El chucho aguacatero es el animal nacional de la Guanaxia Irredenta. Es el perro universal, la quintaesencia canina, la idea de perro que soñó Platón.
Está aquí, allá y más allá, con su escuálida omnipresencia. No discrimina ni por raza ni por sexo, tampoco por condición socioeconómica ni creencias: se le ve en todos los estratos sociales, lugares y territorios. Es el alfa y el omega perruno. Es la salvadoreñidad que vio Roque y puso en su poema: "los que nunca sabe nadie de dónde son", "los arrimados", "los comelotodo" y otros epítetos conocidos.
Amigo de todo aquel que le dé un mendrugo o le haga un gesto amable, no desarrolla apegos obsesivos. Es valiente pero sabe hacer retiradas estratégicas. Es adaptable y sabe estar feliz en cualquier sitio. No complica, pues si se le ama, se le deja libre; si regresa, es porque cree que le darás algo; si no, de seguro halló mejor acomodo en otra parte.
El chucho aguacatero nunca será de nadie. Es "como el pan, la poesía: de todos".
1 comentario:
Sin duda ya son parte del paisaje salvadoreño. Aguacateros omnívoros. ¿Y qué decir del inolvidable Nerón de Alberto Rivas Bonilla?
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