domingo, 30 de septiembre de 2007

Agnosticismo: ¿vía unidireccional?

"Hay muchas más cosas en el cielo y en la Tierra, Horacio, de las que puede soñar tu filosofía".
Shakespeare en “Hamlet”


Hasta donde he leído, escuchado y conversado, los ateos razonables y los creyentes evolucionados están de acuerdo en al menos una cosa: que la experiencia de Dios, real o posible, es algo relacionado con la fe y, por lo tanto, no pueden ofrecerse demostraciones científicas al respecto. Así las cosas, en las palabras sencillas de Chico Buarque, “el único gesto es creer o no”, actitud fundamental que define la interpretación de nuestras experiencias de cuerpo y espíritu.

Sin embargo, en este misterio hay mucho más que la simple dicotomía ateo-creyente. Una de las posturas a mi juicio más sensatas y humildes es el agnosticismo, posición filosófica que reconoce la imposibilidad humana de conocer realidades más allá de los sentidos.

El agnóstico, al igual que el científico, sabe que no puede afirmar con certeza si hay un Dios o no lo hay, como tampoco si todo lo que ocurre es producto del azar esencial o hay una Mente Universal que ordena el cosmos, menos si estamos a nuestro libre albedrío o todo corresponde a los designios de un Destino fatal. Siendo así su perspectiva, el agnóstico tiene mente abierta y está a la expectativa, pero no se lanza a ese precipicio en el que no sabe si hay una red salvadora que lo espere. Respeta al ateo y al creyente en la legitimidad de sus respectivas opciones, pero ve en el primero cierta soberbia y en el segundo algo de ingenuidad.

Probablemente el agnóstico también intuye y sospecha, quizá con un dejo de nostalgia, que su razonada conclusión es un camino de una sola vía, sin regreso, pues ¿cómo podría tomar una creencia si previamente ha sabido, como verdad fundamental, que toda elección al respecto es un acto personal no necesariamente vinculado con un "algo" metafísico de lo que nunca podrá tener plena certeza? ¿O sí...?

Egodrecistas

Concluyó el campeonato mundial de ajedrez, jugado en la ciudad de México con la participación de la mayoría de los jugadores más fuertes del mundo y, en teoría, este evento es la reunificación del título mundial y establece un acuerdo razonable de procedimientos para ganarlo, poniendo un esperado, necesario y saludable fin a casi quince años de caos generalizado en el tema, tiempo en el cual hemos contemplado el penoso espectáculo que han montado los “grandes maestros” en relación con el campeonato mundial, sus continuas rupturas y fallidos intentos de reunificaciones (un asunto tan enredado, absurdo y prolongado que a cualquier patrocinador acaba dejando harto, por no hablar del civil espectador, a quien fácilmente podríamos aburrir aun con la más sucinta crónica al respecto).

Junto conmigo, que soy muy aficionado al tema, muchos se preguntarán por qué personas tan “inteligentes” como para ostentar un título de "gran maestro" se han comportado durante tanto tiempo como niños tan caprichosos e inmaduros. El origen y explicación de tales desaciertos está seguramente en el hiper-desarrollado ego de algunos de estos pensadores, así como sus alarmantes carencias de otras inteligencias distintas de la lógica-matemática y espacial. Es irónico que las vidas de varios de los grandes campeones hayan sido una colección de serios transtornos de personalidad: desde manías indeseables hasta obsesiones perniciosas, pasando por cierta misantropía: un triste inventario.

