“Pawn sacrifice” (2014) es una buena película de tema ajedrecístico, escrita teniendo mucha consideración hacia un público que en su inmensa mayoría jamás ha jugado ajedrez.
Tenía que ser así, por cuanto el match por el campeonato mundial de esta disciplina, jugado en 1972 en Islandia entre el soviético Boris Spassky y el estadounidense Bobby Fischer, captó la atención mundial de multitudes que, ciertamente, tampoco sabían mucho del juego-ciencia.
Aquel fue un duelo significativo en el contexto de la guerra fría y, al final de cuentas, la demostración de que, aunque sea por una vez, el genio espontáneo puede superar a una rígida disciplina que produce grandes maestros industrialmente… aun cuando este genio tenga serios y progresivos problemas mentales.
La película es bastante fiel a la historia y resulta entretenida para legos e ilustrados por igual. Apenas hay ligeras dramatizaciones que modifican ciertos pasajes dentro y fuera del tablero, las cuales le hacen bien.
La fuerte y desequilibrada personalidad de Fischer queda bien encarnada en la actuación de Tobey McGuire, que reparte por doquier miradas demenciales y paranoicas; en contraparte, tengo mis dudas sobre la caracterización de Liev Schreiber como Spassky, pues da la impresión de que admiraba demasiado al terrible y genial Bobby, tanto como para hacerle demasiadas concesiones.
Al conocer por este y otros medios la biografía ampliada de Fischer, uno no deja de sorprenderse de las paradojas de las que es capaz una mente tan brillante en unos aspectos y tan deficitaria en otros. Quizá por eso seguimos admirando tanto a ese ajedrecista que alcanzó y abandonó la cima.
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