sábado, 27 de septiembre de 2014

La gran estafa de "Telecash"

“Telecash” es un programa que se transmite en El Salvador por Canal 6, de TCS, desde hace unos tres años. Hacen preguntas y si el público tiene la respuesta puede llamar por teléfono para ganarse un premio.

El truco es que con el solo hecho de llamar o dar un número de teléfono móvil de referencia, y sin que haya un consentimiento explícito y a sabiendas por parte del usuario/a, automáticamente queda suscrito a un sorteo diario.

A partir de ese momento, le comienzan a enviar mensajes a su teléfono, con las siguientes características:

  1. Del remitente 76061 llega un código y una notificación del costo del mensaje (US$0.28).
  2. No hay ninguna indicación sobre cómo cancelar la suscripción.
  3. Incluso al enviar el mensaje “SALIR TODO” al 6060 (que supuestamente así se cancela), los mensajes siguen llegando.

El problema con el punto “a” es que el usuario/a cree que esa cantidad se cobrará únicamente si él o ella, en pleno uso de sus facultades, envía ese código al número indicado. La realidad es que el mensaje de marras ya le fue cobrado. Los puntos “b” y “c” caen por su peso.

De esta práctica engañosa la gente se da cuenta hasta 40 días después, cuando le llega la factura mensual de su teléfono móvil pospago, con un cargo aproximado de US$ 8.40 adicional. Si, en cambio, el teléfono es de prepago, la gente tiene que adivinar o deducir la causa por la cual su saldo se le ha acabado misteriosamente.

A esta fecha, según me cuentan, la única manera de desactivar ese hurto descarado es llamando al proveedor del servicio telefónico, procedimiento que -dada la cantidad de denuncias vistas por internet- supongo que es el resultado de ciertas gestiones de la Defensoría del Consumidor.

Sin embargo, sea como sea, los de “Telecash” ya se quedaron con ese dinero mal habido y es difícil que lo devuelvan.

Supongamos que, por ínfima que sea, la cantidad mensual de gente nueva que -sin conocer del engaño- llama a ese programa sea de 1,000 personas. Eso quiere decir que la franquicia “Telecash” podría hurtar más de US$ 8,000 al mes, que serían US$ 96.000 al año, suponiendo en el mejor de los casos que todas esas personas hayan logrado desactivar a tiempo la mencionada estafa automática.

Pero como el programa tiene ya varios años en el aire, no solo aquí sino en varios países, la cifra sube. Y como no son sólo 1,000 nuevas personas las que caen mensualmente… ahí saque usted las cuentas.

Una cosa más: el consumidor/a estafado no tiene la culpa de ser objeto de este engaño, pues no se le informa a qué queda sujeto cuando llama. Los productores bien saben lo que hacen. Es con premeditación y alevosía.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Con la música en Nicaragua

La sección baby de "Balada Poética" en el Teatro Nacional "Rubén Darío" de Managua, justo antes de entrar a escena. Al fondo, asomo yo bajo el fedora.


El sábado 20 de septiembre tuve la oportunidad de dirigir a la sección más joven de “Balada Poética” en el Teatro Nacional “Rubén Darío”, de Managua, en el marco de la primera revista cultural “Tejiendo Redes Ignacianas”, convocada por los colegios jesuitas de Centroamérica y en la cual representamos al Externado de San José.

Ya en 2006 había llevado una pequeña delegación al evento que organiza el Colegio Centroamérica pero esta ocasión era de mayor magnitud, porque involucraba a siete instituciones de cinco países: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá. Las representaciones institucionales de todos los países sumaron más de 220 artistas en las ramas de teatro, música y danza de varios géneros.

Nuestra intervención artística de música, poesía y danza estuvo bastante bien. No digo perfecta pero sí muy buena, inspiradora en el momento y sublime en el recuerdo creado, pues aunque existieron pequeños yerros, fueron solo pequeñas anécdotas que conocemos desde dentro pero no estropearon el resultado final, producto de muchos ensayos aquí y dos agotadoras jornadas de preparación allá.

A nivel personal, fue un momento nunca antes vivido: estuve en el escenario con saco y corbata (debajo de un sombrero fedora gris claro), detrás de las voces y la danza, de cara a la banda como un director musical formal. Escuché cada nota con el quieto temor de quien teme romper una fina hebra dorada, mas con mucho agrado entre el silencio del respetable que nos honró con su atención.

