lunes, 26 de junio de 2023

Nueva (y antigua) experiencia

El jueves 22 de junio, con motivo de celebrarse el Día del Maestro, tuve la experiencia de estar por primera vez en un espacio de entrevista de un canal matutino, en el programa Diálogo 21, hablando sobre el rol y la imagen del docente en el contexto actual.

Ya en ocasiones anteriores desde hace ya mucho tiempo había estado en televisión: unas veces como artista (cantautor, productor musical o escritor) y otras como comentarista de temas culturales en VLM. En este sentido, no tendría por qué haber habido excesiva tensión o nervios en los momentos previos; sin embargo, la novedad en esta ocasión fue, más que el programa y el tema en sí, la expectativa de dejar la puerta abierta en este tipo de programas, para acudir con mayor frecuencia y hablar de temas no necesariamente circunscritos a la profesión docente, generando opinión ciudadana (como lo vengo haciendo por escrito en Diario El Salvador desde hace algunas semanas).

El tiempo dirá si logré mi propósito, pero de momento me da la impresión de que, al menos en la entrevista aquí citada, podría perseverar en ese empeño. 😬

jueves, 22 de junio de 2023

La imagen del maestro

Publicado en Diario El Salvador

La imagen histórica del docente es un arquetipo, una representación modélica que, en nuestro país, quedó plasmada en el Himno al maestro, que compusieron Joaquín Trejo y Ciriaco de Jesús Alas a principios del siglo XX. Esta antigua pieza ofrece una visión romántica que eleva al profesor al rango de un “noble apóstol” en lucha perenne por hacer triunfar a la ciencia, siendo ejemplo de virtud y actor fundamental para que, sobre sus alumnos y alumnas, descienda “de los cielos hermosa la paz”.

La docencia es una bonita profesión, pero el contexto actual requiere de una reconceptualización de la figura del docente de cara a la realidad, más allá de los sublimes conceptos expresados en la pieza poética aludida.

La cualidad de abnegación que se les atribuye a los maestros y maestras luce como un eufemismo injusto. Una persona abnegada es alguien “que se sacrifica o renuncia a sus deseos o intereses, generalmente por motivos religiosos o por altruismo”. El gesto es noble, sí, pero el término se usa para justificar los bajos salarios enraizados por décadas en el sistema y, además, invisibilizar el trabajo no remunerado que el docente realiza fuera de su jornada laboral, revisando tareas y exámenes en casa porque no le han asignado tiempo para que lo haga dentro de su horario contratado.

En cuanto a la nobleza del apostolado y el aura beatífica que conlleva el verso “de virtud el ejemplo les das”, la sociedad debe tener muy claro que los maestros y maestras son personas de carne y hueso, con una vida propia fuera de las aulas a la que como ciudadanos/as tienen derecho. En este sentido, al docente no se le debe pedir santidad, sino que cumpla con sus obligaciones según la Ley de la Carrera Docente, entre las cuales están la diligencia y eficiencia en el desempeño de sus labores, el respeto a los alumnos/as y demás miembros de la comunidad educativa, así como una buena conducta dentro y fuera de su centro educativo.

Otra percepción que debe cambiar es la de ver al docente como poseedor de la llama del conocimiento, fuego sagrado que da generosamente a sus estudiantes, sacándolos de la oscuridad. Claro que el maestro o maestra debe conocer muy bien las materias que imparte, pero consciente de que todo ese saber ya está al alcance de sus alumnos/as en la biblioteca global computarizada que llamamos Internet, al alcance de un clic, de una manera más completa y en ocasiones audiovisualmente más atractiva. Esto no vuelve innecesario al profesor/a, pero sí le cambia su rol, pasando de ser un transmisor de información a convertirse en un organizador de sentidos y significados, de acuerdo a la realidad del estudiante.

Finalmente, en cuanto a la formación en valores (inevitablemente asociada a la escuela como institución social), no es justo que se cargue al docente con una responsabilidad que pertenece primordialmente a la familia. Los y las docentes pueden desarrollar contenidos programáticos de orden moral (ya sea desde esa materia específica o como ejes transversales), también están llamados a hacer las observaciones pertinentes sobre conductas estudiantiles y a apoyar a las familias en este sentido; sin embargo, son los padres y madres quienes tienen el deber de inculcar en sus hijos e hijas los códigos de comportamiento necesarios para el correcto desarrollo personal y la sana convivencia social.