No obstante lo anterior, cabe decir también lo siguiente en honor a la justicia: el padecimiento de esos males no es exclusivo de los ajedrecistas, basta para ello examinar las miserias de otras celebridades en diferentes áreas intelectuales, artísticas y deportivas. También es verdad que la inmensa mayoría de seres humanos que practican el juego son personas normales e incluso felices. Particularmente, de mi gusto por la práctica y enseñanza del ajedrez tengo muchos recuerdos, la inmensa mayoría dentro del plano positivo. Es más: luego de algunos años de experiencia por el mundo de los cuadritos blancos y negros, con sinceridad y pleno convencimiento recomiendo la práctica del juego-ciencia como una forma de sano entretenimiento, desarrollo de la capacidad analítica y refuerzo de la voluntad y el carácter... ¡siempre y cuando los y las practicantes tengan como propósito llegar a ser personas integrales y cuiden que su ideal de vida esté a salvo y bien lejos de los "egodrecistas"!

domingo, 23 de septiembre de 2007

Convers(ac)iones

A propósito de dos eventos sencillos, cotidianos y ciertamente comunes en nuestro entorno, el tema de las dudas y creencias religiosas ha vuelto a ocupar un espacio importante en recientes conversaciones con un amigo (que lo es, tanto en algunos aspectos intelectuales como en otros banales).

Entiendo que sus debates trascendentes ya estaban en el fondo de sí desde hace varios años, a veces ocultos aunque no del todo resueltos, en esa zona que solemos llamar “corazón” (que lo tiene, y muy grande), alma, espíritu, psique, “inteligencia sentiente” o cualesquiera otras definiciones que indiquen la base en donde asientan nuestras meditaciones fundamentales.

Dos personas de género femenino han sido los factores desencadenantes para que sus antiguas incertidumbres espirituales emerjan en demanda de una respuesta o, al menos, una tendencia: una jovencita por quien él siente un gran cariño, desde un plano que se acerca bastante a la paternidad adoptiva, y una joven mujer que por el momento es sólo una posibilidad escurridiza como una anguila, pero que si el cultivo, el cuido y las circunstancias necesarias fueran favorables, podría llegar a ser una historia de ese concepto tan inasible y complicado al que llamamos “amor”. En el primer caso, la adolescente quiere que él acepte una responsabilidad formal importante en su vida, como es la del padrinazgo; en el segundo, él teme que el fuerte componente religioso de la chica en quien se ha fijado, contrapuesto con sus propias (y por él así consideradas) limitaciones en este aspecto, sean una dificultad importante en sus posibilidades de hacer pareja.

A mi estimado amigo se le vienen como avalancha, pues, algunas decisiones cruciales, que implican para él al menos dos ejercicios de valor: el primero, decidirse a evolucionar realmente su dimensión afectiva, en contra del estereotipo más pernicioso que coarta la integridad de nuestros varones; el segundo, participar de algunos rituales religiosos, con una visión que halle un difícil pero posible equilibrio entre las convicciones propias, las creencias ajenas y la enormes posibilidades que muestra y esconde un universo del cual apenas somos una casi invisible fracción.

Desde mi asiento de espectador, tengo la razonable esperanza de que estas tribulaciones desembocarán en actos de plenitud para él y ese par de seres queridos. Así pues, desde aquí, desde estas líneas, no me resta más que animarlo fervientemente, en los términos que mejor sinteticen mis buenos augurios: ¡avanza, miserable, que en este titánico esfuerzo acaso esté tu salvación!

jueves, 20 de septiembre de 2007

De pláticas y archivos

Confieso que el enterarme de que alguien con quien converso bastante y en confianza a través del sistema de mensajería instantánea de la internet tenía activada desde hace meses la casilla para hacer un archivo automático de nuestras pláticas, causó un pequeño y no sé si injustificado ataque de paranoia.

Es la ilusión de cercanía y privacidad con otras personas a través del "chat" la que nos hace olvidarnos de detalles como el mencionado; aunque, después de todo, nuestra cháchara no sea tan importante como para merecer espionaje alguno. ¿O sí...?

