miércoles, 13 de junio de 2018

Mi abuelita le rezaba a San Antonio

En junio de cada año, mi abuelita Delfina (la Niña Fina, como la conocían sus amistades) organizaba el rezo de toda la novena a San Antonio de Padua, que culminaba el día 13 con la celebración principal.

Los recuerdos de aquellos episodios de mi lejana infancia son un tanto inespecíficos, pero forman un solo bloque ubicado a mediados de los años setenta.

No sé cuándo mi abuelita comenzó con esa costumbre ni tampoco a qué se debía tan especial devoción: si a una promesa cumplida o a alguna expectativa a futuro; el caso es que la sala de su casa no solamente tenía un altar permanente, sino que la misma pared principal había sido edificada para tal fin, con espacios diseñados ad-hoc para los cuadros, las imágenes y los candelabros.

Mis hermanas y yo asistíamos obligados por nuestros padres, que no llegaban porque a esa hora trabajaban en turno extendido para mantener a flote el Liceo Tecleño. Éramos, pues, "el público" que siempre estaba allí durante las ocho sesiones en que la rezadora titular, la Niña Adriana, llegaba puntualmente a las 7:00 p.m. para dirigir el rito.

Aparte de nosotros, a la novena asistían escasamente cuatro o cinco personas más; en cambio, el propio día 13 había casa llena con reparto de tamales, café, refrescos y hasta vino de consagrar, jolgorio vecinal en el que no faltaban los cohetes de vara.

Con excepción de este último día, en las sesiones previas los cuatro hermanos Góchez Fernández nos aburríamos solemnemente en medio de aquella monotonía de oraciones, padrenuestros, avemarías y letanías, de casi 45 minutos de duración, por lo que con cierta frecuencia buscábamos elementos de distracción, siendo uno de los favoritos el divertirnos imitando la pronunciación y entonación características de la rezadora principal.

En una ocasión, creo que hacia 1975, mis hermanas tuvieron la ocurrencia de llevar una grabadora de casete para capturar la memorable voz de la Niña Adriana. Obviamente, no podían tenerla a la vista pues eso habría delatado sus traviesas intenciones, así que una de ellas se presentó con un chal chapín, pese a que no hacía frío, bajo el cual podía tener clandestinamente el aparato.

Creo que Mamá Fina comenzó a sospechar cuando vio que el cuarteto de nietos se había sentado extrañamente cerca de la rezadora (pues desde lejos la grabadora no captaba bien la voz), pero lo que acabó descubriendo todo fue que la duración del casete era de 30 minutos y se terminó antes de finalizar el rezo, haciendo que el aparato diera un sonoro clic con el apagado automático. Entonces, los titánicos esfuerzos por disimular las risas nerviosas se vieron completamente sobrepasados y ya no pudimos más.

Tengo bien grabado (en la memoria, no en el casete) el gesto de reprobación de la Niña Adriana, que no paraba de decir “¡Estas niñas traviesas, no respetan…!”, pues la culpa recayó en mis hermanas mientras yo salí indemne (porque, como suele decirse, “yo pasando iba”).

Diabluras aparte, aquellos rezos continuaron mientras mi abuelita tuvo salud y ánimo para organizarlos, aunque los graves acontecimientos sociopolíticos que afectaron al país y a nuestra familia a partir de 1979 los dificultaron cada vez más.

Mi abuelita Delfina falleció en 1983, a los 83 años, y con ella terminó esa tradición; pero todavía el agradable recuerdo de aquellas tempranas noches de junio, entre el aburrimiento y las travesuras, me saca algunas sonrisas.

miércoles, 18 de abril de 2018

Con estilo y entereza

Este es el equipo con que competimos en el X Certamen Intercolegial de Debate, que la Escuela Superior de Economía y Negocios organiza desde hace una década. Nuestra participación concluyó luego de la tercera ronda (cuartos de final), cumpliendo con los objetivos educativos con los que se diseñó la actividad.

Estoy orgulloso de sus integrantes, cuyo desempeño fue tan bueno como el realizado por los equipos de 2015, 2016 y 2017.

Desde el principio sabíamos que -en un torneo de eliminación directa, con sistema de copa y sorteando los números iniciales- no necesariamente sería hasta en la final cuando enfrentaríamos al rival más fuerte. Así, en la tercera ronda del torneo (aunque la puntuación global de los jueces nos otorgó nota de 9.1 y la votación final fue ajustadísima), no se nos concedió el pase.

Aceptamos el resultado y reconocemos la calidad del rival; sin embargo, esta entrada faltaría a la verdad si no dejase plasmada la siguiente reflexión.

Está claro que cada equipo diseña su estrategia dentro de lo permitido por las reglas; sin embargo, también es cierto que ningún reglamento en el mundo puede cubrir absolutamente todas las zonas del terreno de juego, por lo que siempre existe un margen para emplear ciertos recursos tácticos discutibles: lo que unos ven como astucia o viveza, otros lo ven como descaro, y quizá nunca habrá un acuerdo en este punto.

