada más se habló en el país durante la mañana del evento. Me llaman la atención cinco estampas que, de una u otra forma, reflejan la idiosincrasia del pueblo salvadoreño (para bien o para mal, usted evalúe). Helas aquí.

- Un halo solar… ¿milagroso?

A media mañana, coincidiendo con la inscripción de Romero en el libro de los beatos, se produjo un fenómeno natural bastante común, el "halo solar”. Como era de esperar, el pensamiento mitomágico de la población vio allí una señal divina.

Quien es creyente, ve milagros en lo que para los escépticos/as es solo una coincidencia, por lo que es prácticamente imposible convencerle de lo contrario.

Más allá de proseguir un debate sin claro puerto de llegada, me preocupa que la beatificación se convierta en un ritual demasiado cargado de elementos sobrenaturales, desencarnado de esas cosas del “más acá” que merecieron la atención del amado pastor.

- Una innecesaria cadena nacional

Faltando tres minutos para las diez de la mañana, un llamado a cadena nacional de radio y televisión interrumpió la transmisión en vivo del evento por parte de las estaciones de la Telecorporación Salvadoreña (TCS) y los demás canales que libremente retransmitían esa misma señal. Una vez establecida, la cadena procedió… a transmitir en vivo el evento por todas las radios y televisoras del país, así como los servicios de cable.

Sin la cadena, en cualquier rincón del país se podía sintonizar la ceremonia, con no menos de siete canales de alcance nacional disponibles. La cadena fue, en términos de cobertura geográfica, completamente innecesaria; pero en un sentido ideológico, fue incluso irrespetuosa para quienes sus creencias y sensibilidades (políticas y religiosas) les mantienen a cierta distancia de la figura de Romero. Respeto quiere respeto.

- ¿La descendencia "maldita"?

Una hora antes del inicio de la ceremonia, se vio a Roberto D’aubuisson hijo, alcalde de Santa Tecla, haciendo acto de presencia en el evento. La foto se volvió viral en redes sociales, con todo tipo de injurias para el hijo de quien la vox populi y la Comisión de la Verdad señalan como autor intelectual del magnicidio de Romero.

Repito, por si no se captó bien: “injurias para el hijo” del señalado.

No entiendo: son cristianos, predican el perdón y la reconciliación, están contra el racismo y la discriminación, se hacen llamar "progresistas"... pero atacan ferozmente a una persona a causa de las acciones atribuidas a su padre. ¡Arreglados estamos!

- Selfies en misa

No pocos clérigos regañan a sus feligreses por estar pendientes del smartphone durante las misas. Pues bien: en esta ocasión, pudimos ver a buena cantidad de sacerdotes haciéndose fotos durante la ceremonia y muy concentrados en mensajear a través de sus dispositivos. Comprendo la emociòn del momento... pero luego que no se quejen de estas costumbres populares.

- "Allá en el rostro de la Patria..."

No había terminado la ceremonia cuando Otto Meza, un genial caricaturista local, publicó esta imagen, a la que no cabe añadirle más palabras.

¿Qué tal eso?

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Posdata: sobre el significado de este reconocimiento institucional, está mi publicación anterior "Un santo más allá del catolicismo".

domingo, 10 de mayo de 2015

Los "pobres" que no deben ser nombrados

Del diccionario de la RAE.

pobre.
(Del lat. pauper, -ēris).

1. adj. Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir. U. t. c. s.

En el mapa de distribución de ubicaciones para la ceremonia de beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, aparecen indicadas 1,480 localidades para “pobres” y “campesinos”, en el área frente al altar, justo detrás de 1,200 sacerdotes que también asistirán.

Este par de palabras generaron una pequeña tormenta en redes sociales, dada su presunta connotación clasista, ofensiva, peyorativa, etc. También hubo algunas protestas por la asignación de 10 ubicaciones para “enfermos”. Se han usado etiquetas como #IglesiaClasista, #Tristeza y, por supuesto, #Indignación.

¿Tristeza e indignación por darles 1,480 asientos a los pobres y campesinos? No entiendo.

¿Qué sustantivo usarían ustedes, estimados/as protestantes de redes sociales, para indicar que esas 1,480 localidades están reservadas para pobres y campesinos?

A ese paso, para no sonar clasistas, en vez de “pobres” habría que usar esta nueva redacción bíblica: “Bienaventurados los económicamente menos favorecidos”. ¿O “bienaventurados quienes viven con menos de US$ 1.50 diarios”? Cualquier eufemismo queda mal.

“Pobres” no tiene por qué ser peyorativo, la Iglesia lo usa con bastante frecuencia en sus documentos y las acepciones ofensivas más parecen estar en la subjetividad de quienes, por cierto, no son ni pobres ni campesinos.

“Pobres”, “campesinos” y “enfermos” son grupos a los que Monseñor Romero acogió y atendió, así les llamaba él.

No veo la ofensa en decir: “estas 1,480 ubicaciones son para los pobres y los campesinos”.

Tampoco veo clasismo ni jerarquización, sino delimitación de espacios, cosa necesaria en todo acto público.

Miren: en sus cuentas se indignan por que a los pobres les digan “pobres”, pero ¿cómo les dicen ustedes en sus conversaciones y tertulias reales? ¿Cuál eufemismo “progre” usan?

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Posdata: no es por ponerme ultraclerical, pero lo cito por referencia obligada. En su habitual rueda de prensa del domingo (10 de mayo), el Arzobispo de San Salvador, Monseñor Escobar Alas, salió al paso con esta declaración:

“Si creen que el término campesino es peyorativo me ofenden porque yo soy campesino, posiblemente nos vean con desprecio pero para nosotros no es así. (…) Que nos digan pobres y nos digan campesinos no nos ofende”.