La profesión docente es una vocación en desarrollo permanente, con momentos memorables y significativos. Ya es tiempo de que la sociedad le dé el reconocimiento que merece, pero no desde aquella imagen convenientemente idealizada, sino a partir de realidades más justas y sensatas.

Polémica LGBT

Publicado en Contrapunto

La historia de las reivindicaciones sociales está llena de gestas cuyo elemento común fue el haber buscado el reconocimiento de la dignidad inherente a la persona, con las implicaciones jurídicas correspondientes. Estas luchas buscaron derribar barreras legales y morales que legitimaban tratos injustos y, pasado un tiempo después de cada batalla ganada, cada conquista fue asimilada por el conglomerado social, volviéndose irreversible. Nadie en su sano juicio pensaría hoy, por ejemplo, en retirar el derecho al voto de las mujeres o restablecer la esclavitud.

En perspectiva histórica, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) tendría que haber sido la conquista teórica final, enfocándose los esfuerzos de allí en adelante en su implementación efectiva para todas las personas en todos los países. En esta línea de pensamiento es que hoy, sobre la tercera década del siglo XXI, se libra una fuerte batalla ideológica relativa a la diversidad sexual y el reconocimiento de derechos a las personas LGBT.

En este tema, en el mundo occidental ya había habido ciertos avances básicos desde la segunda mitad del siglo pasado, como cuando la Asociación Estadounidense de Psicología y la Organización Mundial de la Salud dejaron de considerar a la homosexualidad como una enfermedad; o como cuando la Iglesia Católica, pese a rechazar los actos homosexuales, reconoció en su Catecismo que hay personas con “tendencias homosexuales profundamente arraigadas” y estableció que deben ser tratadas “con respeto y delicadeza”, evitando “cualquier estigma que indique una injusta discriminación”.

Siendo El Salvador un país conservador, aquí parecía haberse llegado a una especie de tolerancia mínima, tácita y genérica, del tipo “cada quién que viva su vida como mejor le parezca, sin dañar a los demás”; sin embargo, ese equilibrio inestable se vio agitado por recientes incidentes ocurridos principalmente en Estados Unidos, retomados por activistas ultraconservadores salvadoreños para relanzar su campaña permanente de rechazo al tema. Dos casos recientes lo ilustran.

En abril de este año, la marca estadounidense de cerveza Bud Light lanzó una campaña con la influencer transgénero Dylan Mulvaney, hecho que le costó una caída en ventas del 30 % por el boicot de consumidores conservadores. Inspirados en ello, usuarios de redes sociales en El Salvador atacaron un spot de inclusión LGBT lanzado hace tres años por una reconocida industria cervecera local, presentándolo como si aún estuviera en circulación.

El otro caso fue el de Target, cadena de tiendas norteamericana que desde 2010 tiene una sección pride con prendas para diversas edades, pero que en 2023 incluyó mercancía del controversial diseñador trans Erik Carnell, por lo cual recibió fuertes reclamos de los consumidores y acabó retirándola, además de sufrir serias pérdidas económicas. Miméticamente, en El Salvador hubo quienes propusieron una campaña de boicot contra un supermercado, por poner a la venta calcetines de arcoíris (no por su absurdo precio de 10 dólares, sino por promover la ideología de género).

Este año en particular, la polémica entre promotores y detractores de la causa LGBT ha escalado en países del primer mundo a agrios niveles de violencia verbal y simbólica, especialmente cuando involucra a la niñez como destinataria de la propaganda a favor o en contra. Aquí en la periferia, apenas toca la cola de ese huracán, pero las fobias ancestrales afloran ante la sola mención del tema.

Tal parece que un asunto tan controversial como este no se va a resolver a corto plazo, pues con la polarización existente no hay debate entre las partes, solamente reafirmaciones de las creencias preexistentes. Corresponderá a las nuevas generaciones, millenials y centennials no fanatizados, construir y consolidar soluciones equilibradas, respetuosas, duraderas y razonables, por el bien de todos los sectores involucrados.

jueves, 15 de junio de 2023

La falacia de la minoría

Publicado en Diario El Salvador

Practicar el debate es un deleite para las mentes inquietas, traviesas e inconformes con los lugares comunes y simplificaciones de la realidad. Conociendo y aplicando las técnicas argumentativas, de la mano con una rigurosa investigación y un imprescindible sentido crítico, el hecho de debatir resulta una actividad enriquecedora e iluminadora.