Al final del día, lo que sí podemos hacer es optar por competir con entereza... y esa es nuestra mayor satisfacción.

#FairPlay

domingo, 1 de abril de 2018

Hablando con mormones

El viernes santo a media tarde, un par de jóvenes norteamericanos, predicadores de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (LDS Church), tocaron a la puerta.

Habitualmente no recibo a nadie que venga a hacer proselitismo con manifiestas o veladas intenciones de convertirme, pero esta vez hice una excepción por un motivo que (he de admitir) puede parecer bastante utilitario: la oportunidad de conversar en inglés con hablantes nativos, pues me interesa desarrollar mi comprensión y fluidez expresiva en ese idioma.

Para prevenir cualquier malentendido, de entrada les expresé mi intención idiomática, al tiempo que procuré dejarles claro in a polite manner que, si bien podía escuchar con atención lo que iban a decirme, mis opiniones acerca de la divinidad y las religiones no eran casuales y estaban ya bastante formadas, por lo que era mejor que no tuvieran expectativas de avanzar conmigo en su misión.

Ambos de nombre Elder (que no son los de la foto pero lucían como si lo fueran, y que tampoco es nombre sino algo como un título) se voltearon a ver y, tras un instante de debate silencioso, accedieron a las condiciones planteadas.

Como primer punto, me invitaron a unirme a una breve plegaria, propuesta que rechacé gentilmente arguyendo el siguiente motivo: al ser ese un momento sagrado para ellos, yo consideraría deshonesto pretender que comparto esa creencia únicamente por parecer cortés; sin embargo, yo guardaría un silencio respetuoso mientras ellos oraban.

Entrando ya en materia, me preguntaron si sabía o había escuchado algo de los mormones, a lo cual respondí que sí, creyendo recordar un episodio de The Simpsons al respecto, pero una breve investigación posterior me aclaró esa confusión temporal, pues el que yo había visto es el capítulo “All about the mormons?”, de la teleserie South Park (temporada 7, episodio 12, noviembre de 2003).

Allí se cuenta (de manera un tanto satírica, por decir lo menos) la historia de Joseph Smith, fundador de los mormones. Quizá la referencia no sea la más erudita, pero hay algo al final de ese episodio me siempre me llamó mucho la atención, en palabras de Gary, el chico mormón que allí aparece:

The truth is, I don't care if Joseph Smith made it all up, because what the church teaches now is loving your family, being nice and helping people.

"La verdad, no me importa si José Smith se inventó todo, pues lo que la iglesia enseña hoy es a amar a la familia, a ser buena persona y a ayudar a los demás."

Esa idea fue recurrente en la conversación que se prolongó por tres cuartos de hora. Me contaron con bastante reverencia y devoción la historia de Joseph Smith y en todo momento enfatizaron que Jesucristo es nuestro padre y nos ama, pero yo siempre volví al punto clave: que lo importante no son tanto las creencias sobrenaturales de las personas, sino lo que las personas hacen a partir de sus creencias (o increencias).

La plática siempre fue en el marco del respeto mutuo y, como era de esperar, me ofrecieron como obsequio un ejemplar de El Libro del Mormón, oferta que decliné de la manera más cortés que supe, pues seguramente ese libro estaría en mejores manos que las mías; no obstante, les di mi palabra de que, por curiosidad, leería algunos pasajes en línea.

En este punto me recomendaron que, si iba a buscar algo en internet, mejor fuera al sitio oficial de los mormones; también me indicaron que al día siguiente iba a haber una transmisión de un evento importante, que me comprometí a ver.

Se marcharon de la misma manera en que llegaron: orando y reiterando sus invitaciones.

Por mi parte, cumplí mi palabra y revisé los materiales sugeridos. Luego de un par de días de investigación, lectura y escucha, la imagen mostrada por los mormones me parece en sintonía con el concepto de ciudadano occidental políticamente correcto, en una línea moderadamente conservadora.

Sin embargo, mi opinión general sobre ellos queda en la misma línea de lo que pienso de las demás religiones en general: se preocupan demasiado por las creencias sobrenaturales, cuando lo que de verdad importa son las acciones cotidianas. Por eso, sigo pensando que si una religión (sea esa o cualquier otra) les impulsa a ser mejores personas (tolerantes, solidarias, dispuestas al cambio positivo), qué bien; pero si es al contrario, vade retro.

domingo, 11 de marzo de 2018

Una propuesta osada para el FMLN

¿Qué le diría usted a un boxeador que, amoratado por la soberana paliza que le acaban de propinar en el cuadrilátero, en la misma rueda de prensa (una hora después del último trompón) pide la revancha para dentro de un mes?

Algo así ocurre con el FMLN, que pasó de recibir casi 850 mil votos en 2015 a unos 475 mil en 2018 (es decir, un 44 % menos). Una caída tan dramática no es casual, sino producto de la acumulación de muchos factores que resultaron en la pérdida de confianza que llevó a 375 mil electores a dar la espalda al fracasado proyecto revolucionario.

