jueves, 27 de marzo de 2014

Oda a la idealización sonora

“Pilot of the airwaves” es una canción de la británica Charlie Dore, del año 1980. Me gustó mucho desde la primera vez que la escuché, pero como no la recuerdo asociada con ninguna experiencia de juventud concluyo que es la pura música la que me atrapó, empezando por el coro polifónico de entrada.

Pilot of the airwaves, here is my request.
You don’t have to play it but I hope you’ll do your best.
I’ll be listening to your show on the radio,
and you seem like a friend to me.

La situación planteada es la de una chica radioescucha que ha idealizado la voz del locutor o “disk-jockey” (DJ), de quien espera que le ponga al aire sus canciones favoritas. Recuérdese que en esta época la radio tenía mucha más importancia que en la actualidad para el solo hecho de escuchar música y dedicatorias, con la añorada emoción de llamar por teléfono a cabina para solicitar su tema preferido.

Navegando por internet, me encontré con una anécdota que, de ser cierta, puede ir desde simpática hasta conmovedora: “Pilot of the airwaves” fue la última canción puesta en la transmisión final de “Radio Carolina”, una “unlicensed offshore radio station” inglesa, que es como decir una radio pirata que emitía desde altamar, fuera de las regulaciones radiofónicas nacionales.

No me quiero imaginar el sentimiento de ese DJ a medida el postrer solo de guitarra se va disolviendo en la lejanía.


jueves, 20 de marzo de 2014

Cuando “El rey” es un himno

Varias canciones han sido propuestas como “segundo himno nacional” de El Salvador, y de ellas ya me ocupé en una entrada anterior. Sin embargo, hay una que aparece en toda celebración como un auténtico himno de batalla, desde graduaciones a todo nivel hasta ganes y logros de cualquier clase imaginable.

Trátase de “El rey”, canción compuesta por el mexicano José Alfredo Jiménez a mediados del siglo XX, un auténtico himno del macho matón latinoamericano, cuya versión más popular es la gritada por Vicente Fernández.

¡Con dinero y sin dinero,
hago siempre lo que quiero
y mi palabra es la ley!

Jodido y solo, al mismo tiempo consciente y ajeno a la realidad, grita su berrinche permanente en un auténtico delirio de grandeza.

No tengo trono ni reina
ni nadie que me comprenda...
¡pero sigo siendo el rey!

Es impresionante ver cómo aquí y allá, desde las nuevas generaciones hasta los más ancianos, hombres e incluso mujeres alzan uno o ambos puños entre gritos de reivindicación de un alma con complejo de inferioridad que, para compensarlo, quiere sentirse grande y todopoderosa.

Si por la capacidad de expresar el sentimiento más hondo del espíritu patrio hemos de tener un “segundo himno nacional”, tristemente creo que esta pieza de cantina hace méritos.

¿Hasta cuándo...?

martes, 18 de marzo de 2014

La etiqueta comunista

En El Salvador, el anticomunismo produjo mucha más muerte, dolor y sufrimiento que el comunismo.

Sin pretender una exhaustiva demostración histórica (que se derivaría de una apropiada investigación), baste señalar que el informe de la Comisión de la Verdad, creada en el contexto de los Acuerdos de Paz de la guerra civil salvadoreña en 1992, estimó que aproximadamente el 85% de las violaciones a los Derechos Humanos de personas civiles durante el conflicto fueron responsabilidad del ejército salvadoreño, que combatió a la guerrilla en nombre del anticomunismo y la “doctrina de la seguridad nacional”, apoyado por el gobierno de los Estados Unidos de América en el contexto de la Guerra Fría.

El citado informe no da cuenta del cúmulo de las torturas, violaciones, desapariciones forzadas, ejecuciones sumarias y persecución generalizada contra la oposición política desatada por la extrema derecha antes de 1980. El estilo de los gobiernos dictatoriales del periodo 1931-1979, fiel reflejo de sus patrocinadores del sector económicamente más poderoso e ideológicamente intolerante, fue tildar de “comunista” a toda oposición real o supuesta, así fuera por la sola presunción o sospecha.

Así, de “ser comunista” se acusó a religiosos/as cristianos, políticos/as socialdemócratas, campesinos/as pobres que reclamaban sus derechos constitucionales, sindicalistas, defensores de los Derechos Humanos, artistas, etc., y eso en aquellos tiempos equivalía prácticamente a una sentencia de muerte. Esto llevó a la escalada represiva antes aludida, tanto por parte de los organismos estatales llamados “cuerpos de seguridad”, como de grupos paramilitares asesinos.

La denuncia de estos vejámenes llevó a Monseñor Romero a pronunciar estas palabras:

Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la Policía, de los cuarteles… Hermanos: son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos… y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que dice ‘no matar’. (…) En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico… les ruego… les ordeno en nombre de Dios, ¡cesen la represión!”

El partido político Alianza Republicana Nacionalista, fundado en 1981 por un funcionario de los regímenes militares anteriores, enarboló la bandera anticomunista desde su mismo origen, bajo el lema de “¡Patria sí, comunismo no!” y con un himno que aún clama: “El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán”.

