Dado que los críticos ya han analizado hasta la saciedad esta durísima prosa, abundar sobre ello es redundancia. En este caso, creo que es un párrafo del mismo libro el que mejor describe sus ambientes y sensaciones que son, a mi modo de ver, el gran tema de este conjunto de quince cuentos.
Transcribo un fragmento del décimo, "Luvina", aplicable a todo el mundo rulfiano:
Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubieran entablado la cara. Y usted, si quiere, puede ver esa tristeza a la hora que quiera. El aire que allí sopla la revuelve, pero no se la lleva nunca. Está allí como si allí hubiera nacido. Y hasta se puede probar y sentir, porque está siempre encima de uno, apretada contra de uno, y porque es oprimente como una gran cataplasma sobre la viva carne del corazón.
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