Muchos análisis de las causas de la debacle se han publicado (uno de los más completos, el de Ricardo Vaquerano en la Revista Factum), por lo que el presente artículo de opinión no pretende ser otro más, sino plantear una propuesta bastante osada para que el FMLN recupere la confianza de la población y sea, a mediano plazo, una alternativa viable para abanderar las reivindicaciones sociales.

Ante todo, el desplome del partido de izquierda debe verse como una verdadera tragedia para quienes han dedicado la mayor parte de su vida a la lucha revolucionaria. Desde una perspectiva psicológica, es similar a la pérdida de un ser querido; de ahí las manifestaciones típicas de las primeras etapas del duelo (aquellas que formuló la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross), tales como la negación y la ira.

En efecto, no es de otro modo como hay que entender las expresiones de amargura de veteranos dirigentes repartiendo culpas entre todas las entidades e instituciones imaginables: la oligarquía, la Fiscalía, los poderes fácticos, la Sala de lo Constitucional, la sección de Probidad de la CSJ, los grandes medios, los empleados/as públicos (en términos de “esos hijos de puta”), etc.; amenazando con volver a la lucha de calle para superar la insignificancia legislativa que se les viene por los próximos tres años. En estas lamentables declaraciones, la analogía suprema la dio un diputado que citó el pasaje bíblico de Jesús y Barrabás, comparándose a sí mismo con el Redentor.

Pasados algunos días, se han conocido otras expresiones más mesuradas (como la declaración de Gerson Martínez), que parecen estar en la tercera etapa del duelo: engañarse con una ficticia negociación, tipo “si en menos de un año cambiamos y corregimos, la gente volverá a creer en nosotros”.

No muchas voces se han expresado desde la cuarta etapa, la depresión, aunque seguramente existe en varios/as militantes de corazón: la casi certeza de que el Frente llegará irremediablemente a la mínima expresión de los otrora partidos grandes (PCN y PDC), con el dolor que conlleva saber que han perdido su vida en un proyecto que se reveló inoperante para realizar lo que tanto anhelaron.

Así, la única forma de superar esta pérdida es llegar a la etapa final, la aceptación, tras la cual es posible replantearse las cosas con serenidad y sabiduría… y continuar con renovada esperanza.

Y sin embargo… llegar a eso no es sencillo.

El FMLN debe tener claro que ni ellos ni ninguna otra institución pueden hacer ese proceso de transformación interna de manera efectiva en un tiempo tan corto como el que falta para la próxima elección presidencial.

Querer “ya” la revancha es ir a otra derrota anunciada, que puede ser aún peor considerando el factor mesiánico de Bukele. Ciertamente, no es descabellado pensar que el FMLN podría ver la segunda vuelta presidencial de 2019 por televisión.

Hay quienes creen que lo urgente para el Frente es pasar página y abocarse a la campaña presidencial, haciendo (por pura necesidad de maquillaje) algunos cambios superficiales; sin embargo, lo verdaderamente importante es repensarse, actualizarse y refundarse.

El FMLN necesita una completa reingeniería, que pasa por temas tan difíciles la jubilación de su anciana dirigencia, acostumbrada al verticalismo jerárquico, así como su dogmatismo ideológico, que lo mantiene anclado en los años setenta.

Lo grave es que, habiendo hecho tantas cosas mal durante tanto tiempo, no hay ahora mismo a quién o quiénes pasarles la estafeta para dar un relevo generacional justo y necesario, que sea percibido como algo realmente diferente a lo visto en el pasado.

Por lo anteriormente expresado, el FMLN debería abstenerse de participar en la elección presidencial de 2019, para iniciar un genuino proceso de renovación y reestructuración, proyectándose hacia las legislativas y municipales de 2021 (y a más largo plazo, las presidenciales de 2024).

Esto le permitiría enfocar tiempo, recursos y energías a un trabajo institucional que le permitiría aterrizar aquí y ahora, en El Salvador del siglo XXI, y garantizar su futuro político en las próximas décadas.

Volviendo a la analogía del principio: si aquel boxeador quiere tener opciones reales de ganar la próxima pelea a su feroz oponente, debe hacer las cosas de manera muy distinta, comenzando por un análisis objetivo de fortalezas y debilidades, cambiar de entrenador, actualizar sus métodos de trabajo y, sobre todo, darse el tiempo suficiente para que estos cambios produzcan efectos reales.

Suena lógico, ¿no? El único problema es que ese boxeador es conocido por ser tan, pero tan necio...

domingo, 25 de febrero de 2018

Tres argumentos para ir a votar

Artículo publicado en El Diario de Hoy (25 de febrero de 2018, página 20).

Encuestas recientes coinciden en reflejar un significativo porcentaje de personas que no están interesadas en ejercer el sufragio el próximo 4 de marzo, ya sea porque desconfían del proceso electoral o porque consideran que los partidos políticos existentes no representan a la ciudadanía, pues trabajan solo para sus propios intereses.

