sábado, 27 de junio de 2015

Discusiones web en la Guanaxia

Este es un modelo del guion existente para discusiones web en la Guanaxia Irredenta. El lenguaje puede variar, generalmente hasta expresiones vulgares y todo tipo de errores ortográficos, pero la estructura general permanece.

Todo comienza con un artículo de opinión, entrada de blog, post en Facebook o un humilde tuit. Digamos que el asunto parece importante, serio, incluso trascendental.

Primero hay likes y muestras de adhesión y apoyo.

- ¡Qué buen enfoque! Debería ser tomado en cuenta.

Luego aparecen los que amplían el tema.

- Y no solo eso, sino que además hay que considerar estos otros factores… bla, bla, bla.

Pero casi simultáneamente, llegan los que están en contra del punto en cuestión y descalifican al autor.

- ¿Pero qué sabe usted del tema?

Nunca faltan los especialistas en memoria histórica.

- ¿Y ya se les olvidó cuando aquellos hicieron tal cosa, por qué entonces no dijeron nada?

Están los que no pasan de recitar manuales.

- Esto es puro comunismo (o capitalismo). La oligarquía (o los rojos) nunca aprenden.

Por ahí, pasa un ilustre desinteresado.

- Ustedes ya aburren con ese tema.

Y, por supuesto, el siempre consciente de la realidad social y su recuento estadístico.

- Hay decenas de muertos diarios y ustedes discutiendo trivialidades.

El amigo o amiga del autor no puede dejar de manifestar su apoyo.

- ¡Fuerza, fulanito! Recuerda: “Ladran, Sancho, señal de que caminamos…”

(Paréntesis: no importa que Don Quijote jamás haya dicho tal frase.)

La introducción de nuevos elementos de debate no se hace esperar:

- ¿Y el señor Don Fulano (que comentó antes), por qué mejor no se dedica a sus asuntos?

Despistados siempre hay:

- ¿Por qué ofendes, Mengano? (aunque lo haya dicho Sutano).

Tarda en aparecer, pero nunca falla, el que te suelta el tratado filosófico para demostrar que ha leído:

- La perspectiva desde la cual se aborda este tema ya estaba plasmada en los escritos informales de Cherosteinter, cuando establece como prioridades del sistema una tríada de valores considerados esenciales desde la interacción aparentemente espontánea que radica en la doble confluencia de los elementos antes apuntados…

Sin duda, habrá direcciones web remitiendo a artículos relacionados con el tema:

- Mejor lean esto en vez de estar hablando debilidades: http://miarticulomasvergon.com

Acusaciones de filiaciones espurias también las habrá:

- Este/a ya se vendió, qué pena que preste su nombre para los de tal partido (o asociación).

También habrá reproches por el lenguaje:

- Independientemente del tema, no se deberían expresar de esa forma…

No sería discusión guanaca sin la respectiva cita o alusión bíblica:

- Recuerden a Juan 3, 16 y que sólo Cristo salva.

La dosis de nacionalismo aflorará en cualquier momento:

- ¿Y si tanto te molesta, por qué no te vas, pues? (Variante: "Aquí vienen a hablar fuerte, porque en su país ni caso les hacen.")

Y tras un largo etcétera, el tema originalmente planteado se perderá en este océano de intrascendencia en que hemos convertido la web.

lunes, 22 de junio de 2015

Cinco consejos docentes... por experiencia.

Just for the record y para efectos oficiales, he ejercido la profesión docente desde 1988, si bien con anterioridad a ese año tuve dos o tres experiencias que bien podría etiquetar como “de práctica y aprendizaje” y que, sin duda, también contaron a la hora de definir mi carácter y perfil profesional.

Mi trabajo ha sido principalmente en el nivel de educación secundaria (tercer ciclo y bachillerato) en instituciones escolares del sector privado, con jóvenes de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, aunque ocasionalmente he tratado también con infantes de hasta 10 años. Tuve, además, una breve y subrepticia incursión como catedrático universitario no oficial (historia de la cual acaso me ocupe en otro momento).