Además de conocer las distintas maneras para fundamentar una postura a favor o en contra de algo, en el debate es importantísimo detectar las falacias argumentativas: razonamientos aparentemente lógicos y verdaderos, pero que en el fondo esconden un engaño o carecen de fundamento real.

Una de las falacias más comunes, pero también más erróneamente señaladas, es la falacia ad populum, también llamada “falacia de la mayoría”. Esta consiste en declarar válido un argumento simplemente porque la mayoría de personas así lo cree.

En el campo de las ciencias, donde hay hechos objetivos y verificables, es evidente que el dato debe prevalecer por encima de una opinión mayoritaria equivocada; por ejemplo: en un partido de fútbol, la goal-line technology puede establecer que el balón rebasó en su totalidad la línea de meta y declarar gol del equipo visitante, aunque miles de aficionados locales clamen lo contrario.

Sin embargo, en el campo de las humanidades y en la vida social, el señalamiento de una presunta “falacia de la mayoría” (ad populum) es asunto más complicado y no siempre resulta apropiado ni pertinente. La tesis a la que apunta el presente artículo va en este sentido: rechazar automáticamente una opinión común a muchísimas personas, etiquetándola sin más como falacia ad populum por el simple hecho de que es la mayoría, es un autoengaño y da lugar a lo que podríamos llamar la “falacia de la minoría”, pues en ese rechazo generalmente va implícita la afirmación de que la minoría siempre tiene la razón frente a las masas.

En realidad, esta “falacia de la minoría” supone una mala comprensión de la falacia ad populum: una cosa es cuestionar la veracidad automática de lo que la mayoría opina (lo cual puede ser cierto o no, eso dependerá de un análisis más profundo); otra muy distinta es afirmar, sin más, que algo es falso únicamente porque es popular.

Un ejemplo local que ilustra la “falacia de la minoría” es este: cuando la población aprueba en alto porcentaje la gestión del presidente, siempre hay una furiosa oposición que sale inmediatamente a descalificar dicha opinión por el simple hecho de que es popular (diciendo que sería una falacia ad populum). En ese mismo acto, se adjudican automáticamente la autoridad de los “iluminados” para llamar al pueblo “ciego” y “engañado”, como si supieran más de la realidad que la propia gente que la está viviendo.

Una aproximación más inteligente al fenómeno de la aceptación popular del presidente sería la siguiente: si la gran mayoría de salvadoreños/as están convencidos de que su gestión es positiva, antes que negar o descalificar dicha opinión como si fuera una falacia ad populum, lo sensato sería indagar (con mente abierta, sin prejuicios, con respeto y sin pedantería) por qué razones las personas opinan de esa manera, empatizando con la gente para comprender su realidad.

Considerando el complicado tema de las ideologías, es particularmente difícil dar una receta infalible contra las falacias argumentativas. Hay que desarrollar el pensamiento crítico, lo cual implica cuestionar las apariencias externas e internas… incluyendo nuestras propias certezas, que son la principal fuente de nuestros engaños. Encerrarse en el convencimiento de que uno es siempre el iluminado que va a sacar a los demás de la caverna platónica (es decir, la minoría “sabia” contra la mayoría “ignorante”) puede ser una peligrosa trampa del ego.

domingo, 4 de junio de 2023

La música evangélica


El Salvador, al igual que los demás países de América Latina, ha sido tradicionalmente católico; sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX el avance de las iglesias evangélicas en la región comenzó a ser cada vez más importante, fenómeno que no fue únicamente religioso sino también político.

Comoquiera que haya sido, el hecho es que para 2004 la proporción entre católicos y evangélicos en El Salvador era de 55 a 29 por ciento; pero en 2023 un nuevo estudio de LPG Datos reveló que los porcentajes estaban igualados en 38 % para cada sector. Dicho en otros términos: en solo dos décadas, el catolicismo disminuyó 17 puntos porcentuales y las iglesias evangélicas incrementaron sus fieles en un 9 %.

Si a lo anterior añadimos la observación simple de que a los templos católicos parece acudir mucha más gente de la tercera edad que jóvenes, en los siguientes diez años el porcentaje del rebaño católico podría bajar hasta una tercera parte de la población, mientras que los “hermanos separados” (como estos suelen llamar a los cristianos evangélicos) podrían ser el 45 % de la población.