Muchas voces se han expresado en el mismo sentido, llamando a manifestar tal descontento y frustración a través de la abstención o la anulación del voto, exponiendo razones que parecen tener sentido.

Sin embargo, analizando con más cuidado hallaremos que el camino de la autoexclusión electoral es inadecuado e inconveniente. Preferencias o antipatías partidarias aparte, hay al menos tres argumentos para participar positivamente en estas elecciones.

Primero: votar masivamente reduce el poder del voto duro.

El así llamado “voto duro” de los partidos políticos es fundamentalmente dañino para el país. Esta ciega adhesión incondicional se muestra indolente e indulgente ante prácticas corruptas y antiéticas, pues siempre está allí para endosar cuantos cheques en blanco hagan falta.

Así, mientras más personas fuera del rebaño político le den la espalda al evento electoral, más fuerza relativa adquiere este voto fanático y, en consecuencia, los actuales institutos políticos seguirán sabiendo que no necesitan transformarse para convertirse en mejores representantes de la ciudadanía.

El voto consecuente de la población es premio o castigo necesario; en cambio, la abstención o la anulación es no más que enmudecer y aceptar implícitamente el statu quo.

Segundo: votar racionalmente depura las instituciones.

El voto bien informado debería convertirse en un voto pragmático, racional, cambiando funcionarios/as municipales o legislativos que no han cumplido con sus responsabilidades y dándole la oportunidad a otros que tengan mejores perfiles y propuestas.

Y aun cuando la oferta política actual no sea demasiado alentadora (especialmente en cuanto a diputados/as), tampoco es cierto que “todos los candidatos son iguales”, pues las generalizaciones suelen ser engañosas.

En el caso de la elección legislativa, el voto por rostro es una forma efectiva de distinguir y seleccionar la oferta, pero para que este funcione bien es necesario que la gente esté mucho más atenta a las trayectorias personales, las acciones realizadas y las propuestas presentadas por los candidatos/as.

Tercero: a los políticos los mueve el voto, no la indiferencia.

Creer que la abstención o la anulación del voto es un poderoso grito de protesta que hará temblar los cimientos de la partidocracia es, cuando menos, ingenuo. Incluso si los votos nulos fueren más que los válidos, el gran “logro” sería repetir las elecciones… con los mismos candidatos.

La realidad es esta: en cada municipio, de una u otra manera siempre se elegirá un alcalde o alcaldesa, y a la Asamblea Legislativa invariablemente llegarán 84 diputados. El número es excesivo, sí, pero mientras no se reforme la Constitución no habrá menos de ellos como consecuencia de no votar. Ya que esto será así, es mejor tener alguna incidencia que ninguna en la selección de tales funcionarios.

Si le quiere mandar un mensaje a la clase política, tenga claro que el único lenguaje que posiblemente entiendan es el voto positivo en una u otra dirección específica. Las abstenciones y votos nulos, más allá de las coloquiales y pintorescas frases que en las papeletas puedan escribirse, a nadie le quitan el sueño.

Dicho lo anterior, recordemos que el solo voto no basta para transformar el sistema político: hacen falta muchas más acciones que exijan eficiencia, honestidad y rendición de cuentas a los funcionarios públicos. El voto es la manera más elemental de incidir en la vida política, pero si nos desentendemos de él, no cabe la posibilidad de pensar siquiera en otras formas de participación más activas.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Elucubraciones por los pies subidos

La anécdota real

Ocurrió hace veinte años en la iglesia de Suchitoto, mientras acompañaba a unos estudiantes de bachillerato.

Entramos a la iglesia colonial del lugar y los visitantes se disgregaron en varios grupos: unos curioseando los camarines de los santos, otros tomándose fotos con el altar de fondo y algotros inspeccionando los antiguos confesionarios; en fin: tanta diversidad de actividades como intereses y ánimos había.

En eso, una chica se sentó en una de las bancas de madera dentro del templo a descansar. Tranquilamente, se quitó los zapatos y subió los pies en la banca de enfrente, cruzándolos como cualquiera haría en la sala de su casa o el parque de la colonia.

Me acerqué a llamarle la atención, pidiéndole –con la mayor amabilidad de la que soy capaz– que se sentara correctamente.

Como buena adolescente se molestó, respondiendo en la frontera de las malas maneras, pero acatando al final, aunque a regañadientes.

Igual le di la correspondiente explicación: que estábamos en un lugar ajeno donde había otras personas que podían considerar tal manera de sentarse como una falta de respeto, y dejando aparte la discusión sociocultural del gesto en sí, convenía tener prudencia en atención a las tradiciones del lugar.

La chica recibió una amonestación verbal institucional y dejó de dirigirme la palabra por varias semanas, pero a la fecha de hoy, creo que ninguno de los dos guarda resentimientos por el incidente y (asumo que) estamos en paz.