Así pues, al momento de escribir esta entrada hay de por medio veintiséis años y medio de vivencias magisteriales, de las cuales algunas lecciones he sacado y no veo presuntuoso dar unas cuantas recomendaciones –“consejos”, si lo prefieren– que, ciertamente, no me enseñaron o muy poco me dijeron en la universidad. Claro, se basan en una experiencia particular, limitada, no universal, pero ojalá a alguien le sirvan tanto como a mí, para mejorar el día a día en el aula.

Aquí les van.

- Docente: tienes estudiantes mucho más listos que tú.

Si quieres, toma como parámetro el antiguo aunque hoy algo desacreditado coeficiente intelectual (CI). Estadísticamente, la mitad de la población es de inteligencia media (CI entre 90 y 110). Puede que tú mismo/a estés en este bloque. Hay una sexta parte cuya inteligencia está por encima de la media (CI entre 111 y 120) y casi un 10% llegan al nivel de “dotados” y “muy dotados” (CI 121 y más), así que seguramente tendrás dos o tres estudiantes así en tu aula. No quieras ser tú el más listo de la clase, aunque tu propio CI esté en este rango.

¿Y si tomas como referencia las inteligencias múltiples? Si quieres competir en este ámbito, perderás siempre. Acéptalo: hay estudiantes que te superan en inteligencia emocional, tanto como en habilidades físicas, manejo del lenguaje o capacidades lógico-matemáticas, unos aquí y otros allá.

A todos ellos/as, respétalos y gánate su respeto enarbolando y fortaleciendo aquello en lo que sí los superas y puedes guiarlos: tu madurez de persona adulta y tu dominio de técnicas de enseñanza-aprendizaje, en donde ellos mismos pueden colaborar con sus compañeros/as.

- Maestro/a: tu materia no es la más importante para tus estudiantes.

¿Amas la asignatura que impartes, colega? Te felicito. Tu materia es la más importante para ti. Pero de ahí a que creas que sea (o creas que deba ser) la más importante para tus estudiantes, hay un precipicio de distancia. No caigas en él.

A tus alumnos y alumnas tu materia no les interesa como a ti. Con suerte, habrá unos cuantos que se entusiasmarán genuinamente y querrán sacarle el máximo provecho, incluso puede que te encuentres con un chico o chica obsesionado con estos o aquellos contenidos, pero seguramente para la mayoría será una más dentro del pensum y quizá hasta haya quienes la detesten. No lo tomes como una afrenta personal.

Ahora bien: que esta certeza no te desanime sino al contrario. Imparte la materia con todo entusiasmo y procura contagiárselo a tus educandos, prepara las mejores experiencias educativas y anímales a dar lo mejor de sí, pero ten presente esta verdad en todo momento: cada quien tiene sus preferencias, prioridades, vocaciones y afinidades, y tu bendita materia puede que no ocupe un lugar preeminente en esa amalgama de circunstancias.

Eso sí: tampoco te hagas la víctima, que esa actitud es contraproducente y cae mal.

- Profesor/a: el tiempo para diseñar un examen inteligente es una sabia inversión.

Bien se puede afirmar que hay una relación inversamente proporcional entre el tiempo dedicado a elaborar una prueba escrita y el tiempo necesario para calificarla. En ocasiones, por falta de planificación y por la prisa, uno diseña exámenes a la ligera y luego, al momento de revisar, paga el precio con creces. Por el contrario, dedicar un buen par de horas para la elaboración de una prueba objetiva, pensando desde su génesis en los criterios de corrección e indicadores clave, suele facilitar muchísimo el siempre tortuoso momento de revisión.

- Mentor/a: las notas no son un forcejeo con tus estudiantes.

Es así de simple: pon la nota que cada quien haya sacado, conforme a las actividades asignadas y los criterios estipulados. No tienes por qué hacer de esto un pugilato entre tú y tus estudiantes. Reprobar a muchos tan solo para “demostrarles” que no saben nada solo pone en evidencia un ego enfermizo; considerar una afrenta que alguien lleve un diez en tu materia, “porque el diez es para el profesor”, ya ni se diga.

