jueves, 15 de mayo de 2025

El ocaso del debate político en TV abierta

Publicado en Diario El Salvador

Desde hace algunos años, varios programas de análisis y debate político que se transmitían en señal de televisión abierta y por cable en El Salvador han ido saliendo del aire, debido a su baja audiencia y consecuente escasez de anuncios publicitarios que aporten ingresos para sostener sus costos operativos. Empresas dedicadas casi por completo a este rubro, como Teleprensa (Canal 33) y TVX (canal 23), cerraron operaciones. Espacios importantes cancelaron segmentos de entrevistas, como El Noticiero (Canal 6), o están mutando progresivamente hacia contenidos no políticos, como Frente a Frente (TCS). Ya no hay entrevistas políticas en Canal 12, al tiempo que los programas de este tipo en Grupo Megavisión han reducido su alcance: Diálogo pasó de 90 a 60 minutos y Pulso Ciudadano fue trasladado del canal 21 al 19.

Este declive del contenido político en los medios televisivos tradicionales no es exclusivo de El Salvador, sino que está ocurriendo a nivel global. Un caso emblemático es el de Cable News Network (CNN), una cadena histórica estadounidense centrada en contenido político, que ha registrado caídas significativas en su audiencia. En 2024, cerró su icónica sede en Atlanta, la torre CNN Center, y trasladó sus operaciones al campus de Techwood, un espacio más reducido en la misma ciudad.

Varias razones explican este fenómeno, siendo la principal la digitalización del consumo de contenidos. Según estudios globales, como los de Pew Research, más del 70% de los adultos en América Latina consumen noticias principalmente a través de redes sociales y plataformas digitales, una tendencia que también afecta a los programas de análisis político. Ciertamente, las plataformas digitales son ahora el principal medio a través del cual las personas reciben y comentan información, publicidad y propaganda de todo tipo.

Si los programas de análisis y opinión política de televisión abierta aún tienen cierta presencia y relevancia en la opinión pública, es porque de ellos se extraen clips de video, de 1 o 2 minutos de duración máxima, que en muchos casos se viralizan cuando contienen expresiones significativas o incluso insólitas (dando lugar, en no pocas ocasiones, a memes); sin embargo, esta difusión no se traduce en mayor audiencia para el programa en sí, puesto que hay muy pocas personas dispuestas a ponerse frente a una pantalla por 30, 45 o 60 minutos de conversación ampliada, que requiere atención para seguir el hilo conductor, menos si posteriormente pueden tener un resumen de los puntos más importantes.

Un factor adicional en el contexto salvadoreño, que contribuye al declive de estos programas, es la desaparición progresiva de los grandes analistas políticos de antaño, que en su momento gozaron de admiración generalizada y de quienes la gente esperaba profundidad y fundamento en sus intervenciones, aunque su tendencia ideológica no fuera imparcial: desde los filósofos Ignacio Ellacuría y Francisco Peccorini, pioneros en esas contiendas intelectuales hace 40 años; pasando por los novedosos debates televisivos en que se enfrascaban notables figuras de distintos signos ideológicos, en las décadas de la posguerra; hasta ese último gran personaje que fue don Dagoberto Gutiérrez, a quien daba gusto ver, tanto por sus alocuciones como por sus cualidades escénicas. Figuras de ese nivel, en formato televisivo de conversación larga, formal y prolífica, respetados incluso por sus adversarios más feroces, quizá ya no existen.

De lo dicho anteriormente no debe concluirse que el análisis y el debate político en medios de difusión masiva hayan perecido; por el contrario, siguen siendo muy relevantes, pero en canales y formatos distintos a los de antes. Las plataformas digitales les ofrecen a las personas mayor cercanía, interacción, facilidad de acceso, flexibilidad y control de qué, cómo, cuándo, dónde y por qué sumergirse en el universo político. Los tiempos y las formas han cambiado y, con la llegada de la inteligencia artificial, seguirán evolucionando. La clave es adaptarse o desaparecer.

jueves, 1 de mayo de 2025

Patinazos y entrevistas fallidas

Contexto

Estoy a punto de cumplir dos años "ejerciendo la ciudadanía" desde programas de opinión política —televisión, radio y plataformas digitales— actividad en la cual encuentro una bonita motivación y me siento satisfecho, pese a la tensión que implica preparar las intervenciones y la pequeña molestia de lidiar con el hate (inevitable por el solo hecho de existir en redes sociales). En general, creo haberme construido una imagen respetable, aunque imperfecta y no exenta de situaciones incómodas: patinazos y entrevistas fallidas.

Patinazos

Uno no es todólogo, pero ya montado en el caballo (lo digo simbólicamente, porque nunca he ejercido la equitación) te lanzan todo tipo de preguntas de gran variedad de temas de coyuntura. En algunos casos, he tenido que decir “de eso no puedo opinar”, pero en otros me he atrevido, creyendo conocer el tema, solo para darme cuenta de que —en más de una ocasión— dije cosas erróneas, tales como mencionar una ley que cambió hace un tiempo, citar mal un artículo o confundir un término en particular. Errare humanum est. 😬

Entrevistas fallidas

En algunas ocasiones, he tenido entrevistas completamente gratuitas. En cuatro o cinco ocasiones me preguntaron y me filmaron, pero jamás publicaron la nota, sea porque no dije lo que querían, sea porque a última hora cambió la agenda y el tema ya no era importante. Otra vez fui a cierta televisora para una serie de apariciones cortas en el lapso de media hora, pero al final solo fue una de 2 minutos, porque se vino una transmisión urgente. Pese a las expectativas frustradas de aparecer en pantalla, prefiero verlas desde la creencia popular de “por algo pasan las cosas”, sin molestarme. Esto incluye una vez que me contactaron para una entrevista, me dijo que daría las indicaciones “en un par de minutos” y hasta la fecha, pues… 🙄

Reflexión

En este pasatiempo, puedo cometer errores y no me pesa reconocerlos. Lo que no me verán hacer es llegar a mentir o inventar, sea por encargo o por llamar la atención.