La hipótesis especulativa

Contexto de 1997: tomar fotografías era un pasatiempo caro, no al alcance de todos. Las cámaras eran analógicas, había que comprar un rollo o carrete de 12, 24 o 36 exposiciones y administrar con prudencia cada disparo. Luego venía el proceso de revelado e impresión, que tardaba no menos de tres días. Internet y el correo electrónico eran prácticamente un lujo y las redes sociales apenas comenzaban. El fenómeno de la viralización de imágenes no existía o estaba bajo el estricto control de los medios impresos tradicionales.

Pero especulemos un poco.

¿Qué habría pasado si alguien hubiera tomado una fotografía de la chica así sentada, publicándola en una revista o periódico, denunciando el presunto irrespeto del tempo de la localidad y al Santísimo mismo?

Habría hubiera habido una avalancha de comentarios, unos a favor y seguramente la mayoría en contra.

El linchamiento virtual

Conociendo el manejo que en la Guanaxia Irredenta suele hacerse de estos temas, profundicemos en la especulación e imaginemos qué se habría dicho, si en aquel tiempo se hubieran tenido los medios de comunicación digitales que hoy poseemos.

No es descabellado pensar que, mientras unos pocos discutirían sobre la gravedad del gesto en sí (subir los pies en una banca de un templo), en la primera fila de vociferaciones aparecerían los haters contra la institución en donde ella estudia, aprovechando la ocasión (esa como cualquier otra) para despotricar.

Por la idiosincrasia nacional, no dudemos que otra buena parte se habría enfocado en comentar, con toda la vulgaridad posible, el aspecto físico de la chica.

Cierta porción de comentarios, que supuestamente serían en su defensa, tendrían el siguiente aspecto:

Cosas peores hemos visto, como [inserte aquí un hecho marcadamente reprobable] y no han dicho nada.

Es decir: "eso es esencialmente malo pero no tanto".

No descartemos alguien que, con cierto sentido de responsabilidad, enviase una carta o se apersonase a la institución, reclamando la mala educación que dan a sus alumnos/as y dando por hecho que allí se les instruye en ese sentido.

Si en ese universo paralelo e hipotético hubiese una Biblia que mandase al infierno a quienes suben los pies en las bancas de los templos, ya no digamos.

(O pensándolo bien… quizá eso no sea tan paralelo ni hipotético: hay lugares en nuestro mundo actual donde a uno le pueden dar golpiza y mazmorra por ingresar a ciertos lugares sagrados, por ejemplo, sin descalzarse.)

Y luego… que si la premeditación o inocencia del gesto, y que si la falta de valores de la juventud actual, y que si se han perdido las buenas costumbres, y que si deberían expulsarla o sancionarla fuertemente por desprestigiar al centro educativo… En fin: un escándalo moral, educativo y religioso.

¿Les parece un escenario improbable y exagerado, todo por subir los pies en una banca de un templo?

Consideren esto: ya hubo hoy, en este año, una agria discusión en redes sociales, cargada de insultos, porque un importante funcionario edilicio publicó la foto de sí mismo con los pies subidos en el escritorio de su oficina.

Y tengan esta otra anécdota tangencial: mi abuelita, como buena señora tradicionalista, consideraba un insulto a la memoria de Nuestro Señor Jesucristo el solo hecho de escuchar música el viernes santo. Su argumento lo hacía valer con palo en mano… y no solo por música vulgar, fiestera o de doble sentido, sino música a secas, del tipo que fuese.

La tolerancia

En última instancia, en el escenario antes descrito asistimos a un conflicto de valores entre la tradición conservadora y las nuevas costumbres de la juventud.

Como es un conflicto inter-generacional, difícilmente va a existir una postura neutral o plenamente conciliadora.

Lo que sí se puede exigir es tolerancia, es decir, “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.

_______________

Posdata:

Paradójicamente, y como ya definió en 1945 el filósofo Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos, la tolerancia no es un valor absoluto.

¿Cómo así?

Dice Popper que "si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y de la tolerancia".

Así, “deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley, y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución. Tenemos que reclamar, en el nombre de tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia”.

sábado, 26 de agosto de 2017

Discutamos sobre el aborto

Desde 1998, el aborto en El Salvador está penalizado sin excepciones con cárcel de 2 a 8 años. Esta penalización absoluta sólo ocurre en otros 4 países del mundo: Malta y tres latinoamericanos, que son Honduras, Nicaragua y República Dominicana.

Oficialmente hay uno más: el Estado de la Ciudad del Vaticano, pero en la práctica no cuenta porque otorga la ciudadanía por motivos laborales sin anular la nacionalidad de origen.

· Las posturas

A nivel mundial, las posturas y leyes sobre el aborto se resumen así:

- Aborto libre: cuando basta la sola decisión de la mujer para abortar. 58 naciones lo permiten, dentro de ciertos márgenes según las semanas de gestación.

- Aborto en casos excepcionales:

a) Para salvar la vida de la madre (132 países).
b) Por inviabilidad del feto (p. ej. anencefalia).
c) Por ser el embarazo producto de violación.
d) Por motivos económicos o sociales.