Todas las cosas cotidianas que uno dice por tales ventanitas (sean estas del tema que sean, dichas con ingenio, humor, ironía, imaginación o lenguaje popular), por el solo hecho de quedar grabadas en algún sitio adquieren de repente una relevancia inusitada, como si de documentos secretos de alta importancia se tratara, despertando todo tipo de temores por situaciones que, aun cuando prácticamente casi son imposibles, generan fantasías catastróficas ("si esta frase cayera en manos perversas, ¡nos hundiría hasta el mismísimo fondo del averno!").

sábado, 15 de septiembre de 2007

Cuando el consejo sobra

En un mundo ideal, uno esperaría dar un consejo oportuno y que este sea seguido; sin embargo, ¡cuánta frustración llegas a sentir cuando ves a aquella incompleta criatura despeñándose por el abismo de su propia perdición, siéndole inútil cualquier recomendación por el solo hecho de persistir ella en su necedad!

Varias veces he visto con tristeza la inutilidad práctica de las terapias y apoyos ofrecidos por otros colegas docentes, así como médicos especialistas, religiosos, psicólogos de uno y otro género, padres, madres, amigos y toda suerte de personas cercanas a las víctimas de esas obsesiones enfermizas llamadas "anorexia" y "bulimia". En algunos casos, cuando los he contemplado desde la grada de espectador más o menos a salvo, sólo he podido sentir compasión por las chicas afectadas (y algunas dudas sobre la eficiencia de la terapia); sin embargo, la perspectiva cambia cuando eres tú quien fracasa como consejero: en ti se encarna la impotencia.

En aquella época se limitaba a suprimir tiempos de comida y reducir al mínimo aquellos que, por obligación, aceptaba tomar. Ahora ya aprendió a engañar: come pero luego induce el vómito. Sólo en su mente cree que está gorda, aunque los datos objetivos la contradicen: además del peso muy por debajo de normal y las permanentes ojeras pronunciadas, ha estancado el desarrollo natural de su cuerpo. Veo que, con los meses, el problema ha empeorado, pese a la pequeña multitud de personas que sin mucho éxito hemos tratado de ayudarle, unos "ad-honorem" y otros recibiendo pingües estipendios.

Seguramente soy el menos especializado de todos los adultos que han intervenido en este caso, pero no creo ser el menos sensible en la contemplación dolorosa de cómo esta niña va destruyendo su vida, basándose en percepciones de la realidad que, de tan distorsionadas, irritan.

No se me ocurre mucho más que decirle: ni en sentido positivo (pues no hace caso) ni en sentido negativo (porque reclamarle por no seguir consejos y recomendaciones la deprime aún más, debilitando su voluntad: ¡viejo círculo vicioso!).

Me gustaría, por el bien de muchos, que las circunstancias no me motivasen a escribir notas como ésta. Quisiera, no obstante, que estas líneas llegasen a su destino, cual necesarias bofetadas anímicas que la sacudieran lo suficiente para levantarla de sus escombros.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Éxito a la tercera

Ayer, luego de una posposición por lesión de la directora y otra por el sombrerazo de un huracán que afortunadamente no fue, finalmente este grupo de chicos y chicas aquí retratados pudieron presentar el resultado de su curso-taller de teatro ante sus compañeros y compañeras adolescentes de la institución educativa donde laboro, una obra de génesis propia cuyo título probablemente no exista.

La primera función fracasó (¡ahrggg... llanto, llanto!). De ello culpo a un telón impertinente (mas no a otro rebelde) y al exceso de nervios que bajaron el volumen de las voces hasta menos de la mitad de lo necesario. ¿Resultado?: que, salvo en momentos muy breves... ¡el público no se enteró de qué iba la cosa! (aunque en su beneficio hemos de reconocer que hubo más silencio del merecido, quizá porque fue bien tempranito y el lenguaje escénico compensó en algo el despiste). Pausa y llamado de atención al elenco.

La segunda función, cercana al mediodía, mejoró en cuanto a la ejecución, pero el público estuvo medio mudo, un tanto apático y quizá hasta indiferente, acaso por la hora, quizá por la edad, misterios del universo. Cero y van dos.