Consultado el módulo de inteligencia artificial ChatGPT por las causas de este fenómeno, mencionó varios factores como el énfasis en la experiencia personal y la participación activa de los fieles en las iglesias evangélicas, así como su estrategia de proselitismo; todo lo anterior conjugado con el desencanto de varios feligreses por la Iglesia Católica, por causas que serían interesantes de analizar en otro artículo.

Personalmente, como observador no participante de la fe religiosa, creo que un factor importante en la pérdida de atractivo del catolicismo en beneficio de las iglesias evangélicas es la música. No me refiero a las expresiones más lamentables que se oyen en varios pequeños templos o comunidades católicas y evangélicas (que en ambos lados las hay, como evidencia de que Yahveh o Jehová no les concedió el don del canto), sino a las producciones mejor elaboradas.

Si tomamos como referencia a los cantantes cristianos evangélicos más importantes (Marcos Witt, Jesús Adrián Romero, Alex Campos, Marcela Gándara y Christine D’Clario, por mencionar algunos), vemos que ellos tienen un nivel musical muy por encima de los católicos, desde hace varios años. Si bien entre estos últimos podemos mencionar excepciones destacadas y reactivas (como Martín Valverde y Hermana Glenda), a nivel general está claro que la industria musical evangélica produce canciones mucho más atractivas; lo cual no es casualidad, pues detrás de ella hay un altísimo nivel profesional en las voces, los arreglos y la ejecución.

Si quieren verlo con ojos creyentes, digan que Dios evangeliza a través de la música; pero la diferencia entre la Iglesia Católica y las iglesias evangélicas en este punto ha sido cuestión de astucia y marketing... con o sin asistencia del Espíritu Santo.


sábado, 27 de mayo de 2023

La fascinación por el asesino

Publicado en Diario El Salvador.

El término “fascinación” tiene dos acepciones: la primera como “engaño o alucinación” y la segunda como “atracción irresistible”. Un poco de ambas cosas hay en el enfoque y atención que cierto grupo de periodistas locales le dio a figuras emblemáticas de la delincuencia pandilleril durante varios años, no solo a través del periódico digital donde tenían una sección especializada para el tema, sino a través de otros medios: libros, reportajes, documentales, entrevistas, etc.

Aun cuando pueda parecer original, novedosa, disruptiva y hasta revolucionaria, dicha aberración periodística no se la inventaron ellos, sino que tiene un origen más famoso, aunque poco conocido en nuestro contexto: la novela A sangre fría, del escritor norteamericano Truman Capote, publicada en 1966.

Dicho libro trata de un crimen real ocurrido en Kansas en noviembre de 1959: el asesinato del granjero Herbert Clutter, su esposa Bonnie y sus hijos adolescentes, Nancy y Kenyon, a manos de dos ladrones comunes, Richard Hickock y Perry Smith, quienes fueron posteriormente capturados, juzgados, sentenciados a muerte y ejecutados.

En su afán de presentar un panorama completo de los hechos, Capote entrevistó a los residentes del lugar y a los investigadores del caso; sin embargo, la gran novedad de esta obra es que el autor tuvo largas sesiones de conversación con los asesinos mismos en prisión.

El resultado de escuchar atentamente las historias de sus vidas, así como la relación de los hechos desde la perspectiva de los criminales, fue la progresiva construcción de una cercanía emocional entre Capote y los asesinos, llegando a empatizar con ellos. Al final, acabó retratándolos en su novela no como hombres esencialmente malignos o autores desalmados de una masacre sin sentido, sino como seres humanos desgraciados que habían tenido infancias difíciles, pasando por duras experiencias que los habían empujado a cometer errores.

A sangre fría fue el mayor éxito comercial de Capote y con él prácticamente fundó un nuevo género: la novela reportaje o non-fiction novel; incluso hay quienes le atribuyen haber puesto las bases de una suerte de “nuevo periodismo”, con un periodista escritor que cuenta hechos reales en forma novelada, incluso utilizando recursos literarios de vanguardia.

