viernes, 18 de diciembre de 2015

Va de nuevo

PREVENCIÓN INNECESARIA: CONTIENE SPOILERS.

J.J. Abrams hizo un buen trabajo en el episodio VII de Star Wars, The Force awakens. Rescató la saga de los soporíferos diálogos y las empalagosas secuencias saturadas de acción de la trilogía reciente (episodios I, II y III) y capítulo final de la trilogía original (episodio VI), lo cual es de agradecer.

Pero, al parecer de este escribiente, deslumbrado espectador infantil de aquella Star Wars de 1977, no alcanzó los niveles épicos de A new hope y The Empire strikes back, si bien anduvo cerca.

La principal dificultad no está en la labor de dirección, ni los magníficos recursos tecnológicos para efectos especiales, ni las actuaciones de los adultos mayores y jóvenes relevos, sino sencillamente… que ya no hay más que contar.

Conscientes de ello (y como ya lo han señalado muchos antes que este bloguero), los productores optaron por hacer una especie de remake de A new hope. No les quedó mal, pero una copia tiene en su contra su misma esencia, ese original en el que se inspira.

La situación es técnicamente igual en 2015 que en 1977: domina un maligno Imperio (hoy la Primera Orden), la Resistencia aguanta como puede al mando de la princesa Leia (hoy generala), hay información vital en un androide perdido en un planeta arenoso R2D2 en Tatooine (hoy BB8 en Jakku), el Imperio tiene una poderosísima arma (Estrella de la Muerte o Planeta de la Muerte) a la cual se puede destruir atacando una pequeña debilidad con cazas pequeños, el villano es un enmascarado en traje negro con poderes sobrenaturales y además pariente de los líderes rebeldes (Kylo Ren es una gris emulación de Darth Vader), la esperanza de redención viene de un joven que posee la Fuerza pero no lo sabe (antes el chico Luke, hoy la chica Rey), etc.

Demasiado obvio.

Hasta Han Solo reconoce, en una escena dentro de la misma película, que todo es cuestión de volver a hacer lo mismo de antes. Quizá por ello la escena de su muerte, a la que se entrega casi voluntariamente, impresiona menos por parecerse demasiado al gesto póstumo del viejo Obi-Wan Kenobi frente a Darth Vader en el episodio IV.

Y esa fórmula funciona… hasta cierto punto. Es recuperar el sabor original, con algunos toques novedosos (el soldado imperial desertor y la chica con talento jedi). Es relanzar una nueva trilogía sobre los mismos pasos de la anterior, con la esperanza de no aburrir al público antes de 2020.

Casi lo logran... pero no. No esperen lograr el mismo éxtasis de 1977, que aquel fue el encanto de la primera vez, y esas experiencias son únicas.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Esos malditos "spoilers"

Spoil
verb (used with object)
1. to damage severely or harm (something), especially with reference to its excellence, value, usefulness, etc.

En cine y literatura, dar un spoiler es contar una parte importante de la obra a alguien que no la ha visto o leído, cuyo conocimiento previo puede estropear la experiencia estética de la sorpresa o desvelamiento.

Lo interesante del spoiler (que en español podría ser un “arruinador”, si no se oyera tan mal) es que sólo es devastador y telúrico en cierto tipo de tramas, aquellas que están construidas en torno a ese hecho fundamental, oculto estratégicamente para aumentar la curiosidad y provocar un éxtasis en el momento oportuno.

Y no todas las tramas son así.

Hay muchísimos libros y películas que pueden disfrutarse tanto o más, incluso (o a pesar de) algún spoiler entrometido. Por ejemplo, el terrible drama de El Dr. Jekyll y Mr. Hyde no viene a menos sabiendo desde la primera página que uno es el otro, ni tampoco nos priva de emoción alguna la certeza de que Django saldrá airoso al final de Django Unchained.

Pero hay algunos libros y películas en donde el spoiler hace honor a su nombre.

Aquí les comento cinco de mis filmes preferidos.

[ALERTA DE SPOILERS]

Si, por insólito que parezca, usted aún no ha visto alguna de las siguientes, al nada más leer el título en negrita aparte su mirada como huyendo de una nefasta plaga. Advertido/a está.

- Planet of the apes (1968)

Protagonizada por Charlton Heston, Roddy McDowall y Kim Hunter. 8.0 en IMDB.

Si usted desde el inicio sabe que el planeta donde aterrizó el astronauta es la misma Tierra dentro de miles de años, por vía de un túnel del tiempo, el suspense hacia el final del filme irá un poco a menos y la última escena frente a las ruinas de la estatua de la Libertad no será tan impactante como debería.

- The Matrix (1999)

Dirigida por los hermanos Wachowsky, estelarizada por Keanu Reeves. 8.7 en IMDB.

Más allá de las espectaculares secuencias de acción, la primera parte de la película no se disfruta igual cuando uno ya sabe que todo ese mundo es realidad virtual.