Luego del almuerzo, más reflexión y una terapia casi de levitación mística aplicada por la directora, llegó la función de la tarde. Y he aquí que... ¡éxito, exultate jubilate!: buena ejecución, buena recepción, resonancia magnética y vibras en armonía (muestra de ello es la plena y auténtica sonrisa estampada en los rostros y/o almas de los fotografiados).

Así pues, en honor a ellos, contento y para la posteridad, pongo aquí sus nombres (siguiendo el orden usual, primero los de pie, luego los del piso): Fernando, músico y actor infiltrado por lazos sentimentales; Ana, mima silenciosa (no sólo en el escenario); Armando, pero no Duval (je); Angela, haciendo cuentas cotidianas para cuadrar su reloj antipuntual; Nidia, sobreviviendo a la afonía repentina; Tania, allí siempre allí; Donovan, laureado escritor y alienígena; Adriana, clown y actriz trágica; Sara, ¡vaya pluma! (y no hablo de la máscara); Marta, la otra mima hermana; Eloísa, "always shining" y también de contrabando; Ivania, de tinte lejano-oriental y culpable de que fueran catorce y no trece; Alejandra, insectito multifuncional en recuperación; Margarita, de Rusia, zares e imprecaciones; y Alejandra, directora del curso, paticoja a causa del arte, exhausta pero satisfecha al final del día.

sábado, 8 de septiembre de 2007

"The departed", el necesario equilibrio.

Dos minutos antes de que comenzara el desfile de créditos finales de "The departed" (2006) -cuando uno de los protagonistas le pregunta algo a su ex novia a la salida del cementerio, sin obtener de ella más respuesta que un despectivo silencio- se me ocurrió pensar que ese era el final y que el público inconforme comenzaría a silbar y tirar objetos a la pantalla (la multitud, desde cierto razonable punto de vista, exige un restablecimiento del orden perturbado, el mundo debe tener alguna ley de compensación, no puede abandonarse al caos y la arbitrariedad). Pero entonces, como en las antiguas obras teatrales de la época moralizadora donde Dios mismo era bajado al escenario a través de un aparato para resolver la situación ("Deus ex machina"), se procede a la escena del "final-final": un mazazo en la mesa del juez, todo queda compensado, hay satisfacción existencial y todos tan tranquilos.

Sin embargo, pese a que lo dicho luce como una recriminación, en este caso particular es un atributo positivo, casi la única forma de concluir el filme, puesto que desde el primer momento el paralelismo de los lados opuestos ha sido diseñado como espejos recíprocos, el "viceversa": policía infiltrado en la mafia, mafioso infiltrado en la policía; rápidos ascensos en uno y otro, pruebas de confianza y fidelidad absoluta, descubrimiento mutuo casi simultáneo... y un punto de confluencia común (una "ella", como es de sospechar).

Afirmar que el Oscar de la academia se lo dieron a Scorsese más por su trabajo anterior que por éste, cual deuda pendiente, es repetir lo que muchos críticos han señalado ya. Pero también es justo reconocer en esta obra la visible arquitectura de aquella música clásica, el balance justo, el necesario equilibrio... ¡o la ilusión de él!

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Los símbolos de la patria

De mediados de la década de los '80 recuerdo una canción que utilizaba el antiguo Canal 12 para abrir y cerrar sus emisiones diarias. De letra sencilla pero sentida, hablaba de las cosas que significan "patria": personas, lugares, recuerdos, vivencias. En días recientes me reencontré con esa pieza y supe que la letra fue inspiración de un docente de Suchitoto, Guillermo Flamenco. La musicalización y voz son del ya fallecido músico Jorge Rivera, con arreglos que recuerdan la última época del grupo "Vía Láctea" (por aquellos años, también el cantautor panameño Rubén Blades se ocupó del tema con un enfoque similar, en la canción "Patria", incluida luego en la banda sonora de la película "Dance with me", donde dice que "patria" es "lo que lleva en el alma / todo aquel cuando se aleja", mencionando la multitud de cosas cotidianas que sustentan ese concepto).

