PREVENCIÓN INNECESARIA: CONTIENE SPOILERS.
J.J. Abrams hizo un buen trabajo en el episodio VII de Star Wars, The Force awakens. Rescató la saga de los soporíferos diálogos y las empalagosas secuencias saturadas de acción de la trilogía reciente (episodios I, II y III) y capítulo final de la trilogía original (episodio VI), lo cual es de agradecer.
Pero, al parecer de este escribiente, deslumbrado espectador infantil de aquella Star Wars de 1977, no alcanzó los niveles épicos de A new hope y The Empire strikes back, si bien anduvo cerca.
La principal dificultad no está en la labor de dirección, ni los magníficos recursos tecnológicos para efectos especiales, ni las actuaciones de los adultos mayores y jóvenes relevos, sino sencillamente… que ya no hay más que contar.
Conscientes de ello (y como ya lo han señalado muchos antes que este bloguero), los productores optaron por hacer una especie de remake de A new hope. No les quedó mal, pero una copia tiene en su contra su misma esencia, ese original en el que se inspira.
La situación es técnicamente igual en 2015 que en 1977: domina un maligno Imperio (hoy la Primera Orden), la Resistencia aguanta como puede al mando de la princesa Leia (hoy generala), hay información vital en un androide perdido en un planeta arenoso R2D2 en Tatooine (hoy BB8 en Jakku), el Imperio tiene una poderosísima arma (Estrella de la Muerte o Planeta de la Muerte) a la cual se puede destruir atacando una pequeña debilidad con cazas pequeños, el villano es un enmascarado en traje negro con poderes sobrenaturales y además pariente de los líderes rebeldes (Kylo Ren es una gris emulación de Darth Vader), la esperanza de redención viene de un joven que posee la Fuerza pero no lo sabe (antes el chico Luke, hoy la chica Rey), etc.
Demasiado obvio.
Hasta Han Solo reconoce, en una escena dentro de la misma película, que todo es cuestión de volver a hacer lo mismo de antes. Quizá por ello la escena de su muerte, a la que se entrega casi voluntariamente, impresiona menos por parecerse demasiado al gesto póstumo del viejo Obi-Wan Kenobi frente a Darth Vader en el episodio IV.
Y esa fórmula funciona… hasta cierto punto. Es recuperar el sabor original, con algunos toques novedosos (el soldado imperial desertor y la chica con talento jedi). Es relanzar una nueva trilogía sobre los mismos pasos de la anterior, con la esperanza de no aburrir al público antes de 2020.
Casi lo logran... pero no. No esperen lograr el mismo éxtasis de 1977, que aquel fue el encanto de la primera vez, y esas experiencias son únicas.