Los “rojos” son los comunistas, pero en esta obsesión el ejército salvadoreño y sus patrocinadores cometieron crímenes de lesa humanidad, como la masacre de El Mozote y el asesinato de los jesuitas de la UCA. Ni ellos ni la inmensa mayoría de las miles de víctimas civiles durante la década de la guerra eran comunistas, pero aún si lo hubieran sido eso no justificaría a los perpetradores de tales homicidios.

Muchas personas, por afanes ideológicos, ante esta verdad histórica responden que la amenaza del comunismo fue real y aún hoy está vigente. Dicen que antes se actuó "defendiendo a la patria" y llaman la atención sobre el daño causado por la guerrilla.

Sobre esto, cabe puntualizar lo siguiente: cierto es que uno de los cinco grupos rebeldes que integró la guerrilla del FMLN fue el Partido Comunista; también es verdad que las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí”, el grupo armado más fuerte, se nutrió ideológicamente de los escritos de Marx y Lenin, tomando como el ejemplo y utopía la revolución cubana. Tampoco se puede negar que muchos/as combatientes y simpatizantes de izquierda hicieron del marxismo una profesión de fe y aún la mantienen.

Sin embargo, pese a dicha raíz ideológica (que no es la única ni quizá la principal), el FMLN actual no llegó al gobierno en 2009 ni la ha revalidado electoralmente en 2014 agitando la bandera del comunismo, sino sobre la base de la Constitución Política salvadoreña, cuyo sistema de gobierno es republicano, democrático y representativo, incompatible con el esquema de partido único oficial.

Lo anterior significa, ni más ni menos, que en El Salvador se puede ser comunista pero no se puede instaurar el comunismo.

Muchos dirán, con razón y fundamento, que el comunismo produjo graves males en otros países del mundo y que la guerra civil salvadoreña no fue una batalla caricaturesca de “buenos” contra “malos”, pues también es demostrable que la insurgencia armada causó daño y cometió crímenes (“nadie sale de una guerra con las manos limpias”).

De acuerdo, pero en lo que a nosotros respecta y al ponerlo todo en la balanza, quedamos en lo dicho al principio: en El Salvador, el anticomunismo produjo mucha más muerte, dolor y sufrimiento que el comunismo.

Así pues, sea muy prudente al usar dicha etiqueta.

viernes, 14 de marzo de 2014

Las misas combativas

Toda persona ha de hacerse, al menos una vez en el transcurso de su vida, la pregunta metafísica de “¿por qué?” se encuentra en la situación en la que se halla, especialmente si esta ha persistido durante mucho tiempo y es desgraciada.

Para quienes nacieron y crecieron en la pobreza material -lejos del goce de sus derechos económicos, sociales y culturales- la religión cristiana proveyó, en distintos momentos de la historia, dos respuestas diametralmente opuestas.

La primera de ellas es determinista y fatalista: “eres pobre porque esa es la voluntad de Dios”; por lo tanto, tienes que ser conforme (“no se mueve la hoja de un árbol sin que Dios así lo quiera”), sé paciente y resígnate, pero confía en que, en la otra vida, tendrás tu recompensa por todo este sufrimiento. Para reafirmarlo, se cita e interpreta literalmente a Lucas 6, 20 (“bienaventurados los pobres”) y se anima al pobre desgraciado o desgraciada a orar y esperar acaso la misericordia divina. Algunos van más allá, atribuyendo las tribulaciones a alguna blasfemia y consecuente castigo, a partir de la imagen construida de un Dios celoso y vengativo. Esta respuesta es la que ha predominado durante la mayor parte de la historia occidental y aún se sigue propagando en muchas prédicas.

Por el contrario, la segunda respuesta destaca el libre albedrío: “eres pobre porque hay un pecado social de injusticia y exclusión”; por lo tanto, no es la voluntad de Dios que el mundo funcione de esa manera, se puede y se debe luchar contra la injusticia. En su momento, fue la Teología de la Liberación quien con mayor radicalismo citó y reinterpretó desde esta perspectiva muchos pasajes bíblicos, planteando un Dios redentor en este mundo (como el que sacó a su pueblo de la esclavitud en Egipto), retomando a los profetas que denunciaron los abusos de los poderosos y caracterizando a un Jesús no solo solidario sino hasta combativo.

Esta respuesta esperanzadora se dio con mayor énfasis en Latinoamérica en la década de 1970, después del Concilio Vaticano II y las conferencias episcopales de Medellín y Puebla, coincidiendo con el auge de los movimientos sociales revolucionarios, muchos de ellos de corte marxista. Esta cercanía provocó que muchos cristianos posconciliares fueran acusados de comunistas y, en el contexto de la Guerra Fría y al amparo de la Doctrina de la Seguridad Nacional, sufrieran persecución, cárcel, tortura, exilio o muerte.

Una de las muestras más radicales, representativas y populares de esta forma de entender el cristianismo fue la Misa Campesina Nicaragüense, compuesta por Carlos Mejía Godoy. En ella hay cantos que reafirman sentimientos de organización social, igualdad y solidaridad, pero sobre todo combatividad ante los opresores y explotadores del pueblo pobre, con una clara dirección de apoyo a los movimientos sociales de reivindicación.

