miércoles, 30 de mayo de 2007

Máscara con expresión variable

"V for vendetta" es una enigmática película que combina con buen balance un argumento de novela de anticipación política (con mucha errónea frecuencia etiquetada como "ciencia-ficción"), un personaje rebelde anarquista y la atmósfera "Matrix", sello de los hermanos Wachowski. Dentro de todos los aspectos comentables, el que más me llamo la atención fue la capacidad del actor Hugo Weaving ("el agente Smith", para el gran público) para hacer que el protagonista "V" fuera muy expresivo... pese a que la máscara de Guy Fawkes le cubre el rostro durante todo el filme. Así, con las inflexiones de voz, los gestos corporales y un parlamento barroco típico del siglo XVI (época en la que vivió el personaje histórico en quien se inspira), logra lo que parece imposible: que una y la misma máscara luzca triste, irónica, indignada, dulce, patética, tierna o fría en los distintos momentos de la trama. ¡Gran virtud... y habilísimo diseño!

miércoles, 23 de mayo de 2007

Guitarra multiplicada


A quien superviso en la guitarra es Fernanda Reneé, una niña de 7º grado a quien el año anterior, junto con otra veintena de adolescentes de la institución educativa en donde laboro, dediqué veinticinco sesiones de enseñanza-aprendizaje de guitarra popular.

Como estas cosas sólo funcionan a partir del equilibrio entre entusiasmo y disciplina, mi experiencia me decía que si lograba que finalizaran el curso al menos la tercera parte de los inscritos, sería un éxito. Para mi sorpresa y alegría, las cifras superaron las expectativas, pues de más de una docena puedo decir que "pueden algo" de guitarra, tanto así que ya hemos cumplido un par de jornadas con la pequeña orquesta guitarril, amenizando actividades internas.

La foto en cuestión proviene de la mañana de hoy, en un festival musical en donde pusimos el necesario acompañamiento algunos participantes. Elegí sólo a Fernanda para esta tarea por varias razones: por ser de las más avanzadas, porque no estaba inscrita como participante, porque poner más guitarras le daría a todas las canciones un sabor de rondalla no deseable en este contexto y porque, por su tiempo y situación académica, tenía posibilidades reales de aprenderse seis canciones en un par de días, como finalmente sucedió.

Las cosas salieron bien y me place colocar aquí esta referencia como símbolo de aquella satisfacción docente que ha significado multiplicar la guitarra en muchas jóvenes manos como las de Fernanda, Angela, Imbers, Gabriela la cantante, Fernando, Mapachita Cuéllar, Pino, Sara la escritora, Avelar el pequeño, Trigueros, Ibarrita, Auerbach, Bonilla la mediana, Melvin, Quintanilla y otros más. ¡A ver si se mantienen activos y no me hacen quedar mal!

domingo, 13 de mayo de 2007

Lujuria odorífera

En la peculiar relación contemporánea entre literatura y cine, al momento de poner en la balanza lo visto y lo leído, bien puede decirse que hay excelentes películas basadas en obras regulares ("Drácula", de Coppola, es sublime, en tanto que a la novela de Bram Stoker le sobran una buena cantidad de páginas), mientras que hay excelentes novelas de las cuales su versión cinematográfica es apenas pasable ("El nombre de la rosa" en cine es, con suerte y pese al Sherlock Holmes medieval que es Sean Connery, una pálida caricatura del monumental libro de Eco).

Raro es hallar, entonces, una película que, siendo fiel al libro en el que se basa, mantenga el buen nivel allí exhibido. Tal es el caso de "El perfume", libro de Patrick Süskind que leí hace algunos años y del cual, más que detalles específicos, recordaba su final apoteósico.

Creo que ambas obras, el libro y el filme, están diseñadas para impresionar al lector/espectador con las características propias del lenguaje artístico de cada género. En este caso, el acierto del director Tom Tykwer está en el adecuado balance entre las partes narradas, los diálogos y, especialmente, los oportunos y ricos pasajes en que imágenes evocan sensaciones olfativas, en cuya lujuriosa obsesión hallamos la base que sostiene la historia.

En cuanto al final, reconozcamos lo difícil que es lograr trasladar el ya mencionado clímax literario a la pantalla grande. Me parece que la película lo sugiere, dejando el resto para el espectador que haya leído previamente antes el texto. Esto, lejos de ser un fracaso, quizá sea la única forma de tratar con un asunto tan delicado.

Por eso, mi recomendación es: para garantizar su pleno disfrute... ¡léala antes de verla!

El lugar donde anida la tristeza

Desde hace más de una década tenía pendiente la lectura de "El llano en llamas", cuentos de Juan Rulfo, libro del que hasta hoy únicamente conocía uno titulado "El hombre", impresionante y difícil relato a cuatro voces entre un traslape temporal que exige de varias lecturas. Finalmente, durante varias sesiones de espera en el gimnasio de artes marciales al que asiste mi hija, concluí la tarea y, con ella, el conocimiento de la obra total de este autor, es decir, sus dos libros, modelo de efectividad literaria.

Dado que los críticos ya han analizado hasta la saciedad esta durísima prosa, abundar sobre ello es redundancia. En este caso, creo que es un párrafo del mismo libro el que mejor describe sus ambientes y sensaciones que son, a mi modo de ver, el gran tema de este conjunto de quince cuentos.

Transcribo un fragmento del décimo, "Luvina", aplicable a todo el mundo rulfiano:

Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubieran entablado la cara. Y usted, si quiere, puede ver esa tristeza a la hora que quiera. El aire que allí sopla la revuelve, pero no se la lleva nunca. Está allí como si allí hubiera nacido. Y hasta se puede probar y sentir, porque está siempre encima de uno, apretada contra de uno, y porque es oprimente como una gran cataplasma sobre la viva carne del corazón.

domingo, 6 de mayo de 2007

En Alegría, Usulután.


Anoche estuvimos en "La casa alegre", hostal, residencia artística y tiendita del arte ubicada en el pequeño municipio de Alegría, Usulután. Llegamos allí invitados por Paola y Memo, nuestros anfitriones artistas, para hacer una hora de música y poesía, con mis canciones y los textos del poeta Rafael Góchez Sosa, todo ello en la salita principal del local. La mayoría de asistentes fueron gente del lugar y en ellos, por primera vez desde que tengo memoria de escenarios, tuve a un público inmediato, sin la distancia que micrófonos y escenarios generan. Ello generó más nervios de lo acostumbrado, pero al final creo que solventamos la presentación con decoro.

Empero, sin quitarle su valor artístico, siento que esta visita es ya especial en la memoria debido al agradable ambiente del pueblito incrustado en las faldas del volcán Tecapa: un contexto bastante tranquilo, amable y acogedor, libre de los males más visibles que han deteriorado nuestras ciudades, con una especie de nostalgia viviente en donde uno puede, al menos por unas horas, descansar de verdad.

Nos faltó algo de tiempo para probar alguno de los sitios de comida que por ahí abundan, así como para caminar hacia la laguna volcánica. En compensación, llegamos hasta más allá de la medianoche platicando de esto y aquello, trajimos un par de plantas para que arraiguen en el jardín e hicimos algunos contactos de cara a posibles y futuras actividades en la zona oriental del país.

¡He aquí que ha nacido un recuerdo bonito... y alegre!

En la foto, Carmen y RFG con antenitas cortesía de Paola, mientras Memo brota de la ventana. Acompañan la escena el pintor Carlos Párraga y su amada.