Pero tan detestables son las notas que se asignan con mezquindad como aquellas que se regalan "para caer bien".

Claro está que tus alumnos y alumnas pueden salir muy bien o muy mal en determinadas pruebas, pero eso nada debe tener que ver con tus estados de ánimo, mucho menos con aspectos de control puramente disciplinario dentro del aula o con un espíritu de abuelo bonachón. En cualquier caso, si las cosas van mal en cuanto a notas, tómalo como un indicador y busca soluciones de las causas, no de los efectos. Esa risa de villano de película ante los caídos en combate no te luce.

- Educador/a: no eres uno de tus estudiantes.

No eres uno de ellos, acéptalo, así tu diferencia de edad sea de tres o treinta años. Te puedes llevar bien con la juventú’, apoyarles cuando lo necesiten, incluso darles alguno consejo si te lo piden, pero no eres y nunca serás uno de ellos.

No puedes regresar en el tiempo y, si pudieras, definitivamente no serías su profesor/a.

Si tu condición física te lo permite, ocasionalmente puedes hasta jugar un partidillo informal de futbol o baloncesto, pero no eres uno de ellos.

Según hábitos y criterios culturales, puedes permitirles que pasen del trato de “usted” al de “tú” o “vos”, pero eso no te hace uno de ellos.

Tampoco eres amigo de ellos. Te pueden contar sus penas pero tú no se las puedes contar a ellos. Ya si en su edad adulta las circunstancias de la vida los hacen coincidir, puede que entonces construyas amistades con algunos de quienes fueron tus alumnos/as, pero mientras tanto, guarda una prudente distancia y no te creas uno de ellos. Nunca, ni en tu más extraviada imaginación.

¡He dicho!

miércoles, 17 de junio de 2015

La madre omitida

Tierra de infancia es una entrañable colección de estampas de la infancia de Claudia Lars, publicada en 1958. El ejemplar cuya fotografía ilustra esta entrada es la primera edición que se terminó de imprimir el 22 de octubre de ese año en los talleres del entonces Departamento Editorial del Ministerio de Cultura de la República de El Salvador.

Este volumen tiene veinticuatro relatos de magistral prosa, que nos transportan a un espacio idílico que la autora describe así:

Entre el volcán y el mar nació la niña de este libro: el volcán de sus abuelos morenos, el mar de sus abuelos blancos. (…) En el valle natal mi corazón se fue abriendo como una flor gozosa, y su raíz de sangre y arrobamiento se anudó, con fuerza oculta y permanente, al seno acogedor de la madre tierra.

En el prólogo del libro, Eduardo Mayora detecta una de las motivadoras intenciones del texto:

Es el pago de una deuda sagrada a la memoria de hombres y mujeres que supieron querer y hacer feliz a una niña soñadora: desde el abuelo recio y recto como las ceibas de su heredad; el padre fino y complicado como su remota Irlanda, la isla de los santos; el indio Cruz, modelo de atractiva simplicidad; Anselmo, embustero prodigioso; la Niña Meches, la Zarca Chica y tantos otros…

Hasta aquí, nada fuera del guion.

Pero cuando -hará más de una década- yo leí por primera vez Tierra de infancia (versión de UCA Editores, 1987-2004), detecté una imperfección orgánica extrañísima, un final impertinente, una intervención de más, después del cierre magistral de una sinfonía. En efecto, todo apunta a un grand finale majestuoso cuando en el relato “La hora del fuego” emprende la vehemente despedida (“¡Adiós, paisaje mío… comarca de mis juegos y de los más preciosos hallazgos…!”) que culmina de esta manera: “En paraíso de recuerdos podría encontrar siempre, sin jamás perder su juventud ni su alegría pura, a la dichosa niña de ayer.”

Mas, al pasar la página… ¡había un capítulo más!