Las palabras del narrador que soy podrían describir el momento de ver aquel magnífico teatro lleno, dando el reconocimiento en forma de aplausos para estos absortos chicos y chicas, pero plasmar esa emoción en sintagmas es algo reservado a los poetas.

Vaya el justo reconocimiento al empeño puesto por Paola (voz y poesía), Vanessa y Camila (canto), Mariana y Marcela (guitarras), Diego (bajo), André y Marco (cajones flamencos), Daniela (percusiones menores), Juan Carlos (violín) y Daniella (danza neoclásica). Sus familias, su colegio y su país pueden sentirse orgullosos de ellos. Gracias también a las familias nicaragüenses que adoptaron por tres días a estas criaturas, así como a las instituciones que convocaron y colegas que organizaron este singular encuentro.


Aquí, los chicos/as frente al TNRD. Yo estoy de este lado de la cámara.


Y este es el resumen de video.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Las imágenes de la patria

La imagen ideal de El Salvador la pintó con palabras David J. Guzmán en la “Oración a la bandera”, que es en realidad un saludo a una patria principalmente paisajística (el aire que respiramos, la tierra que nos sustenta, fértiles campilas, apacibles lagos, soberbios volcanes, cielos de púrpura y oro, campos con doradas espigas, etc.) con algunos elementos abstractos, genéricos o metafóricos (la familia que amamos, la religión que nos consuela, la libertad que nos defiende, etc.).

En contraparte, está la “Patria exacta”, de Oswaldo Escobar Velado (que si bien no es tan exacta sí toca un tema tabú en el discurso oficial de mediados del siglo XX, como es la pobreza); y, por supuesto, el benemérito aunque no completamente ocurrente “Poema de amor”, de Roque Dalton; en ambos casos, trátase de retratos que distan mucho de aquella visión idílica en la cual se insiste especialmente en las fechas cívicas, aunque en ambos casos se manifiesta de alguna manera el compromiso, la solidaridad y la lucha por cambiar tales duras realidades: “Allá -y yo con ellos- están los explotados, los que nada tenemos como no sea un grito universal y alto para espantar la noche” (Escobar Velado), que es como decir “Mis compatriotas, mis hermanos” (Dalton).

Pero también hay otros efluvios verbales detestables por extremistas, porque falsean la realidad al absolutizar sólo un aspecto de los muchos que conforman eso que se llama “patria”.

De un lado, formulaciones como “El asco” o aquel texto que hacía una “Contraoración a la bandera”; y del otro, un discurso chauvinista, sin fundamento y francamente ridículo que plantea haber nacido en El Salvador como lo mejor que le ha podido pasar a una persona, tanto así que “si volviera a nacer, elegiría ser salvadoreño/a”, exaltando supuestas cualidades colectivas que definen el ser nacional (valor, trabajo, solidaridad, etc.), pero que no tienen base objetiva.

Y entre todo esto, ¿no habrá manera de hallar algún sano equilibrio?

domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Es tan malo Arjona?

Antes de que otra cosa suceda, declaro lo siguiente: no soy fan de Ricardo Arjona, pero eso no me impide admitir que tres de sus temas me agradan: “Quién diría”, “Dime que no” y “Si el norte fuera el sur”. Otra cosa es el cúmulo de motivos que me impulsan a cambiar de radioemisora o darle un generoso stop a cualquier reproductor de música aledaño de donde salgan sus demás canciones.

Hasta aquí, todo puede ser cuestión de gustos, pues como dice Serrat, “cada quien es cada cual y baja las escaleras como quiere”. Sin embargo, así como hay gente que halla en la música de Arjona una fuente valiosa de inspiración, humanismo y filosofía de vida, también hay una fuerte corriente de comentarios vilipendiosos en su contra, tanto en la vida real como en internet, tratando de demostrar que, objetivamente, Arjona es un malísimo artista.

De su voz no diré nada, principalmente porque no hay nada que decir más que a unas personas les gusta y a otras no, y cada quien está en su derecho. En cambio, sí se pueden analizar los demás ataques, que generalmente vienen por dos flancos: por una parte, el nivel literario de sus versos y, por otra, la sabiduría de sus aserciones.