(47 países admiten una o varias de las causales “b”, “c” y “d” en adición a la “a”.)

- Aborto prohibido absolutamente: 5 países.

En este enlace hay información más detallada.

· Debatir o no

El Salvador es, con poco margen de duda, un país con marcada polarización ideológica, en donde difícilmente se puede tener un debate que no esté contaminado por el fanatismo, el insulto y la descalificación.

Quienes rechazan el aborto en términos absolutos, sin considerar excepciones, se niegan a cualquier debate al respecto. Para estas personas, el tema ni siquiera es discutible: todo aborto es un asesinato y quienes defienden al menos una causal de excepción son genocidas de bebés inocentes. Punto.

Organizaciones como la Fundación Sí a la Vida, partidos políticos como Arena, la jerarquía de la Iglesia Católica y pastores de poderosas iglesias evangélicas lo han dicho y reiterado hasta la saciedad.

Desde esta perspectiva “pro vida”, El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Malta son la última línea de defensa de la vida en un mundo corrompido, a merced de una criminal conspiración internacional abortista que ya tiene a 190 naciones de su lado.

El espectro de las distintas posturas sobre el tema, estas personas lo ven así:

Con esta gente es estéril cualquier argumento, dato o razonamiento; sin embargo, ejercen una enorme influencia política y rápidamente se encargan de satanizar a quienes no aceptan completamente su discurso. Y sin embargo…

· Religión y política

Quienes están contra el aborto en toda circunstancia generalmente esgrimen argumentos religiosos, basándose en la creencia que, desde el instante de la concepción, un cigoto ya tiene su alma inmortal creada por el Supremo Hacedor.

Quede claro que, en términos metafísicos, cada quien elige en qué creer y está en su derecho; pero el estado salvadoreño es laico y, como tal, las leyes no deben ser impuestas a partir de creencias religiosas particulares. Si esto fuera así, los Testigos de Jehová bien podrían imponer, con el apoyo de diputados/as afines, una ley que prohibiera las transfusiones de sangre.

Si los católicos y evangélicos dan fervientes prédicas contra el aborto a su feligresía, de acuerdo y bien por ellos. El problema es cuando quieren trasladar la Biblia o el Catecismo a la Constitución Política de la República y las leyes secundarias.

· Embrión o ser humano

El debate sobre el aborto implica consideraciones biológicas y filosóficas acerca de cuándo un embrión debe ser considerado un ser humano. Sobre el tema, hay diversas posturas y tratados que abarcan extensos volúmenes, sin alcanzar unanimidad.

Las legislaciones pro aborto generalmente aceptan el criterio de las 12 semanas para permitirlo, basándose en el hecho que es solo hasta el tercer trimestre del embarazo que se han formado las estructuras cerebrales capaces de conectar al nuevo ser con el ambiente, lo que le daría al feto cierto grado de conciencia.

Por el contrario, la Constitución salvadoreña reconoce, desde la reforma vigente en 1998, que un ser humano lo es desde el instante de la concepción, lo que impide el aborto por la sola y simple voluntad de la madre en cualquier fase del embarazo.

Esta reflexión, no obstante su importancia, no es el punto central de lo que se discute hoy en El Salvador, ya que no se está planteando el aborto libre sino la despenalización por causales específicas que implican conflicto de derechos fundamentales del nasciturus y de la propia madre (p. ej. la vida).

Las reformas legales propuestas para el artículo 133 del Código Penal podrían ser aprobadas sin necesidad de otra reforma constitucional que revierta la del 98.

· Salvar vida de la madre

La propuesta de despenalizar el aborto para salvar la vida de la madre fue presentada en octubre 2016 por la diputada Lorena Peña, del FMLN. La iniciativa incluye además otras tres causales. Por su parte, el diputado Johnny Wright Sol presentó en agosto de 2017 otra propuesta coincidente de dos causales, una de ellas la antes mencionada. Cabe aclarar que aunque Wright Sol es miembro del partido Arena, dicho instituto político ha rechazado tajantemente dicha acción.

Dato interesante: Juan Valiente, también diputado de Arena quien sostiene una postura “pro vida” consistente, ha aceptado que en este punto hace falta legislar adecuadamente para permitirle al médico luchar por la vida de la madre y del nasciturus por igual, sin temor de ser encausado judicialmente. Por esta sola declaración de apertura a escuchar argumentos, ha sido increpado por fanáticos dentro y fuera de su partido.

Pese a las muchas argumentaciones médicas presentadas por diversas personas y organizaciones, los opositores dogmáticos al aborto sencillamente niegan que existan casos en donde se tenga que sacrificar al feto para salvar a la madre y rechazan incluso el concepto técnico de “aborto terapéutico”. Esto a pesar de que la ministra de salud, Violeta Menjívar, dio estadísticas e informes de muertes de mujeres por embarazos ectópicos, por no evacuarse a tiempo.

