viernes, 24 de mayo de 2013

Dudas de ley (y religión)

Dice el artículo 296 del Código Penal de la República de El Salvador:

El que de cualquier manera impidiere, interrumpiere o perturbare el libre ejercicio de una religión u ofendiere públicamente los sentimientos o creencias de la misma, escarneciendo de hecho alguno de los dogmas de cualquier religión que tenga prosélitos en la república, haciendo apología contraria a las tradiciones y costumbres religiosas, o que destruyere o causare daño en objetos destinados a un culto, será sancionado con prisión de seis meses a dos años.

Si lo anterior fuere realizado con publicidad, será sancionado con prisión de uno a tres años.

La reiteración de la conducta será sancionada con prisión de tres a cinco años.

La conducta realizada en forma reiterada y con publicidad, será sancionada con prisión de cuatro a ocho años.

Este artículo se incorporó a la ley como reacción a varios actos públicos de destrucción de biblias e imágenes católicas que hizo una secta cuyo líder decía ser la reencarnación de Cristo, acciones realizadas frente a parroquias católicas a principios del siglo XX.

Sin embargo, pese a la aparente justeza de esta ley, hubo recursos de inconstitucionalidad, por los alcances del artículo tal como está redactado.

El 24 de mayo de 2013, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia declaró que dicho artículo es constitucional, bajo el siguiente razonamiento (transcrito de su comunicado de prensa):

La Sala establece que, según la Constitución, El Salvador es un Estado laico o no confesional, y que los que optan por ejercer la libertad de manifestar o practicar su religión gozan de la protección constitucional, pero también asumen la posibilidad de ser criticados y rechazados, situación que se debe tolerar y aceptar en una sociedad democrática y pluralista, ya que constituye el ejercicio de la libertad de expresión.

No obstante, la Sala señala que cuando exista un ejercicio abusivo de la libertad de expresión contra la libertad religiosa, los autores de esta conducta responderán por el delito que cometan, ya que el objeto de la prohibición penal es la prevención de aquellas manifestaciones que buscan incitar ataques o realizar conductas ilícitas contra la libertad religiosa en el país.

Entiendo el espíritu de la ley y el razonamiento del fallo; sin embargo, conociendo lo que conocemos de la Guanaxia Irredenta, aún me inquietan dudas como estas:

· ¿Cómo se aplicará este artículo en un país lleno de inmadurez y fanatismo donde, con demasiada frecuencia, toda crítica se toma como insulto o “campaña de desprestigio y difamación”?

· ¿Qué pasará con el mundo virtual (redes sociales, blogs, etc.), donde efectivamente se encuentran insultos y ridiculizaciones contra iglesias, sectas, clérigos y pastores (p.ej. Toby y sus diezmos, el Arzobispo destruyendo el mural de Catedral, etc.?

· ¿Qué hay con la ficción literaria (novela, cuento, poesía, teatro, etc.) y sus "indirectas-directas"? ¿Y las caricaturas de crítica?

· ¿Podrá ser demandado el Ministerio de Salud y aprisionado su titular si hace campaña publicitaria a favor del uso de preservativos, puesto que hay quienes ven el látex profiláctico como una ofensa a sus creencias religiosas?

· ¿Se prohibirán libros como “Las historias prohibidas del Pulgarcito”, de Roque Dalton, bajo el argumento de que contienen fuertes ironías y sarcasmos anticlericales (p.ej. el capítulo titulado “Los ídolos, los próceres y sus blasfemos”?

Conste, "sólo pregunto".


Posdata: muy ilustrativa es la lectura de la sentencia completa de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.

sábado, 18 de mayo de 2013

El chucho aguacatero

El chucho aguacatero es el animal nacional de la Guanaxia Irredenta. Es el perro universal, la quintaesencia canina, la idea de perro que soñó Platón.