Hablando con mi madre

Al terminar de escribir este libro de recuerdos quiero decirte -¡amada madre muerta!- palabras que no me atreví a pronunciar cuando vivían en nuestro mundo, pero que vibraban en el fondo de mis secretos como burbujitas de amor. Me duele no haberlas dicho entonces, pues te pertenecían desde mis primeros esfuerzos por aprender el lenguaje humano. Sin embargo, sé muy bien que el silencio, guardián de sueños y de cantos, nunca fue motivo de incomprensión entre tú y yo. ¿Acaso no eras la silenciosa por excelencia? ¿No preferías una sonrisa a un verso y una incompleta lágrima a cualquier promesa o disculpa?

Y así continúa por algunos párrafos más.

Me quedé con la fuerte sospecha de que ese capítulo adicional no debía haber estado en los planes originales, así que cuando encontré el ejemplar de 1958 en la biblioteca de mi padre, comparé el contenido y… ¡exacto! El texto dedicado a la madre de Claudia no estaba en su Tierra de infancia dada a luz en aquel año. Este debió ser añadido en alguna de las ediciones posteriores, junto con otros dos episodios de menor relevancia: “Matrimonio infantil” y “Tío Antonino”.

¿Por qué la omisión de la figura materna en aquellas memorias? ¿Por qué y a iniciativa de quién vino esa inclusión extemporánea? ¿Por qué la madre muerta y no en vida como los demás personajes? ¿Qué nos revela ese curioso detalle? ¿Alguna vez lo sabremos?

lunes, 15 de junio de 2015

Sin fe, ya para qué.

En Guatemala y Honduras protestan masivamente contra la corrupción, por lo que hay quienes sugieren (esperan) que esa ola llegará a El Salvador. No lo creo, mis estimados/as. Aquí ya pasamos por eso, no le tenemos fe a esas cosas. Hay protestitas molestas, sí, pero no protestotas que cambien rumbos. Lo siento. En este artículo de la Revista Factum les cuento el porqué.

viernes, 12 de junio de 2015

Hoy, como ayer...

El jueves 13 de junio de 2015, la Selección Nacional de El Salvador (89ª en el ránking FIFA) empató 2-2 a puras penas de visita con su similar de San Cristóbal y Nieves (114ª en la misma escala). No se hizo esperar la airada reacción de la afición y prensa deportiva, rasgándose las vestiduras por tan magro resultado, cual si de un gravísimo retroceso se tratase.

Se olvidan de que el 18 de octubre de 1992, aquella flamante Selecta fue a perder 1-0 con Bermudas.

Vean la alineación que mandó el uruguayo Aníbal Ruiz.

En la portería estuvo Raúl García. Formamos con línea de tres defensas (Cárcamo Batres, Tiburón Meza Mayén y Geovanni Trigueros) y dos laterales o carrileros (Jorge Ábrego y Seco Estrada). La doble contención en el mediocampo le correspondió Fernando Lazo y Papo Castro Borja, con dos volantes ofensivos: Mauricio Cienfuegos y Mágico González. El único hombre en punta fue Lagarto Ulloa.

Y aquí, el golito matador.

¿Cuál es el retroceso, entonces?

miércoles, 10 de junio de 2015

Cinco zafadas típicas de funcionarios guanacos

Antes de pasar a la esperada enumeración, aclaro lo siguiente: cuando digo “típicas” no me refiero a que estas excusas, justificaciones o evasivas sean de uso exclusivo de personajes públicos de la Guanaxia Irredenta (pues varias de ellas están en el repertorio usual de la así llamada clase política en todas partes del mundo). El uso de tal adjetivo lo justifico por su acepción de “característico o representativo de un tipo”, en este caso el funcionario o funcionaria de por estos lares, como si antes de asumir un cargo de cierta responsabilidad en cualquier órgano del Estado, e incluso en instituciones no estatales, se hubiera memorizado un manual de defensas estándar para usar a discreción en caso de críticas, cuestionamientos o exigencias ciudadanas.

Dicho lo anterior, aquí les van, para su consideración. Las coincidencias con otros contextos aplican.