· Embarazo por violación a menor

La causal de despenalización del aborto cuando el embarazo sea producto de violación a menor de edad está en la propuesta de Lorena Peña y Johnny Wright Sol. Al igual que en el punto anterior, aquí se contraponen los derechos del nasciturus con los de la madre, niña o adolescente menor de 18 años.

Quienes se oponen a esta reforma argumentan básicamente dos cosas: la primera, que con ello se castiga con la muerte a quien no tiene la culpa (el nasciturus); y la segunda, que con un crimen (el aborto) no borra otro crimen (la violación).

Ambos argumentos son debatibles, si se tiene en cuenta el ya mencionado conflicto de derechos fundamentales. De lo que se trata es de no aumentar o perpetuar el sufrimiento ya infligido a la víctima. Una niña de 10 años violada y embarazada por un pariente no tendría por qué ser obligada a llevar a término su embarazo.

· Embarazo por violación a mujer adulta

Esta causal de despenalización no está contemplada en la propuesta de Wright Sol, únicamente en la de Lorena Peña.

Los argumentos en contra son los mismos antes señalados, a los cuales suelen añadir estadísticas de dudosa fiabilidad, que mencionan depresión y suicidio de mujeres que han abortado. También sugieren que, si la madre no quiere al producto del ultraje, puede darlo en adopción.

En este punto hace falta más discusión, análisis y muy amplio consenso, pues tampoco está claro que la propuesta sea constitucional y entonces habría que pensar en una contrarreforma de la Carta Magna.

· Inviabilidad del feto

Esta causal de despenalización sólo está en la propuesta de Lorena Peña y seguramente el caso emblemático es el de Beatriz en 2013.

Quienes se oponen a esta causal usualmente no aceptan el diagnóstico de inviabilidad (es decir, que el feto no va a sobrevivir fuera del útero); en cambio, se aferran a la posibilidad de un milagro y citan casos extraordinarios.

Cierto: la esperanza es lo último que se pierde, pero debería ser la propia madre quien decidiera libremente llevar a término su embarazo o interrumpirlo cuando no hay esperanza médica.

No obstante, como en la causal anterior, hace falta mayor análisis médico y sobre todo jurídico para determinar si esta posibilidad es constitucional.

· Temor a la puerta abierta

Hay quienes afirman que despenalizar el aborto por una o más causales es, en realidad, dar puerta abierta a abortos por doquier. Incluso hay personas que, aun cuando aceptan la legitimidad de algunas causales, se aferran al “no” por un miedo abstracto y genérico.

A primera vista parecieran tener razón, ya que la fuerza de la ley en El Salvador es poca y más bien campea la filosofía de “hecha la ley, hecha la trampa”. Pero desde esta lógica simplista, ninguna ley podría existir, por lo que el argumento se derrumba por su propio peso.

El problema es, en realidad, la prohibición absoluta. Muchos se habla de clínicas de abortos clandestinos en condiciones inseguras, si bien no tengo memoria de ningún caso judicializado. Por otra parte, es un hecho que quienes tienen recursos para abortar fuera del país, con o sin causales, lo hacen. Así, la prohibición solo afecta a las mujeres pobres.

· Entonces...

En El Salvador es necesario un debate serio, responsable e informado sobre el aborto, considerando diversos ángulos y enfoques realistas de dicha discusión, más allá del usual dogmatismo.

Mi postura es la siguiente: lo más adecuado es racionalizar las leyes y permitir las excepciones que ya estaban antes de 1998.

sábado, 19 de agosto de 2017

Caracteres en Twitter

En la red social Twitter no es infrecuente verse envuelto en más de un rifirrafe (“contienda o bulla ligera y sin trascendencia”).

No es mi estilo usar términos vulgares, pero aún así tales pleitos virtuales son casi inevitables y hay algunos que uno busca, mientras que en otros uno se ve envuelto sin qué ni para qué; sin embargo, con un poco de experiencia y criterio, uno aprende las tácticas necesarias para sobrevivir en ese mundillo y divertirse, al tiempo que se informa o argumenta.

El de hoy fue todo un descubrimiento: de cómo una persona (profesional universitaria, según su perfil público, y aparentemente normal, “como tú y como yo”) se considera ofendida ante un desacuerdo o, peor aún, si se le señala una equivocación.

Todo comenzó con un doble retuit que vi en mi “timeline”, de una usuaria a quien no conozco (a quien llamaré “Usuaria” para no alborotar más el avispero).


Usuaria:
- Cortesía de Trump despertando el odio en el mundo.

(Vengo yo y comento.)

RFG:
- La diferencia es que en Alemania los pueden meter presos.

Usuaria:
-No sé adónde usted ha leído eso, porque no es así y se lo digo con la propiedad de conocer la ley fundamental de Alemania.

RFG:
Tengo entendido que la simbología y apología nazi está prohibida. En Alemania, a los de Charlottesville los habrían arrestado por eso.

Usuaria:
- Antes que se hiciera tan público han habido múltiples manifestantes nazis y ninguno ha ido preso, ¡es de leer! Saludos.

RFG:
- Cabal: es de leer.