Está aquí, allá y más allá, con su escuálida omnipresencia. No discrimina ni por raza ni por sexo, tampoco por condición socioeconómica ni creencias: se le ve en todos los estratos sociales, lugares y territorios. Es el alfa y el omega perruno. Es la salvadoreñidad que vio Roque y puso en su poema: "los que nunca sabe nadie de dónde son", "los arrimados", "los comelotodo" y otros epítetos conocidos.

Amigo de todo aquel que le dé un mendrugo o le haga un gesto amable, no desarrolla apegos obsesivos. Es valiente pero sabe hacer retiradas estratégicas. Es adaptable y sabe estar feliz en cualquier sitio. No complica, pues si se le ama, se le deja libre; si regresa, es porque cree que le darás algo; si no, de seguro halló mejor acomodo en otra parte.

El chucho aguacatero nunca será de nadie. Es "como el pan, la poesía: de todos".

domingo, 12 de mayo de 2013

Español, no castellano.

Tanto en El Salvador como en Latinoamérica hablamos español en variante latinoamericana, pero hay gente que se empeña en decir que hablamos en castellano, cosa que no es así.

Según la Real Academia de la Lengua, “castellano” es un término que se refiere a la lengua española, especialmente “cuando se quiere introducir una distinción respecto a otras lenguas habladas también como propias en España”, como el catalán, el vasco, el gallego, etc.

Es cierto que la lengua española se basa principalmente en el castellano, pero es mucho más que eso: tiene aportes del árabe, el inglés, el francés y, en los países latinoamericanos, la enorme influencia de las lenguas nativas.

Tengo la impresión que la insistencia de quienes dicen “castellano” es para evitar decir “español”, como una manera de pasarle factura a la conquista y todo ese rollo (aunque los conquistadores eran principalmente de Castilla).

Pero si habláramos castellano, pronunciaríamos la ce y la zeta con el fonema /z/, utilizaríamos las conjugaciones castizas de la segunda persona plural y andaríamos diciendo “¿a que vosotros no lo sabíais, pardiez?”

Así que no.

Una conferencia colosal

Viendo estadísticas, debatíamos en cierta ocasión si la iglesia católica está perdiendo adeptos, aunque aún conserva millones de fieles, especialmente en Latinoamérica y África. Ante los posibles porqués, los más cerrados a la autocrítica decían que porque los apóstatas son seducidos por Satanás y el pecado. Otros lo atribuían a la mejor estrategia mediática y sensorial de las iglesias evangélicas. No faltaron quienes culparon a la sociedad de consumo y sus ídolos contemporáneos. Como insumo para avivar esta interesante discusión, comparto esta breve anécdota relatada por uno de los presentes, con la usual recomendación de Don Macario: "¡ahi saquen ustedes sus propias conclusiones!"

Uno de estos años, tuve el extraño privilegio de asistir a una colosal conferencia de varias horas de duración. El tema era la moral desde una perspectiva religiosa y el ponente era un destacado sacerdote a quien, según calificativos propios y ajenos, se le tiene como progresista.

Con los acuerdos y desacuerdos del caso, la charla transcurrió con relativa normalidad por las diversas áreas temáticas hasta que llegó a la moral sexual, donde el especialista no sólo expuso con vehemencia la postura eclesiástica oficial, sino además dejó ver sus propios prejuicios en diversos comentarios.

Varias perlas dejó por el camino: desde la insistente recomendación de no permitirle a las niñas practicar fútbol por riesgo de que se vuelvan lesbianas, hasta afirmar que el acto sexual no tiene mayor historia porque sólo hay una forma lícita de hacerlo, que es la posición del misionero, “y todas las demás las aprenden los hombres en los prostíbulos”.

No faltó la exaltación, cual modelo a seguir, de una pareja que tiene diez hijos y continúa en la labor “en la vivencia de la fe”, con la correspondiente censura a los matrimonios que planifican tener únicamente el número de hijos que realmente pueden mantener, diciendo que esa actitud es una especie de idolatría de la comodidad material.

El clímax expositivo llegó cuando enumeró las perversiones sexuales, entre las cuales incluyó a íncubos y súcubos, siendo la última y más peligrosa el “tener sexo con demonios”.

