domingo, 13 de mayo de 2007

El lugar donde anida la tristeza

Desde hace más de una década tenía pendiente la lectura de "El llano en llamas", cuentos de Juan Rulfo, libro del que hasta hoy únicamente conocía uno titulado "El hombre", impresionante y difícil relato a cuatro voces entre un traslape temporal que exige de varias lecturas. Finalmente, durante varias sesiones de espera en el gimnasio de artes marciales al que asiste mi hija, concluí la tarea y, con ella, el conocimiento de la obra total de este autor, es decir, sus dos libros, modelo de efectividad literaria.

Dado que los críticos ya han analizado hasta la saciedad esta durísima prosa, abundar sobre ello es redundancia. En este caso, creo que es un párrafo del mismo libro el que mejor describe sus ambientes y sensaciones que son, a mi modo de ver, el gran tema de este conjunto de quince cuentos.

Transcribo un fragmento del décimo, "Luvina", aplicable a todo el mundo rulfiano:

Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubieran entablado la cara. Y usted, si quiere, puede ver esa tristeza a la hora que quiera. El aire que allí sopla la revuelve, pero no se la lleva nunca. Está allí como si allí hubiera nacido. Y hasta se puede probar y sentir, porque está siempre encima de uno, apretada contra de uno, y porque es oprimente como una gran cataplasma sobre la viva carne del corazón.

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