(Pongo el enlace de una noticia del diario español El Mundo, donde menciona que hay una investigación policial en curso.)

Usuaria:
- Y no darle credibilidad a medios digitales, hay que ir a Alemania y ver, lo cual no es lo mismo que leer; cuando vaya a Alemania me cuenta.

RFG:
- Bueno, pero entonces dirija su aclaración o reclamo al diario español El Mundo, que además de digital es bastante antiguo e impreso.

Usuaria:
- Le voy a dar una mejor sugerencia: NO se meta adonde no lo llaman y no opine si no sabe, aclaración y reclamo lo hace usted.

(La Usuaria me bloquea.)

(Minutos más tarde, alguien más que había visto la conversación y es también abogada escribe este tuit.)

Abogada:
Hay una ley de prohibición de símbolos nazi. El Tribunal Constitucional también ha sentenciado que se pueden exhibir si es para su rechazo.

(Fin de la conversación.)


Conocimiento adquirido: la Usuaria ha ido a Alemania.

Duda: ¿La Usuaria también habrá bloqueado a quien hizo el último comentario?

Lección: Si voy a Alemania, hago el saludo nazi, ondeo una esvástica y me llevan preso, no debo contratar los servicios profesionales de la aludida Usuaria.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Estafando ilusiones

Transcribo, con mínimos ajustes, la denuncia publicada por la señora Naty Molina, acerca del evento Ronaldinho en El Salvador. El enlace es elocuente y no tengo motivos para dudar de su autenticidad.


Si no fuera porque jugaron con los sentimientos de un niño de 10 años, publicar esto no es algo que haría, pero merecen que todo mundo se entere cómo engañaron a la gente.

Por US$ 225, prometían en su página (y en el local de venta de las entradas) "una interacción futbolística” con el brasileño, quien les “mostrará diversas técnicas del futbol que él domina y que los muchachos pueden practicar y aplicar". Disponibles: 90 entradas.

Fui la primera en decir que iba a ser un “baje”, pero garantizaron que no y que eran 90 entradas.

Después de la emoción del sobrino, de insistir, de compararlo con la mitad del precio de un Nintendo Switch y pedirle pisto a toda la familia, al final dijeron “ok, una experiencia única".

En el evento había más de 200 niños en la cancha. De 2:00 a 3:20 p.m. no apareció Ronaldinho (el evento era de 2 a 4). Al llegar a las 3:20, lo único que hizo fue recorrer la cancha y tomarse una foto grupal con los niños divididos en grupos de 20. Después subió a la tarima, habló unos minutos y a las 4 de la tarde se retiró… ¡sin tocar ninguna pelota! Y mucho menos "mostrar diversas técnicas de fútbol"

Les escribí a los organizadores y les valió. Al reclamar en el lugar, la respuesta fue: "ese era el plan, pero NO pasó". Por teléfono no contestan. Lo menos que deberían de hacer es devolver el dinero, aparte de eso uno esperaría una disculpa pública por engañar a tanto niño emocionado.

Díganme cómo se le explica a un niño de 10 años que “no pasó” en el lugar lo que prometió la publicidad. ¿Fue Ronaldinho o fue una empresa que, con fachada de buenas causas, le estafó US$ 225 a más de 90 familias por una foto grupal?

sábado, 5 de agosto de 2017

Duda medicinal

Hace algún tiempo, al caer la tarde, llamó a la puerta una señora que tenía toda la aflicción posible en su rostro. Entre su turbación, dijo ser una vecina de a la vuelta de la esquina. Le creí, aunque jamás la había visto antes.

Me dijo que a su señor esposo, enfermo de no recuerdo qué, se le había agotado una medicina vital y la necesitaba con urgencia, pero no tenía efectivo a la mano y tampoco encontraba la tarjeta de débito.

Entre sobresaltos y visibles lágrimas, me pidió de favor -superando la vergüenza que ello implicaba- que le diese en préstamo la cantidad de dinero necesaria para salir del percance.

Ofreció firmar un pagaré, comprometiéndose a regresar horas más tarde para retornar la cantidad recibida, en cuanto llegase una pariente cercana a quien no había podido contactar en la urgencia.

La señora firmó el documento redactado a mano, recibió el dinero y se retiró con la natural prisa que ameritaba salvar una vida.

Han pasado ya más de cinco años, el pagaré aún lo tengo aquí y a la señora no he vuelto a verla.

He considerado varias hipótesis para explicar lo sucedido.

Si el esposo se agravó y requirió inmediata hospitalización por varios días, es lógico que la señora no haya podido venir a pagar el préstamo. También es posible que, si la situación fue a peor, algún pariente se haya ofrecido a venir en su nombre, pero no haya encontrado la dirección o haya venido precisamente en un momento en que no había nadie en casa. Incluso puede ser que a la propia señora le haya dado algo, dado el estado de extremo nerviosismo en que se encontraba.

No sé, este asunto me tiene muy intrigado. ¿Qué habrá ocurrido?