En ese momento quedó clara la esencial inconveniencia de prolongar aquello con preguntas y comentarios al expositor, no fuera a ser y recurriese a la excomunión o el exorcismo.

viernes, 10 de mayo de 2013

Por qué el Tecla no fue a semis

En la última jornada del Torneo Clausura de la liga mayor de fútbol de El Salvador, jugada el sábado 4 de mayo de 2013, se enfrentaron el Santa Tecla FC y el CD Luis Ángel Firpo en la cancha de Usulután, en duelo directo para clasificar a semifinales. La victoria para uno de ellos significaba avanzar, mientras que el empate o la derrota los hacía depender del resultado del Juventud Independiente, el tercer involucrado en la pelea por las dos plazas aún no definidas.

El resultado fue 2-1 a favor del Firpo, quien así clasificó; pero como el Juventud también perdió, hubo necesidad de un partido de desempate entre éste y el Tecla, partido que se jugó el miércoles 8 de mayo en el Estadio Mágico González de la capital, el cual ganó en tiempo extra el Juventud con marcador de 1-0.

En resumen, el Santa Tecla perdió las dos oportunidades que tuvo para llegar a semifinales.

Yo como aficionado tecleño comparto la tesis comentada con varias personas: el equipo perdió ambos partidos por jugar con un planteamiento estrictamente defensivo, renunciando al ataque y especulando con resultados de terceros o incluso la definición por tiros desde el punto penal.

El partido contra Firpo se comenzó perdiendo antes de los diez minutos. Ante eso, los jugadores tecleños se esforzaron por buscar la portería rival, logrando empatar a los pocos minutos y manteniendo el asedio durante todo el primer tiempo. Lo triste y desesperante es que, después de la charla técnica del medio tiempo y habiéndose enterado de que el Juventud Independiente iba perdiendo contra el FAS en Santa Ana, comenzaron la segunda parte paseando el balón de lado a lado, sin esforzarse por atacar, esperando conservar el resultado que los clasificaba, siempre y cuando el Juventud no empatase en Santa Ana. Este error de disposición y mentalidad se pagó caro ya que, a falta de unos quince minutos para terminar el partido, se sancionó un penalti a favor del Firpo, que fue convertido en el contrarremate. Allí vinieron entonces las prisas y el querer remediar en poco tiempo lo que se había dejado abandonado.

La suerte estuvo de cara, no obstante, pues en Santa Ana, el Juventud erró el penalti que pudo darle la clasificación en el último minuto, con lo que se llegó al partido extra contra el Santa Tecla.

El partido de desempate Santa Tecla - Juventud Independiente fue bronco, trabado y aburridísimo, con predominio de la marca por sobre la habilidad, por ratos con ambos cuadros jugando a no perder y con el Santa Tecla FC lanzando pelotazos a ver si Vaquero, único delantero no del todo hábil, pescaba algo.

Y he aquí el mensaje nefasto: al minuto 60, faltando media hora para terminar el tiempo reglamentario, el técnico del Santa Tecla, William Renderos Iraheta, sacó del terreno de juego a Kevin Santamaría, jugador líder, volante ofensivo que tiene mucha claridad de juego hacia adelante, sustituyéndolo por un volante de contención, quizá para amarrar el empate. Pero no para allí la cosa: en el minuto 70 se fue expulsado el mejor jugador del Juventud Independiente por doble amarilla, pero en esos quince minutos restantes el técnico tecleño no movió nada para buscar el partido, teniendo en la banca a William Maldonado, quien es reconocido por su buen manejo del balón y vocación ofensiva.

Se llegó así al tiempo extra, donde se emparejaron las cosas al salir expulsado un jugador tecleño y quedar ambos cuadros con diez. Y luego, la desgracia: cinco minutos antes del final, con la inminente tanda de penaltis a la vista, el Juventud Independiente marcó un gol de tiro libre y fue hasta entonces que Renderos Iraheta metió a Maldonado para buscar con prisas el milagro, que no hubo.

