viernes, 31 de julio de 2009

Un cuarto de siglo

"El Conde" Ventura, RFG, "Chorti" Ortiz, Guinea y "El Caballo" Vásquez. En cuclillas se nos unió, cerveza en mano, otro compañero a quien en un principio nos referimos como "aquel baboso" y que después se identificó como Pedro Manzano.

Han pasado ya veinticinco años de habernos graduado de bachilleres de la promoción 1984 del Colegio Salesiano "Santa Cecilia" y, a la hora de esta foto, habíamos como veinticinco de aquellos jóvenes departiendo en un popular local de bebidas espirituosas (como no podía ser de otro modo, dada la tradición), volviéndonos a sentir como los cipotes que antaño fuimos, recordando lo que se suele recordar y poniéndonos un poco al día con el paso del tiempo, que no perdona pero engalana.

Uno de los momentos más frecuentes y divertidos fue el homenaje al Alzheimer, esto es, el hecho de saludarse de abrazo con varios tipos sonrientes y entusiastas, mientras cada uno pensaba "¿cómo era que se llamaba este tal por cual?", recordando a lo sumo el apodo. Por otra parte, considerando que en nuestra época colegial no había correo electrónico y que muchos nos perdimos la pista en el laberinto de la vida, es un logro que se haya congregado este grupo, esperando que la asistencia aumente para octubre, que es propiamente el aniversario de plata, o sea, el vigésimo quinto.

Entre risa y carcajada uno se pregunta qué se saca de estas reuniones. Yo creo que es una gustosa mezcla de ver lo que fuimos y lo que somos, recuperando por instantes algo de la irresponsable libertad de que gozábamos en los tiempos de aquella ansiosa juventud a donde solemos volver de manera recurrente... ¡en nuestras memorias y sueños!

lunes, 27 de julio de 2009

Moribundos ventajistas

Pese al dramatismo novelesco y cinematográfico (algunas veces con gran dosis artística, otras no tanto), considero una miserable e injustificada acción ventajista la del moribundo, hombre o mujer, que antes de exhalar su postrero hálito de vida hace prometer a quien tenga enfrente algo que, en circunstancias normales, no le pediría. Así, el inminente difunto o difunta manipula su propio padecimiento, como si le fuera exclusivo y distinto de la condición humana en sí, incurriendo en el pleno sentido de la locución adverbial "con alevosía" ("a traición y sobre seguro"), para dejar comprometidos a sus familiares y a sus amistades con alguna cosa que, en el curso cotidiano de la vida, raya seguramente en lo absurdo, abusivo, caprichoso o ilegal; pues de otra manera no aprovecharía ese último instante para soltar la incómoda sorpresa. Caso aún más grave es el de quien, como en el chiste, aprovecha sus últimas palabras para soltar alguna confesión o revelación hasta entonces secreta, quizá por vergonzosa, lesiva a la dignidad de quien sea o, cuando menos, sonrojante. ¡Vaya singular acto de cobardía el de quien suelta la pedrada y se apresta a esconder la mano y todo lo demás... por los siglos de los siglos!

viernes, 24 de julio de 2009

Doble réquiem

¿Qué importa si científicamente está demostrado que no es posible para los humanos y humanas respirar la atmósfera de Marte? ¿Qué más da si es inviable imaginar que mil cohetes interplanetarios pudieran llevar, como enormes autobuses que se abordan en una parada casi espontáneamente, a cientos de miles de personas hasta el planeta rojo? Ray Bradbury no escribió sus “Crónicas marcianas” para demostrar cifras y datos, sino para enfrentarnos con nuestra propia naturaleza, esto es, la posibilidad de una conquista y colonización motivada por las cosas de siempre: ambición, escapismo, necedad, aventura... y los sueños de un universo distinto, aunque fallido. Ciertamente, su fuerza maestra es el aire depresivo y desesperanzado que impregna cada párrafo de los cuentos-capítulos de este bello libro, en donde casi la única posibilidad de trascendencia está en seres artificiales, y tras de cuya lectura uno acaba sintiendo compasión y cierta lástima... ¡por ambas razas!

martes, 14 de julio de 2009

Algarabía vírica

A mis alumnos y alumnas que me preguntan “¿por qué anda con gorro?” (al mediodía y a más de treinta grados), les digo que para protegerme de la gripe de las cuatro tarántulas (que se transmite por el pelo), en vez de explicarles que es la mejor forma que he encontrado para no estornudar y, con ello, generar indebidas alarmas adicionales en el contexto de la pandemia de la “influencia” tipo a hache uno ene uno, que lo mío es un simple catarro en retirada. Entretanto, me entero de los planes gubernamentales para cancelar todas las actividades masivas durante una hipotética y próxima alerta roja y pienso en cómo se podrán evitar las aglomeraciones de los mercados, los embutidos humanos dentro de nuestros buses y microbuses, así como el hacinamiento en los miserables cuartitos de mesones y champas donde habita buena parte del colectivo.

miércoles, 8 de julio de 2009

Florido regalo

Una de las pocas canciones del género ranchero que no dan cólera es "Te traigo estas flores", popularizada por Lucha Villa a partir de 1972. Es una pieza fresca como la mañana en donde el/la oferente, sin que la visualización imaginaria de su escena traiga a la mente ningún borracho cantinero ni hombre muy macho con riendas para afianzar a su mujer. Cortita como lo bueno (que así lo es dos veces), esta piececilla alegre me transportó a una infancia solitaria de discos de 45 RPM girando en una "radiola" (creo que) Nivico. Ya viéndola con ojos más críticos, he de decir que aunque Lucha Villa nunca manejó su peculiar y espontánea voz con demasiada técnica... ¡qué bonito se le oía!

jueves, 2 de julio de 2009

Lo que no va a cambiar

"When a distinguished but elderly scientist states that something is possible, he is almost certainly right. When he states that something is impossible, he is very probably wrong."

Arthur C. Clarke



Aún por discutir si podría aplicárseme el adjetivo de “distinguido” (Ilustre, noble, esclarecido), ciertamente no soy ni científico ni (aún) de edad tan avanzada; por lo tanto, es muy posible que mis siguientes afirmaciones sobre lo que nunca va a cambiar en nuestro querido y benemérito pueblo vayan a resultar, lamentablemente, ciertas.

El siguiente “top-five” está organizado sin otra jerarquía más que ser las evidencias persistentes de la tozudez consuetudinaria de nuestro entorno. Así pues, en craso acto de pesimismo colectivo y sea cual fuere el gobierno de turno, declaro que carezco de toda fe en que, así sea al final de los tiempos, estas costumbres étnicas esenciales vayan a cambiar algún día:

  • Atravesarse calles y autopistas justo por debajo de la pasarela.
  • Tirar la basura de cualquier tipo en cualquier parte pública o privada.
  • Creer firmemente y de inmediato en la versión chambrosa, insólita y truculenta de un hecho, antes que buscar una fuente de información responsable y seria.
  • Insultar o amenazar por lo alto o por lo bajo a “los del otro bando”, sea en cualquier mínima o máxima elección, sea por divergencias de enfoque u opinión.
  • Manejar a la ofensiva.