- Es culpa a la administración anterior

Esta táctica es antiquísima, una de cuyas versiones más populares es la leyenda de las dos cartas que Kruschev le habría entregado a Breznev en los sesentas. La diferencia esencial es que, en ese cuento, la descarga de la propia responsabilidad solo funcionaría una vez, mientras que aquí es permanente: desde el Ejecutivo y sus ministerios, pasando por curules, hasta la más remota alcaldía municipal del trozo de república en que vivimos… ¡todo es culpa de quien estuvo antes!

- Otros lo hicieron por años, ¿por qué nunca los criticaron?

En esta variante no se niegan descaradamente las deficiencias, faltas o errores actuales; sin embargo, se ocultan en la tradición, se justifican en la costumbre que se ha hecho ley, o bien, se minimizan en la comparación de que “antes era peor”. Con frecuencia, se acaba atacando a quien critica, acusándole de no haber tenido esa acuciosa actitud de fiscalización o reclamo en el pasado, no importa si esto es cierto o no. Trátase de una traicionera aplicación del principio ajedrecístico "la mejor defensa es el ataque".

- Es una campaña de desprestigio

Toda persona o institución que tenga o crea tener enemigos puede hacer uso de tal lema. Nunca nadie usó este estribillo de manera tan reiterada como los oficiales del ejército salvadoreño durante la guerra civil, para atajar acusaciones de violaciones a los derechos humanos. Pero no fueron los únicos. Cuando se comenzó a hablar del tema, algunos jerarcas de la Iglesia Católica dijeron lo mismo sobre las denuncias de abuso sexual infantil, hasta que la evidencia les obligó a cambiar radicalmente de discurso. Incluso el tristemente célebre Pastor Enmotelado, líder de una importante secta evangélica, esgrimió este recurso falaz contra sus críticos (a quienes, en un noble gesto, perdonó en público por tales afrentas).

- Hay cosas más importantes en las que fijarse

Esta es la muy conocida smoke screen o “cortina de humo”, la cual obviamente solo funciona para problemas que puedan ser vistos (con cierta verosimilitud) como menores, triviales o insignificantes en comparación con aquel que se señala (o inventa) para desviar la atención; o bien, que este último despierte más morbo o cause más sensación que el primero.

Pese a lo burdo de la triquiñuela, es un recurso táctico altamente efectivo de cara a los propios seguidores, siempre dispuestos a ver y traer a cuenta pajas o vigas en ojos ajenos para disimular los propios. ¿Me cuestionan por nepotismo? ¡Digo que los periódicos no pagan impuestos! ¿Me protestan por despidos en mi administración municipal? ¡Descubro una clínica de abortos clandestinos! Y así vamos. Wag the dog no es cine de ficción.

- Esto requiere de una solución integral

Nada mejor y más elegante -diría que hasta intelectual- que hacer ver lo complejo de un tema y las múltiples causas a las que este obedece, para dar la impresión de que se está trabajando arduamente en su solución, ganar así tiempo y al final no resolver nada. La verborrea técnica puede alternarse con consideraciones de orden histórico y hasta antropológico, sin descartar nunca las teorías conspirativas y, por supuesto, las anécdotas más o menos impresionantes. Luego de semejante alocución, hasta el más crítico ciudadano acabará aceptando que ella o él mismo es parte del problema, casi se sentirá culpable y seguramente suavizará o se olvidará de reclamar a quien está al frente.

¿Quiere ejemplos con nombre y apellido? Esos se los dejo a usted, mi estimado(a).

miércoles, 3 de junio de 2015

Cinco cantaletas guanacas que ya aburren

Cantaleta: estribillo; voz o frase que por hábito vicioso se dice con frecuencia (diccionario de la RAE).

Gente que tiene a su alcance y disposición un micrófono en radio o televisión, así como columnas de opinión de periódicos y otros medios digitales en la Guanaxia Irredenta (y a cuya palabra se le da mayor peso en ese engañoso concepto de “opinión pública”) acostumbran prodigar cantaletas basadas en mitos, afirmaciones no solo sin fundamento sino en contra de evidencias rastreables con un mínimo de rigor y memoria histórica. Algunas son políticas, otras culturales y otras…

Dejo aquí cinco significativas, de las cuales particularmente ya estoy harto.