En conclusión: visto lo visto, parece que para el cuerpo técnico del Santa Tecla (Renderos Iraheta y Memo Rivera), atacar es un mal necesario al que sólo se acude cuando se ven abajo en el marcador.

Así pues, quedó demostrado (una vez más) que el conformismo y la especulación no ganan partidos. ¡Lástima por la oportunidad perdida! A ver si la junta directiva del equipo toma nota y hace los cambios necesarios.

lunes, 6 de mayo de 2013

Analizando el fanatismo

En varias ocasiones he manifestado mi postura contra todo fanatismo político o religioso, peligrosa actitud que lamentablemente "distingue" a tanta gente aquí en la Guanaxia Irredenta. Hoy encontré este artículo de Luis Armando González que explica, con bastante claridad, qué es el fanatismo. Por considerarlo importante, lo reproduzco aquí, citando la fuente: el periódico digital Contrapunto.

Sobre el fanatismo

Por Luis Armando González

Es bueno y hasta necesario que haya gente que asuma la defensa de causas religiosas, éticas o políticas. Pero hay un riesgo en esto de asumir causas por las cuales luchar: el fanatismo. No es inevitable eso de defender fanáticamente una causa, pero cuando se la absolutiza la caída en el fanatismo es casi automática.

El fanatismo es, además de una traba para resolver los problemas reales de la gente, un peligro en el plano del conocimiento y en el plano de las actitudes y prácticas a las que da lugar. Veamos algunos rasgos del fanatismo.

Primero, absolutiza la situación o problema que tiene en la mira, y que es la que alienta su causa. Es decir, en la visión de la realidad que tiene el fanático no hay nada más importante (trascendental) que aquello que le preocupa, y ante lo cual todo lo demás es totalmente irrelevante y prescindible.

Segundo, el debate y el diálogo –entendidos como mecanismos para lograr un mejor conocimiento y para corregir las visiones equivocadas de la realidad— no tienen ninguna utilidad ni pertinencia para las personas fanáticas. Cuando estas personas se las ven con otras para debatir lo que hacen es repetir monótonamente sus posturas de fondo, aunque varíen sus argumentos y “pruebas” de respaldo.

Tercero, el fanatismo es monotemático. Y lo es de manera obsesiva. Los nervios, el cuerpo, la inteligencia y la voluntad del fanático están volcados, plenamente, a la causa que se ha asumido. El ser del fanático se revela violentamente ante los “enemigos” de su causa.

Cuarto lugar, además de monotemático y obsesivo, el fanático (o la fanática), es intolerante. Rechaza visceralmente opiniones, valores y pruebas contrarias a las suyas. Le gustan y celebra las que confirman su visión de la realidad, pero rechaza violentamente las que la contrarían.

Quinto, el fanático suele ser incoherente en su discurso, y también en su práctica. No es extraño que su discurso mezcle indebidamente argumentos y “pruebas” de la más distinta procedencia, sin rigor y consistencia.

Y, sobre todo, al proclamar grandes formulaciones (abstractas) el fanático se olvida (o pasa por encima) de las personas concretas, de carne y hueso, a la cuales el fanático no duda en sacrificar con tal de imponer su visión de la realidad.

Sexto, la persona fanática, en su afán de mezclar cosas para defender su postura, violenta el carácter de aquello que usa para sostener o probar su visión de la realidad. Por ejemplo, puede mezclar ciencia, con religión, filosofía y moral. Pero es que, además de eso, no es infrecuente que traicione la naturaleza de esos saberes. En el caso de la ciencia, algunos fanatismos no entienden el significado de sus aportes teóricos y empíricos.

Finalmente, cuando el fanático proclama que posee la “verdad” sobre un asunto y esgrime argumentos científicos en su favor lo que hace es violentar le carácter de la ciencia, que se ha construido mediante la aceptación de que nadie posee la verdad, mucho menos los científicos.