PRECAUCIÓN: los enlaces colocados en esta entrada conducen a sitios con fotografías que pueden resultar desagradables.
Nota al aviso anterior: tome lo anterior como una prevención, no como un aliciente para ir corriendo a verlas.
En tiempos en que todo (¡todo!) se publica bajo el argumento de combatir tabúes y luchar contra la mitificación, hemos visto fotografías de mujeres menstruando en actividades de la vida cotidiana (lo mismo que el sudor, pero con sangre) y también posando inmediatamente después del parto, con placenta, cordón umbilical y toda suerte de líquidos involucrados.
Si esto es reivindicación de la humanidad o exhibicionismo naturalista de mal gusto, ya verá cada quién. De momento, a quienes están por la labor de regodearse de nuestras excreciones sólidas, líquidas, gaseosas o gelatinosas con fines reivindicativos se me ocurre sugerirles retratos en alta resolución de estas otras cosas:
- Para desmitificar la imagen de la niñez como algo adorable, perfumado y risueño, háganse sesiones de fotos de niños/as pequeños en actividades naturales pero generalmente reprendidas, como comer mocos y untarse de heces en estado no muy sólido.
- Con el propósito de borrar la imagen juguetona pero atractiva de la adolescencia, programen una serie de gráficas macro de chicos y chicas reventándose las espinillas frente al lente.
- A fin de no reforzar la machista idea del Príncipe Azul, documentemos al detalle a un hombre adulto realizando faenas poco públicas, tales como dormir la resaca envuelto en vómito después de una ardua noche de copas o expulsando los restos mal procesados de una cena indigesta.
Ya con esto, pueden pensar en otras sugerencias de dicho calibre.
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