domingo, 22 de enero de 2012

De la historia ideologizada

En la reciente conmemoración de los veinte años de la firma de los Acuerdos de Paz quedó claro que la guerra aún persiste en la mente de muchas personas. Las reacciones de varios antiguos militares y sus adeptos ante el perdón oficial solicitado por el Presidente de la República en el caso de la masacre de El Mozote reveló, además, que los autores de tales crímenes continúan negándolos y justificándolos, siendo evidente que no tienen la menor intención de reconocer su responsabilidad y mucho menos de pedir el perdón que deberían. Por su parte, el Presidente de la Asamblea Legislativa, excombatiente de la guerrilla, dijo con toda tranquilidad que ellos, el otro bando en conflicto, tienen "las manos limpias", como si una guerra como la que hubo en El Salvador se hubiera librado entre "buenos" y "malos", al peor estilo de los comunicados del Comité de Prensa de la Fuerza Armada y de la Radio Venceremos.

En 2012 también se cumplen ochenta años del levantamiento campesino de 1932 en la región occidental del país, hecho que fue violentamente reprimido bajo el mando del General Maximiliano Hernández Martínez, con un saldo de muertos cuyo número varía entre los 5,000 mencionados en un comunicado de aquel gobierno y los 30,000 que citan fuentes ligadas a la izquierda; en cualquier caso casi la totalidad de fallecidos fue producto de una cacería étnica que se prolongó por más de un mes. No obstante la distancia temporal de aquel hecho, la izquierda pero especialmente la derecha recalcitrante continúan reproduciendo versiones ideologizadas sobre el tema. A ambos grupos les convendría leer "Cenizas de Izalco", de Darwin Flakoll y Claribel Alegría, pero sobre todo la más exacta interpretación histórica del hecho, que es el octavo capítulo de "Catleya Luna", novela de Salarrué, titulado "La repunta".

Visto lo visto, me pregunto entonces ¿cuántas generaciones habrán de pasar para llegar al tiempo de la reconciliación?

viernes, 20 de enero de 2012

Cinco de JuanGa


No he escuchado todas de canciones que Juan Gabriel ha escrito e interpretado en su propia voz o por vía de consagrados cantantes de todo género, como tampoco busco especialmente esos estados de ánimo frecuentemente desgarradores, nostálgico-depresivos o plenos de despecho; no obstante, uno oye todo tipo de música en todo tipo de lugares, desde aquel local de hace dos décadas donde iba a que me recortaran el cabello (que entonces tenía) hasta unidades de transporte colectivo con la pieza a todo volumen y estridente ecualización, sin desconocer completamente los programas especiales, videoclips y conciertos que con frecuencia pasan por televisión, aunque sea mientras los canales transcurren en cascada, además del buen “long play” (LP) titulado “El alma joven” (volumen III) que había en la casa de mi infancia (con la sección de cuerdas de la orquesta de Paul Muriat, un toque especial que curiosamente no combina con la entonces voz nasal del Divo de Ciudad Juárez).

Es impresionante la capacidad de este cantautor para conectar con la sensibilidad popular, generalmente identificada con papeles lamentables de víctima, despecho y autocompasión, si bien ocasionalmente se canta el gozo por haber hallado el amor ideal. Por poner contrastes, no le he escuchado canción más triste que “Yo no nací para amar”, tras lo cual el corte de venas pareciera ser la conclusión natural, en tanto que “Con tu amor” es la expresión idealizada del amor casi perfecto.

Dentro de su género y en el debido contexto no adictivo, estas cinco me parecen buenas para su “top five”, en orden de preferencia.

  • Sólo sé que fue en marzo”, un “remix” de 1986 bastante mejorado con respecto al lanzamiento original de 1972.
  • Así fue”, tanto en la voz original y sumamente expresiva de Isabel Pantoja como en la propia del autor en el Palacio de Bellas Artes en 1998.
  • Lo pasado, pasado”, que permitió lucirse a José José en el apogeo de su carrera.
  • Inocente pobre amiga”, con la soberbia interpretación escénica de Lupita d’Alessio.
  • Se me olvidó otra vez”, ranchera de cantina capaz de contagiar un estado anímico lamentable.

viernes, 6 de enero de 2012

Contra el acoso, pero sin bayuncadas.