El fútbol y el arte de la narración

Escuchar un partido de fútbol bien narrado es una experiencia interesante, tanto desde el punto de vista del aficionado como desde la perspectiva de un narrador de historias. Allí se pone de manifiesto y se puede admirar la capacidad descriptiva del locutor, su economía de lenguaje para adecuarse a la velocidad de los acontecimientos, su exactitud para emplear el vocablo correcto, en fin, su habilidad para convertirse en los ojos del radioescucha.

Narrar y comentar un partido de fútbol es un verdadero arte, que el maestro jalisciense de la narrativa corta, Juan José Arreola, también desempeñó en algún momento de su vida. Entre paréntesis: escucharlo debió ser todo un gusto.

Como se ve, el oficio de narrador deportivo no es algo que pueda prestarse a juego, porque cuando el trabajo se ejerce sin el debido profesionalismo, el resultado es un auténtico suplicio para el oyente.

Narrar y comentar son dos operaciones tan simultáneas como las de aquel jugador que, llevando el control de la pelota, levanta la vista para diagramar en su mente la mejor alternativa, dar el pase correcto o desequilibrar a la defensa contraria. No se trata sólo de describir la jugada, sino también de llegar hasta la estructura del juego, el planteamiento estratégico, descifrar la mentalidad con la que se planta un equipo en el campo de juego y anticipar, con base en los hechos, cuál podría ser el transcurso del partido, es decir, cómo posiblemente evolucionará el juego.

Las características de una buena locución deportiva resultan claras cuando uno escucha otras maneras de narrar, distintas de cierto palabrerío monótono y atosigante. Uno, en cuanto espectador, puede esperar al menos lo siguiente (ejemplificado con transcripciones de la narración del partido Real Madrid Sporting de Gijón, del domingo 7 de abril de 1996, a través del programa español Tablero Deportivo):

a) Ubicación exacta del lugar en donde se desarrolla un hecho importante:

Hay falta ahora, favorable al Real Madrid, frente al vértice derecho del área grande de la portería de Ablanedo.

b) Descripción de la jugada y análisis de la acción y la estrategia del defensa del equipo rival:

El balón en profundidad lo enviaba Laudrup para Luis Enrique, pero con muchísima ventaja para Velasco, que no quiere complicarse en absoluto la vida y envía de pelotazo fuerte la pelota por la línea de banda.

c) Descripción del contexto de la jugada e insistencia en la intencionalidad de los jugadores:

Recuperó Tomás para el Sporting de Gijón, la pelota que viene para la parte izquierda, para el ruso Igor Leriakov; intenta enfriar el partido, perder tiempo. Allí está subiendo Velasco: cuatro jugadores del ataque del Sporting, cuatro defensores del Real Madrid. Velasco para la pelota... no tienen ganas los hombres del Sporting, les basta con ese gol.

d) Descripción en tono moderado, sin dejarse llevar por la emoción de los aficionados y sin perder el hilo de los acontecimientos (principio y final de la secuencia).

Cuarenta y cinco minutos se cumplieron ya en el estadio Santiago Bernabéu. Está jugando Guti por la izquierda, tiene que retrasar, presionado por Tomás hacia Milla, Milla para ahora para la derecha donde está jugando Rafael Alkorta, Rafael Alkorta inicia jugada en solitario, remata con la pierna izquierda y la pelota se perdió ligeramente por encima de la portería de Juan Carlos Ablanedo.

Hay, en el medio local, narradores que procuran no olvidarse de su función de ser los ojos del radioyente. Pero en otros casos, pareciera que su labor se limita a llenar el espacio con palabras, a como dé lugar, y sin atender a un entendimiento global. Uno de estos párrafos lo tomé del partido FAS - ADET, el sábado 13 de abril de 1996:

A jugar pelota Memo Rivera, viene proyectando la centralización, servicio abierto, va el pase, estaba tocando finalmente elemento del cuadro ADET, está saliendo la intervención de Carlos Arévalo, viene en la recepción la zona baja por intermedio de Moncecci, va a cambiar hacia los dieciséis cincuenta, toque de cabeza por parte de Alex Sermeño, recupera el cuadro de los venados del ADET por intermedio del jugador Douglas Vidal Jiménez, que va a la carga.

Aquí, es difícil ubicarse, seguir la secuencia, entender la intencionalidad de los jugadores, en fin.

Otro caso:

Se queda Vidal Jiménez con la pelota está buscando a De Moura, De Moura controla perfectamente, buscando el contraataque el equipo venado, cambia el esférico por la punta derecha con Montes, mete servicio rápidamente para Da Silva, hay rechazo por parte de Abrego.

Es una jugada de ataque y proyección ofensiva en donde nunca se narró lo que pretendían hacer, el comportamiento del equipo, por qué lo hicieron, etc.

En fin, falta mucho más acuciosidad, aparte de que la tonalidad siempre está elevada, sin atender a la relativa peligrosidad de la jugada. Es cierto que los locutores están atados a la intercalación de los mensajes publicitarios, necesarios para el sostenimiento de las emisoras, pero el trabajo puede hacerse bastante mejor de lo que se hace. El fútbol debe superarse y, para ello, todo lo que acontezca a su alrededor debe ir en la misma ruta.

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* Artículo publicado en el suplemento Astrolabio, del diario salvadoreño El Mundo, el 7 de agosto de 1996.