Cuatro décadas después de la publicación de A sangre fría, Hollywood nos presentó dos películas basadas en ella: Capote (2005), que obtuvo cuatro nominaciones al Oscar además del galardón para el actor Philip Seymour Hoffman; y la menos laureada pero igualmente intensa Infamous (2006), la cual incorpora más claramente los rumores de una presunta relación afectiva que Capote habría tenido con uno de los homicidas durante sus visitas a la prisión. En ambas, el protagonista acaba llorando no por la familia Clutter (las víctimas), sino por la ejecución de Smith y Hickock (los victimarios).

De vuelta al presente y viéndolo en perspectiva, quién sabe qué motivos tendría un escritor/a, periodista o cineasta para lanzarse a hurgar con un enfoque tan personal en el mundo del crimen, la mafia o la delincuencia organizada, buscando allí el material de sus publicaciones. Quizá sea una extraña mezcla de las necesidades del ego (validación, reconocimiento, aplauso) con una ideología progre de absolución individual y condena a la sociedad. Tal vez ni siquiera el propio sujeto esté consciente del lento proceso mediante el cual va construyendo esa empatía con la psique del criminal, una fascinación enfermiza que, de una u otra forma, resulta en la justificación de actos abominables.

Lo importante, en todo caso, es que el público (de antes y de hoy) logre detectar la trampa mental de presentar al depredador como víctima, mediante un análisis crítico que nunca, nunca olvide el más elemental sentido de justicia.

domingo, 21 de mayo de 2023

Estadio Cuscatlán: receta para el desastre


* Descripción de los hechos basada en videos y testimonios publicados en medios informativos y redes sociales.
La noche del sábado 20 de mayo será recordada tristemente en la historia del fútbol. A pocos minutos de iniciado el partido de vuelta de cuartos de final del torneo local, entre los populares equipos Alianza FC y FAS, se produjo una estampida humana que dejó 12 muertos y más de 90 lesionados. No es la primera vez que ocurren desgracias en los estadios del país, pero nunca había habido una de esta magnitud.

Quienes alguna vez hemos asistido a un escenario deportivo y hemos visto las condiciones de infraestructura y logística en que se desarrollan estos eventos, los comportamientos típicos de la masa de aficionados y la casi absoluta ineptitud de la dirigencia del fútbol salvadoreño en el tema de seguridad, entendemos que la tragedia del Cuscatlán era solo cuestión de tiempo.

La cronología del desastre es tan simple como dolorosa y, de acuerdo a la información disponible y testimonios vistos en redes sociales, es así:

· Primero: el cupo del sector de sol general se llena antes de que puedan ingresar todas las personas que tienen entradas compradas. Esto solo se explica porque sobreventa o por falsificación de boletos. De lo primero aún no hay constancia, pues las investigaciones de la Policía Nacional Civil y la Fiscalía General de la República están en curso; pero de lo segundo sí hay evidencia, por denuncias que hicieron en redes sociales algunos aficionados.

· Segundo: como consecuencia de lo anterior, se detiene el flujo de aficionados por el único acceso habilitado, estos no pueden avanzar al interior del recinto porque ya está lleno. Ante tal situación, alguien (¿Directivo del Alianza FC, de la Liga Mayor de Fútbol, de la administración del estadio o el oficial a cargo?) da la orden de cerrar el portón y no dejar entrar más gente. En la descripción de este hecho coinciden varios sobrevivientes.

Cerrar el portón: esta es la decisión crítica.

Por una parte, es una decision lógica en teoría y quizá apegada a cierto protocolo de seguridad, para no sobrepasar el cupo del estadio en ese sector; pero por otra, decisión trágica por no considerar dos características físicas del lugar: primero, que el portón no es una reja por donde pueda circular el aire, sino una gruesa lámina metálica completamente cerrada; segundo, que ese acceso es un túnel donde hay una multitud completamente apiñada.

Como consecuencia del cierre del portón, quienes quedan al fondo comienzan a tener problemas para respirar, con la consiguiente sensación de asfixia.

· Tercero: la multitud desesperada, atascada en el túnel y ya en pánico, intenta forzar el portón para salir y poder respirar; por otra parte, algunos de los fanáticos que están afuera, desesperados por entrar (pues el partido ya comenzó), se unen a la tarea de derribo. En ese momento, ni unos ni otros tienen consciencia de qué va a pasar cuando el portón metálico caiga por la fuerza.

· Cuarto: el portón cede de mala manera y se produce la estampida desde adentro del estadio hacia afuera. La multitud descontrolada provoca la docena de muertes por asfixia y aplastamiento, más casi un centenar de heridos.

