martes, 28 de abril de 2009

Los deprimentes clasificados

Hay en la Internet dos o tres sitios electrónicos de anuncios clasificados gratuitos. Oneroso y lesivo para el ánimo es, en cambio, intentar hallar algo que realmente valga la pena en ellos. En el último año he buscado automóviles usados y perros nuevos, sin el menor éxito: en el primer caso, porque la relación del precio con las condiciones del vehículo lindaban con la estafa y, en el segundo, por la desconfianza de ver a la posible mascota fuera de su camada, sin padres presentes y mostrando a la criatura en el parqueo de algún centro comercial tipo “ahí nos encontramos” y, por supuesto, “si te vi, no me acuerdo” en caso de reclamo. Sin embargo, hasta ahí cada quien está en su derecho de querer sacar tajada.

Lo triste viene cuando encontramos anuncios clasificados en donde la gente se dedica prácticamente a pedir regaladas las cosas, con cierto descaro; otros más, a insultar al que puso este o aquel anuncio que, por cierto, ni siquiera le interesa realmente, sólo por la pura gana de dar la gran "tratada”, evidentemente anónima; y no olvidemos a quienes tercian en el pleito como en la plaza más miserable, culturalmente hablando.

Uno podría pensar que todo esto se debe, precisamente, a que poner un anuncio o comentario ahí es gratis. Pero no: cuando uno recuerda los millonarios presupuestos de las campañas electorales pasadas, o cuando uno sintoniza la transmisión de las plenarias de la Asamblea Legislativa, cae rápidamente en la cuenta de que el factor “de choto” es irrelevante: ¡esto es por pura vocación!

sábado, 25 de abril de 2009

Literalmente extraño

En esa multitudinaria mezcla coral del miércoles y jueves pasado estaba Diana, así que nuestra presencia parental en el público era indispensable. Como tengo asumido que la ejecución y sobre todo la apreciación de la danza no es lo mío, mi atención iba a concentrarse en la orquesta sinfónica nacional y, por supuesto, en los cientos de voces de la pieza principal, "Carmina burana", cuya majestuosidad se limita (con perdón) a la invocación de entrada y salida. La coordinación de más de doscientas personas sobre el escenario en tres órdenes artísticos distintos acabó imponiéndose a un público que no tenía la obligación de conocer el contenido de las rimas y mucho menos de la "narrativa" dancística. Eso sí: de ahí a que Orff pretenda convencerme de que su idea musical es adecuada para unos cantos profanos que celebran la vida y la naturaleza, hay un diámetro planetario de distancia: casi nada audible resulta más escalofriante y descorazonador que el supremo y diabólicamente bello coro de "O Fortuna / velut luna / statu variabilis". Así pues, contra la ortodoxia y a riesgo de que los maestros pongan el grito en el cielo, considerando que los textos están en dialectos medievales, lo que yo realmente extrañé y eché de menos fue... ¡un buen proyector con los subtítulos!

jueves, 9 de abril de 2009

¿Hay un "mejor episodio" de Columbo?

Las novelas y series policiales me vienen como otras rachas de adicción (me recuerdo hace unos diez o quince años devorando libros de Agatha Christie, sorprendentes pese a la repetición de la fórmula). Es así como emprendí una frenética búsqueda de “el mejor” episodio de la legendaria serie de televisión “Columbo”, con la ineludible tarea de verificar por mí mismo la justeza de los juicios.

Según la votación de Imdb.com, el mejor de todos es “Try and catch me” (1977), con una remarcable nota de 7.8 de 10. De trama interesantísima, tiene momentos memorables y la línea final es como la conclusión de una sinfonía; no obstante, yo no le daría el máximo galardón porque es una “meta-novela”, es decir, un guión detectivesco en donde la protagonista es una escritora de novelas detectivescas, que es como hacer una canción sobre las canciones o un poema a la poesía, aparte de un par de detalles cuestionables en el argumento (el tiempo necesario para asfixiarse en un pequeño cuarto y el enorme e innecesario riesgo de confiarle la prueba definitiva a la asesina).

En el sitio especializado http://columbo.freeukisp.co.uk/ la lista del “top ten” la encabeza “Prescription: murder” (1968), que fue producida como una película para televisión a partir de la obra de teatro de Levinson y Link, los creadores del personaje. El elemento más interesante de este filme es, sin duda, ver a un Columbo sorprendentemente joven, aunque sin todos los elementos humorísticos que años después desarrollaría a plenitud. La trama es buena y, aunque el final es bastante predecible (aunque quizá no para la época), cumple las altas expectativas, aunque me parece insostenible catalogarlo como “el mejor”, pues eso sería prácticamente menospreciar toda la serie de los sesenta y ocho episodios subsecuentes.

Otra lista respetable está http://www.associatedcontent.com/ (tras escribir el nombre correspondiente en el buscador), siendo el galardón para “By dawn’s early light” (1974), merced a la actuación laureada de Patrick McGoohan, así como a lo impecable de la trama, los detalles humorísticos y el modo sorprendente como Columbo revela la prueba final, a partir de una justa mezcla de deducciones y casualidades.

¿Que cuál me gusta más a mí? ¡Difícil decirlo! Estos y otros tantos episodios tienen su propia gracia, como la obsesión vinícola de “Any old port in a storm”, la intensa malicia de “A friend in deed”, la teatral trampa final de “Death lends a hand”, la irónica simpatía de “Swan Song” y el drama injusto de “Forgotten Lady”. Incluso son mencionables otro par de episodios perdidos en la normalidad de los estándares: “Make me a perfect murder”, recordable tan sólo por la observación de las “cue marks” o “quemadas de cigarro” en la esquina superior derecha de los filmes, antes de que el proyeccionista deba cambar el rollo de película; y “Columbo cries wolf”, en donde el Teniente es víctima de sus propias habilidades, las que le llevan a pegarse la equivocada de su vida... al menos por un momento.

En conclusión, no veo posible ni necesario establecer objetivamente cuál ha de ser “el mejor” episodio, en primer lugar porque, a partir de cierto nivel de excelencia, el criterio tiende a orientarse por el puro gusto personal; y en segundo lugar, porque la figura de Columbo con todas sus facetas se completa en el conjunto de la serie, o al menos en un grupo de episodios significativos.

¡Oh, una cosa más! Si alguna vez ha habido una identidad perfecta entre un hombre y su mascota, ésta ha de ser, precisamente, la de Columbo y su gracioso Basset Hound... ¡cuyo nombre es, sencillamente, “Perro”!