Yo creo en vos, compañero,
Cristo humano, Cristo obrero,
de la muerte vencedor,
con el sacrificio inmenso
engendraste al hombre nuevo
para la liberación.
Vos estás resucitando
en cada brazo que se alza
para defender al pueblo
del Demonio explotador
,
porque estás vivo en el rancho,
en la fábrica, en la escuela.
¡Creo en tu lucha sin tregua,
creo en tu resurrección!

(Tercera estrofa del “Credo”, de Carlos Mejía Godoy)

Y en esta otra canción llega bastante más lejos:

José el pobre jornalero,
se mecateya todito el día,
lo tiene con reumatismo
el tequio de la carpintería.
María sueña que el hijo
igual que el tata sea carpintero,
pero el cipotío piensa:
“¡Mañana quiero ser guerrillero!”

("El Cristo de Palacagüina")

Seguramente a muchos/as podrá no parecerles bien el uso de la imaginería religiosa con fines políticos, y tendrán sus buenas razones; pero también hay que comprender que en el contexto de los setentas las opciones eran pocas y la situación, angustiosa y urgente para defender causas que se consideraban justas.

Sin embargo y pese a todo, una cosa no se puede negar: que muchas personas entraron a las luchas revolucionarias con una convicción de justicia y libertad que tuvo “la bendición de Dios”; o sea, no eran comunistas ateos, sino -en todo caso- bastante creyentes.


jueves, 13 de marzo de 2014

"Posts" poselectorales

FMLN: 50.11%
Arena: 49.89%


© Caricatura de Alecus.

Se está configurando el escenario más feo: que la diferencia sea tan pequeña como para sostener la no aceptación del resultado por parte del que pierda, con lo que se vendrían semanas de protestas interminables. ¡Voto a la prudencia!

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Agenda para el próximo mes: unos, pidiendo abrir urnas y proceder al recuento voto por voto; otros, que no, que así está bien. Y mientras tanto, los problemas del país seguirán tirados...

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No me extraña el discurso pleitista de Norman, pero si hubiera sido al revés, creo que Sánchez Cerén habría dicho prácticamente lo mismo. ¡Qué pena!

* * *

De acuerdo con que se cuente "voto por voto" si es necesario, aunque se tarden un mes. Ambas fórmulas presidenciales deben comprometerse públicamente a aceptar el resultado final que dé el proceso, especialmente la de Arena, cuyo candidato, en un arranque de insensatez, invocó a la Fuerza Armada para que interviniese (golpe de estado).

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A la espera de que el escrutinio final lo haga oficial, y pese a las resistencias y berrinches que aún persisten en la oposición, pienso que el gane del FMLN es preferible así, ajustado y no holgado, pues eso frena el triunfalismo (que ya quisieran algunos/as exacerbados) e impone prudencia en su proceder.

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De la memoria histórica: en 1984 Arena perdió la elección presidencial por casi 100,000 votos. Recuerdo claramente que entonces dijeron -y aún hoy siguen diciendo- que hubo fraude, aunque sin lograr demostrarlo. Treinta años después, la pérdida puede ser por apenas 6,000 votos. Me pregunto si la actitud será diferente.

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A la petición de nulidad y de nuevas elecciones, por parte de Arena, le faltó añadir esto: "y en caso de tampoco ganarlas, que el TSE las repita una y otra vez hasta que logremos un resultado favorable". Si fueran niños jugando al "gol del gane" en los recreos de colegio, vaya y pase, pero este berrinche es impropio de gentes que se autodenominan "dirigentes" políticos.

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Hasta ayer, Arena pedía conteo voto por voto, pero hoy claman por anular la elección, aduciendo irregularidades que no son de actas, sino de situaciones externas e incomprobables (a juzgar por las "pruebas": rumores, grabaciones dudosas, dicen que dicen, etc.). Da la impresión de que su objetivo no es aclarar el proceso sino deslegitimar el resultado.

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Norman Quijano y sus patrocinadores han convertido lo que pudo ser una "derrota con sabor a victoria" en una "derrota con sabor a derrota", exacerbando la frustración de su militancia más fiel y, con ello, abonando reacciones violentas que, ciertamente, no necesitamos.

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Vean la descarada postura partidista de LPG La Prensa Gráfica en su primera plana (edición impresa): "Denuncian 20 mil votos dobles". Amplifican una afirmación basada en especulaciones (que en su misma nota periodística se revela sin fundamento -> http://bit.ly/1cV0Jwn ), propagando la tesis de fraude y deslegitimación de las autoridades legalmente constituidas.

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Si FMLN hubiera perdido por pocos votos, ¿estaría ahora mismo agitando a las masas en las calles? Quizá, tal vez, es un escenario hipotético probable... pero puramente especulativo; en cambio, el berrinche de Arena es totalmente real, penoso y peligroso.

Posdata: Un saludo para las casas encuestadoras de la Guanaxia Irredenta: si yo dirigiera una como las de ustedes, después de esta elección la cierro y mejor invierto en cultivo y venta de mangos verdes.