Sobre la primera crítica, en su beneficio acotemos lo siguiente: su trabajo se enmarca en el campo de la músic pop, donde realmente muy pocos autores son escrupulosos con la métrica y en la cual abundan las llamadas “rimas fáciles” (verbos en infinitivo como “andar” y “marchitar”, adjetivos terminados en -ado y adverbios construidos con el elemento compositivo -mente).

En efecto, muchas de sus canciones trastabillan de manera horrible en el pie de verso (“Jesús verbo, no sustantivo” y “Mujeres” van a la cabeza), pero en esto Arjona sólo es ligeramente peor que otros celebrados cantautores, que acomodan las sílabas a como dé lugar en la melodía, o las meten a martillazos.

Algo similar puede decirse de las indigestas asociaciones conceptuales resultantes de rimar “cuartel” y “hotel”, o de sus retruécanos de principiante (“no le quite años a su vida, ¡póngale vida a los años!”). Mi punto es este: hay canciones de la primera Shakira que usan recursos de ese nivel, como “Antología” (“Desarrollaste mi sentido del olfato / y fue por ti que aprendi a querer a los gatos, / despegaste del cemento mis zapatos / para escapar los dos volando un rato”), pero nunca nadie la atacó nunca por eso.

O sea, pues, que en este punto la cosa no es para tanto.

En cuanto a lo otro, al considerar la pretendida sabiduría de sus aserciones, es evidente que no estamos en presencia ni de un Sócrates contemporáneo ni de la reencarnación de Confucio; sin embargo, reconozcámosle una virtud a Arjona: su capacidad para decir cosas simples de manera sencilla y poco elaborada, con las que mucha gente promedio se identifica rápidamente.

Tal fue la razón del inusitado éxito de “Jesús verbo, no sustantivo”, una crítica al cristianismo tradicional e hipócrita -católico o evangélico, da igual- con argumentos que cualquier persona sin mayor talento artístico pero con una pizca de espíritu crítico podía haber dicho (“Jesús no entiende por qué en el culto le aplauden. / Hablan de honestidad sabiendo que el diezmo es un fraude. / A Jesús le da asco el pastor que se hace rico con la fe”).

Aunque algo más trabajados, lo mismo aplica para algunos versos de “Mojado” (“Y no es de aquí porque su nombre no aparece en los archivos / ni es de allá porque se fue”) y “Por qué es tan cruel el amor” (“No se acaba el amor solo con decir adiós / hay que tener presente / que el estar ausente / no anula el recuerdo”).

En este aspecto, preguntémonos si llevan razón quienes lo acusan de cantar despropósitos o incluso estupideces. Algo de esto habrá, seguro. Recordemos aquello de “nosotros contra el machismo / ustedes al feminismo / y al final / la historia termina en par”, que demuestra una profunda trivialización de ambos conceptos. Pero cosas de estas también las encontramos en otros artistas que pasan por sabios, aunque tal vez con menos frecuencia y ruido, o acaso con más estilo, como en el buen Facundo Cabral.

Con lo dicho en los párrafos anteriores, basándonos puramente en su música, digamos que Arjona no es tan malo como claman sus detractores. Tal vez, si acaso, sea el más famoso de los anodinos.

El problema con él es el mismo que con Paulo Coelho: que la gente le atribuye dotes de sabiduría que no tiene; o bien, halla profundidad en sus frases superficiales.

Una última acotación para cerrar el tema. Cuando escuchamos canciones como la “Historia de taxi” (una fantasía erótica de telenovela subnormal) o “Te conozco” (una declaración machista del dominio que el amante abandonado cree todavía ejercer sobre su expareja), o cuando vemos los videos de sus canciones repletos de mujeres-objeto, resulta todavía más incomprensible esa imagen de intelectual “progre” con que muchas personas identifican al mencionado cantautor.

En conclusión: el problema no es tanto él, sino sus adoradores.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Para que quede

Hay quienes sólo saben hacerse notar mediante la palabra injuriosa y artera, pudiendo ser vulgares incluso con lenguaje elaborado. Entrar en su dinámica no resolverá ningún conflicto, antes bien, te sumergirá en el cieno. No te puedes poner a discutir con una persona cuyo interés principal es ofender antes que debatir. La clave es darte cuenta a tiempo y poner tanta distancia como sea posible.

martes, 2 de septiembre de 2014

Seré breve