Aparte del dolor y luto provocado por la combinación de acciones y omisiones de los responsables del evento, y a falta de que se deduzcan las responsabilidades penales para todos los involucrados (directivos, encargados de logística, falsificadores, revendedores, oficial a cargo, etc.), una tragedia así debería marcar un antes y un después en cuanto a infraestructura y organización deportiva.

Lamentablemente, las personas que suelen estar al frente del fútbol nacional nunca han tenido ni el interés ni la consciencia, ni la voluntad ni las agallas, para hacer cumplir un reglamento estricto, en el cual la seguridad de los aficionados/as esté en primer lugar. Siendo así, si ellos no lo pueden o no lo quieren hacer, tendrá que ser el gobierno quien intervenga para poner orden. Si la FIFA nos sanciona, pues que así sea: arreglamos esto y volvemos en dos años. Lo que no se puede es seguir atentando, por estupidez e ignorancia, contra la vida de los aficionados.

domingo, 14 de mayo de 2023

Qué tan tontos/as somos

Hace unos días, una opinadora política y catedrática universitaria expresó lo siguiente:

“El pueblo salvadoreño es bastante desinformado y fácil de manipular, el país se encuentra entre los 5 países de América Latina y el Caribe con menos coeficiente intelectual”.

Sin mencionar la fuente, dijo que el IQ (Intelligence Quotient) promedio mundial es de 82 puntos y El Salvador tiene 69.63 puntos.

La afirmación la dio en el contexto de una de las líneas argumentales de la oposición política, repetida por varios de sus voceros e instituciones: que la actual popularidad del presidente Bukele se debe a la ignorancia y poca inteligencia de la población.

En esta afirmación, la mencionada señora cometió dos errores, imperdonables para un grado académico como el que ella tiene y la institución a la que de alguna manera representa.

El primero es leer sólo el titular de la noticia, sin investigar a fondo. Sin duda, lo que ella vio es esta publicación del periódico digital El Salvador Gram, la cual remite al sitio Wisevoter.com en donde aparece una tabla mundial de inteligencia por países, donde se indica que tales datos vienen del Ulster Institute for Social Research.

Lo que seguramente no vio es la fuente primaria: el libro The Intelligence of Nations, de Richard Lynn & David Becker, el cual en sus 436 páginas abunda en datos para unos países, pero escasea casi totalmente para otros. En el caso de El Salvador, la única referencia de dónde obtuvieron ese IQ nacional de 69.63 es la prueba TIMSS (The International Math and Science Study) de 2007. De allí lo generalizaron para toda la población y no lo han actualizado desde entonces.

Atendiendo a la fecha de donde proviene el dato, quiere decir que ese pueblo “desinformado y fácil de manipular” al que se refiere la señora Julia Evelyn sería el que, tras 20 años de gobiernos del partido Arena, decidió en 2009 hacer presidente a Mauricio Funes, del partido FMLN, gobierno del cual ella misma fue funcionaria por breve tiempo. Lo curioso es que en aquel tiempo alababan convenientemente la "sabiduría popular" que los eligió.

El segundo error en que este tipo de intelectualoides se empeñan en caer (aparte de su fijación con el IQ, concepto que tiene muchísimo debate y cuestionamientos) es no darse cuenta de que una cosa es la inteligencia académica (como la mencionada prueba TIMSS, que es de matemáticas y ciencias dentro del sistema educativo formal) y otra muy distinta las inteligencias inter e intrapersonales, que son la base para comprender y manejar la propia situación individual, familiar y social, y así tomar decisiones políticas.

Es que una cosa no lleva a la otra, pues de ser así, no habría profesionales bien titulados tomando pésimas decisiones en sus propias vidas (ni haciendo papelón tras papelón en sus apariciones públicas como ”analistas políticos/as”).

El punto es este: aún con las conocidas deficiencias históricas del sistema educativo nacional, la gente es capaz de tomar decisiones políticas en aras de mejorar su propia situación, sabiendo distinguir qué es lo que le conviene en cierto momento histórico.

La actual popularidad del presidente Bukele se basa en la sintonía de sus acciones con el sentir popular, la cual mantendrá en la medida en que responda las expectativas y necesidades de la mayoría, o perderá en la medida en que se aleje de ellas. Así funciona la democracia.

jueves, 11 de mayo de 2023

Apuntes políticos desde el ajedrez

Publicado en Diario El Salvador, 11 de mayo de 2023.

