lunes, 16 de mayo de 2011

RFG en "Daltónicos"

El sábado 14 de mayo a las 6:00 p.m. en el Centro Cultural "Nuestra América" se presentó "Daltónicos", disco de poesía musicalizada de Roque Dalton, en el cual tuve una participación con este poema:



La verdadera cárcel

Por Roque Dalton García
(del libro "Taberna y otros lugares", 1969)

¡Oh, mi país!
Sus ojos descarriados
solo flores en homenaje de su muerte adivinan.

Año de la profundidad,
tempestad deshabilitada,
pero en espera de su gota de fecundación.
Bienvenida entonces
enhorabuena la locura
voy a comprarle un caramelo
para que me defienda
y así poder volar alguna vez al mundo
luego de este sumergimiento mortal.

Prefiero, sabedlo, la locura
a la solemnidad.
Hojeo mi alma, mis guadañas,
mis vértigos.
Y no es en otros términos
la respuesta florida.

Así confío en la potencia
del abandono
o del alarido angustiado
que permanecerá como prueba
de mi remota inocencia.

Menudo esfuerzo hice
para tener fe
tan solo en el deseo y en el amor
de quienes no olvidaron
el amor y la risa.

miércoles, 4 de mayo de 2011

¡Lo niego!

Por este medio niego públicamente que sea yo ese que se está tirando a la poza de “Los enganches” (confluencia de los ríos Guayapa y Venado), en el Parque Nacional “El Imposible”, ante la vista atónita de un centenar de bichitos/as de séptimo grado de un prestigioso colegio capitalino. Sí, es prácticamente igual a mí pero no soy yo. En realidad, es un niño interior que ocasionalmente se apodera de mi mente-cuerpo, haciendo a mi nombre cosas que un adulto en su sano juicio jamás haría (como tirarse a una poza en atuendo de "jeans", que no iba a dejar de hacerlo luego de 90 minutos de una extenuante, escabrosa y escarpada caminata montañosa de 3,500 metros, para no hablar -por falta de aire- del regreso, en donde nunca fue mejor aplicada esa célebre expresión de juventud, "ya las está dando"... ¡para adultos/as y para jóvenes por igual!).

lunes, 2 de mayo de 2011

El arte queda

Cuando un consagrado y veterano artista muere, no creo que el arte pierda, porque sus obras siempre quedan resplandeciendo en ese altar estético. Aun cuando suene duro, son ellas -y no la persona- las que leemos, escuchamos, vemos, admiramos y veneramos: es la 9ª Sinfonía de Beethoven y no Beethoven lo que nos encanta, es “Cien años de soledad” lo universal y no García Márquez, aunque el texto sea de García Márquez. El autor o autora de obras memorables es quien menos importa, como no sea por el morbo de indagar sus intimidades personales en plano de curiosidad malsana; o bien, porque se le admire en otros ámbitos de la vida pública.

Sí, justo es que se le reconozca el mérito, se le felicite y se le cuide. En el plano personal, son su familia y amistades quienes están en el pleno derecho de sentir su partida física; pero al saberse de su fallecimiento no concuerdo con doloridas expresiones de “es una gran pérdida para la literatura”, el cine o la música, puesto que si se trata de alguien realmente consagrado/a podemos asumir que ya dio su gran aporte en esas ramas del frondoso árbol del arte. Lo verdaderamente triste, por ejemplo, habría sido que Edgar Allan Poe se hubiera muerto cual borrachín encunetado... ¡sin haber escrito sus escalofriantes relatos!