Hace unos días supe que una prestigiosa institución implementará a partir de este año una política preventiva contra el acoso sexual. Esto me parece bueno, necesario, justo y oportuno. Tal mal de siglos es parte de nuestra así llamada idiosincrasia y su combate no es tarea sencilla, pues toca conductas que se aceptan como naturales, aunque son lesivas a la dignidad. El documento en donde se explican los pormenores de dicha política es bastante claro.

No obstante, hay un par de acciones allí enumeradas cuya inclusión me parece contraproducente porque le quita seriedad al tema y parecieran provenir de la paranoia, la hipersensibilidad y la absurda exageración, antes que del sano afán de defensa de la integridad de la persona.

Sí, “realizar contactos físicos desagradables, inapropiados o innecesarios” en contra de la voluntad de alguien es una conducta evidente del acosador o acosadora sexual. Pero... ¿catalogar como acoso las “miradas lascivas”? Uno no puede menos que preguntarse si quienes redactaron el texto no estarían de broma al creer que se puede establecer objetivamente dicha condición en una mirada, como si fuésemos de aquellas caricaturas en donde al sujeto se le salen los ojos de las órbitas, aúlla y babea con la lengua de fuera, con sus respectivos efectos sonoros de corneta de vehículo antiguo y jadeos.

Incluso si se tomaran estricta observancia algunos de dichos apartados (pocos, eso sí, pero existentes), muchas declaraciones de sana cortesía ¿acaso no podrían ser denunciadas como acoso? Por ejemplo, si a susceptibilidades vamos, decirle a alguien “¡qué bien te queda ese traje!” o "¡te luce ese vestido!" podría ser interpretado como una “observación de naturaleza sexual acerca del cuerpo o la vestimenta”.

El artículo 165 del Código Penal dice así:

El que realice conductas sexuales indeseadas por quien las recibe, que implique tocamiento u otras conductas inequívocas de naturaleza sexual será sancionado con prisión de seis meses a un año.

Pongamos el subrayado en el adjetivo "inequívocas".

martes, 3 de enero de 2012

Comunicado de Fernando Llort

A propósito de la destrucción del mural de Catedral Metropolitana de San Salvador, me permito reproducir aquí el comunicado de prensa de Fernando Llort (3 de enero de 2012) como gesto solidario y en apoyo a sus peticiones.

Comunicado de prensa de Fernando Llort

Siempre he creído que Dios nos dio las manos para construir, no para destruir. Siempre he creído que las manos son herramientas de paz y de expresión artística. Pero sobre todas las cosas, las manos nos ayudan a pedirle inspiración y guía a Dios.

Cuando la Iglesia me encargó hacer un mural para la fachada de la Catedral de San Salvador en 1997, lo primero que hice fue rezar para pedir inspiración.

La solicitud de la Iglesia de adornar la fachada de Catedral es la más grandiosa satisfacción que Dios me ha dado en mi carrera. La destrucción de esa obra por la misma Iglesia es la cosa más triste que me ha pasado en mi vida.

Lamento esa decisión que muchos no comprendemos. Respeto profundamente a la Iglesia y a su jerarquía. A ellos les digo que hubiese entendido si me hubiesen pedido que trasladara el mural a otro lado. Hubiese entendido si había que restaurarlo. Pero no logro entender por qué destruyeron en silencio una obra de arte de carácter público.

Me siento sorprendido e inmensamente triste porque me negaron la oportunidad de retirar con dignidad la obra más importante de mi vida.

No tiene caso discutir si la obra gustaba o no gustaba. Este es un tema de respeto y dignidad. Este es un tema de básica cortesía y mínima sensibilidad a toda obra de arte.

La fachada de la Catedral era mi obra más importante por el significado espiritual que tenía para mí y porque sentí que era un regalo de la Iglesia al pueblo. Yo dediqué esa obra a todos los que fuimos bautizados como “artesanos de la paz” por el Papa Juan Pablo II en su visita de 1983. La obra era de todos, no era mía ni de la Iglesia.