Las relaciones entre ajedrez y política son tan antiguas como el juego mismo. Importantes figuras históricas lo practicaron (Benjamin Franklin, Napoleón y Simón Bolívar, entre otros), no solo por diversión sino porque ambas prácticas representan el combate y comparten formas típicas de razonamiento.

En palabras del connotado maestro y dirigente deportivo sudamericano Uvencio Blanco, “el ajedrez ha servido como una proyección simbólica de los procesos políticos y sociales más importantes; de hecho, podemos evidenciar que las aplicaciones metafóricas del ajedrez a los distintos dominios de la civilización humana datan de antes del siglo XIII y siguen operando en las narrativas modernas a través de diversas disciplinas”.

El ajedrez tiene dos conceptos fundamentales aplicables a la política: táctica y estrategia. La estrategia es el plan general para alcanzar el objetivo último: en el ajedrez, se trata de ganar la partida dando jaque mate, aunque puede haber objetivos estratégicos parciales (como establecer dominio en cierto sector del tablero); en la política, se trata de acceder al poder quitándoselo al adversario.

La táctica, en cambio, es el conjunto de procedimientos concretos para abonar a la causa general. Son movimientos orientados a ganar ventaja material o posicional, pequeños pasos tras la meta final, acciones puntuales que van marcando avances propios y minando la posición del adversario.

La estrategia y la táctica deben adecuarse a las condiciones existentes sobre el tablero, evaluadas con la mayor objetividad posible. En términos sencillos y populares, no se puede “atacar a lo loco” en el sector equivocado, tampoco donde la correlación de fuerzas o el momento no son oportunos.

Aterrizando en el actual escenario político salvadoreño, cabe preguntarse si esa amalgama de sectores llamada “oposición” tiene una estrategia bien definida y si sus tácticas son apropiadas.

La estrategia opositora, a la fecha, no está clara (más allá de que expresen su furibunda animadversión por los tres órganos del Estado); por el contrario, luce confusa e incoherente, comenzando por la indecisión fundamental de participar o no (juntos o por separado) en el próximo evento electoral, hasta el enigma esencial de si lo que quieren es regresar los que estuvieron antes o, en cambio, van a presentar una propuesta realmente distinta (lo cual es incompatible con sus voceros visibles y patrocinadores conocidos).

En cuanto a los recursos tácticos, cualquier ajedrecista intermedio sabe que al oponente se le ataca donde está débil, no donde está fuerte. Por ello, no se entiende que la oposición se empeñe en ir, sin ningún matiz ni discreción, contra lo que la población percibe como el mayor logro del presente ejercicio gubernamental, como es la desarticulación de las estructuras criminales que por décadas sometieron al país (hecho reconocido por los activistas opositores más propensos al ejercicio analítico). En esto no hay que confundirse: una cosa es abogar por casos de errores puntuales en capturas, que puede ser causa justa, y otra muy distinta es emprenderla maliciosamente contra toda la política de seguridad.

Otro ejemplo de tácticas fallidas son las que atienden amenazas imaginarias, que llevan a maniobras innecesarias en detrimento de otros aspectos realmente importantes. Es curioso cómo la oposición gusta de librar batallas fantasmas, producto de su paranoia, como el caso de la libertad de expresión, donde insisten en vender un panorama sombrío a su conveniencia, pese a que objetivamente nunca antes como ahora hubo más canales activos para expresar la diversidad de opiniones de todos los sectores.

Ciertamente, el ajedrez aplicado a la batalla política es un valioso instrumento para desarrollar un auténtico pensamiento crítico, dentro del cual la autocrítica es imprescindible. Pero ni lo uno ni lo otro parece ser el fuerte de esta amorfa oposición política.

miércoles, 10 de mayo de 2023

Happy students


Every now and then, something unexpected happens in your daily routine, something funny that adds a sort of color and happiness when you are completely off-guard in the middle of the work.

Yesterday, two students entered dancing to the classroom, laughing and shaking a middle-size speaker that spread the music. They looked like two little girls, even though they are teens.

I have never seen that scene during my 35-years career as a teacher and, I must say, I was gratefully impressed, because it was a vision about how life is supposed to be for young people, far away from any adult-life bitterness and concerns.

Thank you for that, Sopia & Co.