- Lo nuestro es el balón a ras de piso con toque fino

¿En serio se creen esa tremenda falacia? Cuenten cuántos pases seguidos logran dar los jugadores en un partido estándar de primera división y luego hablamos. ¿Ya vieron a cuántos metros le rebota el balón cuando uno de nuestros futbolistas recibe un pase largo? Dirán que esto es una virtud que se ha perdido. ¡Falso! Traten de ver (si lo resisten) los partidos de la Selecta en el Mundial España 82 y no hallarán más que jugadas sin ton ni son, en los poquísimos momentos en que el rival nos prestó la canica. Notables excepciones aparte (Mágico, Pájaro y Cienfueguitos, por ejemplo), el aclamado “buen trato a la pelota” nunca ha sido el estándar ni la orientación primaria del futbolista guanaco; antes bien, el patadón nos define mejor.

- Los veinte años de Arena

Allá por 2010 y 2011, cuando aún no se cumplían los dos primeros años de la presidencia de Mauricio Funes, culpar de todos los males nacionales a las dos décadas que el partido Arena gobernó el país era no solo obvio, sino hasta necesario (entre otras cosas, porque por eso perdieron las elecciones). Pero que lo hagan ahora, tras seis años de gobierno efemelenista y por boca de funcionarios estatales, es un mal chiste que ya ni para memes alcanza.

Y no es que pidamos que en tan corto tiempo (considerando el universo y sus distancias) se resuelvan todos los males, pero al menos alguna sensación de que se está en vías de arreglar desaguisados (y no crear nuevos entuertos) debería haber.

- El muy católico pueblo salvadoreño

La religión en El Salvador: católicos (46.8 %), evangélicos (34.6 %), otras (2.4 %), ninguna (16.0 %). Gracias al periodista Edwin Segura que tuiteó esta información, respaldado por LPG datos. No tengo más que añadir... o quizá sí: ¿ya contaron los que dicen ser pero no ejercen?

- Paz y trabajo antes de la guerra civil

Si a estas alturas del partido alguien no tiene clara la dimensión de esta falacia ideológica, es difícil que cambie de parecer aunque se lea tres o cuatro tratados históricos. Al status quo de opresión e injusticia que generó las condiciones para la insurrección armada de los ochentas no se le puede llamar una época de “paz y trabajo”… a menos que se compartan los intereses oligárquicos de la tristemente célebre Cruzada Pro Paz y Trabajo. Pero eso ya es otro pisto.

- Las buenas épocas del rock salvadoreño

Dicen que grupos como Los Supersónicos, Los Intocables, Los Mustangs, Los Vikings, Hielo Ardiente, Los Beats y otros tantos sesenteros han sido lo mejor que se ha producido por estos lares. Dicen también que sus voces líderes (Luis López “El Monseñor del Rock Salvadoreño”, Óscar Olano, Chamba Rodríguez, etc.) son leyendas vivientes.

No lo creo tan así.

Cierto que entre esas huestes hay músicos y hasta canciones notables, y los respeto, pero la mayoría de ellos vivía del cover, la adaptación local de éxitos foráneos de la época, llegando a hacer versiones en español que no tenían nada que ver con el sentido original de la canción.

¿De dónde sacaron ese absurdo “por qué llorar” donde va “don’t let me down”? ¿Qué tiene que ver el “¡oye lo que digo!” con Proud Mary? Por supuesto, hubo temas originales memorables, como Camino de Hormigas y otros dos que tres, pero tampoco exageremos.

Estimada generación anterior a la mía: no confundan sus recuerdos de adolescencia con la mejor época musical de la vida nacional. Otra cosa es que ese repertorio sirva como gancho para llevar gente a célebres chupaderos nostálgicos, pero allí ya son las heladas las que mandan.