En esta época de celebraciones a nuestro escudo y bandera, me quedo con la reivindicación de esos nexos y recuerdos como base de la idea (o ideal) de "patria": de ella me dice mucho más el recuerdo de mi abuelita que la sola o combinada figura de personajes lejanos, inexpresivos y con rostro de cera, puestos como afiches por doquier.

Haciendo clic aquí puede escucharse un fragmento de la canción, que fue de emisión pública y abierta en aquella época. También transcribo la letra, para recuerdo y conocimiento de las gentes:

ALLÍ TE NACIÓ LA PATRIA
(Guillermo Flamenco / Jorge Rivera)

En donde estrenaste el llanto,
donde un pezón te nutrió,
donde los brazos maternos
te mecieron con amor,
al compás de una sencilla
dulce y tierna canción.

Allí te nació la patria
que hoy vibra en tu corazón.

¿Te acuerdas de la maestra
que las letras te enseñó,
y de la abuela canosa
que, con reposada voz,
por el mundo de las hadas
de la mano te llevó?

Allí te nació la patria
que hoy vibra en tu corazón.

¿Te acuerdas, en fin, del día
cuando un místico temblor
te dijo "hoy has picado
el anzuelo del amor"?

Allí te nació la patria
que hoy vibra en tu corazón,
esa patria que mañana
será el fruto de tu hoy.

martes, 4 de septiembre de 2007

Sísifo es lavandero

El mito de Sísifo es real, yo lo vivo a diario. Me explico: dentro de la distribución de tareas domésticas, una de las que me corresponde es la lavandería, cosa que evidentemente no podría hacer sin la lavadora eléctrica, cuya carcasa aún se resiste a desvencijarse por completo. El ciclo (la piedra) comienza al ver las cestas llenas de ropa esperando atención, sigue con las convulsiones jabonosas que provocan en el aparato, continúa con la cuidadosa labor de tenderla optimizando todo el espacio posible, casi concluye con el doblado de las prendas que no necesitan plancharse y finaliza del todo con el hierro caliente aplanando algunas camisas y pantalones. Pero justo enconces, cuando una especie de fanfarria debería ocupar todo el espacio auditivo y una ilusoria satisfacción por el deber cumplido asoma en el horizonte... ¡ahí están de nuevo las cestas repletas de ropa!

domingo, 2 de septiembre de 2007

Ira apocalíptica

Mientras veía "Aguirre, la ira de Dios" (1972), del director alemán Werner Herzog, me resultó inevitable pensar en "Apocalypse now" (1979), del cineasta Francis Ford Coppola. Aguirre, el conquistador de andar deforme obsesionado con la mítica ciudad de "El Dorado", bien pudo llegar a ser el coronel Kurtz de la guerra de conquista, con su demente imperio de sangre y dolor. La desintegración humana mientras la balsa fluye río abajo en el Amazonas es homóloga al viaje que hacen río Nung arriba los tripulantes de otro bote, en el diámetro opuesto del mundo. Cierto surrealismo, una pestilente sensación depresiva y obsesiones demenciales marcan uno y otro filme, ambos de pocas palabras, los dos explotando hábilmente la narración visual, situando con fuerza al espectador en agobiantes ámbitos tropicales. Por un momento, traté de imaginarme a Klaus Kinski como Kurtz y a Marlon Brando como Aguirre. Ninguno hubiera desentonado.

* * *

Posdata: luego de escribir esta reseña he encontrado abundante documentación en la red sobre la relación entre ambos filmes. Me siento un poco como José Arcadio Buendía cuando, después de muchos días sumido en sus meditaciones, sentenció: "la Tierra es redonda como una naranja".