- The sixth sense (1999)

Dirigida por Night Shyamalan, con Bruce Willis y Haley Joel Osment en los papeles principales. 8.2 en IMDB.

¿Esa película en donde el protagonista ya está muerto, pero no se da cuenta sino hasta el final (junto con toda la audiencia)? Sí, esa misma. Igual asusta, pero así ya no es lo mismo.

- The prestige (2006)

Dirigida por Christopher Nolan, con Christian Bale y Hugh Jackman. 8.5 en IMDB.

Usted maldecirá a quien le llegue a decir, antes de comenzar la función, que todo el truco está en que uno de los magos tiene un gemelo idéntico pero secreto.

- Shutter island (2010)

Dirigida por Martin Scorcesse, protagonizada por Leonardo DiCaprio. 8.1 en IMDB.

Saber desde un principio que el protagonista está inmerso en un montaje donde pacientes, enfermeros y doctores son cómplices de una farsa con fines terapéuticos echa a perder toda sorpresa.


Posdata:
Luego hablamos del problema psicológico que seguramente tienen los que gustan de dar spoilers destructivos y no solicitados.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

De maldiciones indiscriminadas

Tragedia
5. f. Situación o suceso luctuoso y lamentable que afecta a personas o sociedades humanas.

No sé si haya alguien que pueda preciarse de estar anímicamente preparado/a para enfrentar una tragedia que toca a gente de su entorno cercano, especialmente si esta es imprevista, repentina y atroz.

Tal evento infausto es capaz de sacudir cualquier base previa.

Cada quien reacciona como puede, a partir de sus creencias sobre el sentido de la vida y del universo, las más de las veces muy lejos del estoicismo (ser fuerte, ecuánime ante la desgracia).

En esos momentos, además del llanto inevitable, hay quienes recomiendan verbalizar, escribir los sentimientos negativos como catarsis, desahogo que se ve como saludable.

Y… quizá, puede ser.

El solo proceso de poner en palabras esos infaustos sentimientos, como la impotencia y la rabia, tal vez ayude a clarificar un poco las emociones, racionalizarlas y mantenerlas a raya por simple necesidad de supervivencia, para no dejarse arrastrar hacia el abismo del sinsentido y las imprecaciones indiscriminadas.

Esto último es un espectáculo penoso, quizá comprensible según la dimensión de la desgracia, aunque también injusto cuando ese torrente se lo pasa llevando gratuitamente, solo por estar ahí.

Uno puede, en un acto de tolerancia y comprensión, guardar silencio, que ya se le pasará.

O puede también buscar el momento oportuno para hacerle recapacitar.

Voy al caso.

Uno conoce la cifra diaria de asesinatos en El Salvador, así como la elevadísima tasa de hechos delincuenciales; pero cuando la persona afectada es alguien que conocemos, o que se mueve en nuestros entornos cercanos, ese saber deja de ser una estadística para convertirse en un dolor o temor palpable.

Algunas personas, entonces, expresan su dolor maldiciendo… y quizá sea válido.

Pero cuando ya incluyen reiteradas sentencias como “maldito país” o “este país es una mierda”, uno comienza a dudar de la sensatez del discurso.

El país no es solo el paisaje, sino principalmente su gente. Y aquí hay gente indolente, borrega y villana, pero también personas piadosas, solidarias y generosas en sus dones. ¿Son "malditos" todos, sin discriminación alguna?

Hay criminales de todo tipo, pero también hay seres humanos muy dignos. ¿También estos “son una mierda”?

Hay autoridades elegidas o designadas que no hacen bien su trabajo, revolcados en el miasma, pero también hay quienes buscan soluciones y hasta arriesgan su vida por un ideal de presente y futuro. ¿También a ellos van las puteadas?

Llore y recuerde a sus muertos, compadézcase del dolor ajeno y apoye quien pueda, pero no me venga con que "este país es una mierda".

Piense, medite, reflexione... Que mañana despertará en medio de ese mundo de heces que ha descrito, verá que la vida sigue... y algo tendrá que hacer.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Vanamente aferrados

El ser humano intenta resolver su insignificancia adhiriéndose a poderes que cree superiores a él.

Una institución, el status quo, un partido político, la religión, una ideología, la raza, un equipo deportivo, una persona idolatrada, etc., son las formas visibles de esos poderes, en los que la gente pone su fe.

Pero como todo constructo humano, fallan.

Y cuando fallan, hay quienes sienten derrumbar su mundo interior, aferrados como están a cosas vanas, reflejo de su propia debilidad.

Entonces viene el shock y, como primer paso, la negación: intentar preservar a toda costa la pureza de aquellos/as en quienes se ha puesto la fe vital, ya sea mediante afirmaciones ciegas a la evidencia (“no es posible, sería incapaz de hacer eso, son calumnias”) o a través de justificaciones que culpan de una u otra manera a las víctimas, que siempre las hay.

Y así se mantiene a salvo el sentido de la propia vida, tanto más miserable cuanto más incapaz se es de rebelarse contra eso que nos ha traicionado.