La obra la denominé “Armonía de mi Pueblo”, por sus elementos artísticos, y también porque “armonía” era lo que nuestro país más necesitaba en aquel momento. Monseñor Romero fue una de las personas que Dios utilizó para que yo encontrara inspiración y por eso tenía una dedicatoria especial para él.

Dediqué más de un año de mi vida para hacer posible el mural y participaron en esa obra muchos artesanos, artistas y arquitectos nacionales y extranjeros. No acepté más remuneración que el costo de los materiales porque sentí que como artista era un privilegio. Fue un honor realizar ese mural y lo hice con especial devoción.

Mucha gente se siente indignada porque sentían que esa obra le pertenecía a todos los salvadoreños. Yo pienso igual. Ese mural le pertenecía a todos y era una expresión de la cultura salvadoreña. Particularmente, siento que la destrucción del mural es una bofetada desesperanzadora para todos los artesanos y artistas nacionales.

Soy respetuoso de lo que la Iglesia disponga. Mi más grande deseo, como artista, sería volver a ver mi obra adornando nuevamente la casa de Dios. Pero esa no es una decisión mía, como tampoco fue decisión mía en 1997.

Le pedí a Dios que me iluminara cuando diseñé el mural en 1997, y le he pedido a Dios que me ilumine hoy que han destruido una obra de arte sin una razón convincente.

Acepto la disculpa mediática de Monseñor Escobar; la acepto con paz, con tristeza y con resignación. Nunca he sido una persona de rencores ni de resentimientos. Agradezco la disculpa que han hecho en los medios aunque no comprenda sus argumentos.

Quisiera pedir tres cosas.

Lo primero que deseo pedir, a la Iglesia, con todo respeto, es que se le ofrezca al país una explicación seria y coherente. La versión del deterioro de los azulejos es técnicamente insostenible además de inconsistente.

No quiero una explicación para este servidor. Creo que por respeto, los salvadoreños, merecen una explicación decente, con sustento técnico y basada en la verdad.

También quiero pedir que sirva este episodio para reclamar dignidad para los artesanos y artistas de El Salvador, para que se valore su trabajo y se respeten sus obras. No quiero nada para mí, sólo quiero un lugar de respeto a los hombres y mujeres que viven del arte en todas sus manifestaciones. Su trabajo es digno y merece respeto.

Y lo más importante que quiero pedir es que la Iglesia me entregue los escombros que sobrevivieron de la destrucción de la fachada de Catedral. Quisiera trabajar con los pedazos de azulejo que se hayan podido rescatar para iniciar una obra-homenaje que pienso llamar “Dignidad y Respeto a los Artesanos y Artistas Salvadoreños”.

Aunque sea un hecho históricamente triste para el país, con esto se abre una ventana para que los salvadoreños reclamemos dignidad y respeto para el arte, para los artesanos y para los artistas en todas las manifestaciones. Así lo veo, con paz, con resignación y con sentido de oportunidad para el arte y la cultura de El Salvador.

Muchas Gracias.

Fernando Llort

Fuente: portal de Facebook de Radio Clásica.

domingo, 1 de enero de 2012

Viaje a mi querida infancia

Hay una franja de mi infancia alrededor de los diez años de edad que recuerdo con particular agrado. Tiene que ver con tardes pasadas en la biblioteca del colegio leyendo las historietas de Tintin, que a veces podía prestar para llevar a casa y en otras ocasiones encontraba en la revista argentina "Billiken". Ver la película de "Las aventuras de Tintin" ha tenido ese significado sentimental y, de paso, es una confirmación más de lo obvio: que cualquier efecto especial o tecnología 3D nada sería si no contara, como en este caso, con una historia ingeniosa, lo que en aquella época con muchos de mis coetáneos percibíamos como un libreto inteligente en el género de aventuras. Así pues, por el nexo sentimental que me une a los personajes en la memoria, en este tema no puedo ser objetivo... ¡y qué bien que así sea!