O NO TOMARSE TAN EN SERIO
Uno de los consejos paternales que con más frecuencia recuerdo es este: “uno debe aprender a reírse un poco de uno mismo”. Lo decía generalmente después de algún pequeño altercado familiar en donde uno, quieriendo mostrar enojo, asumía el papel de ofendido. Él sencillamente reiniciaba la comunicación con una trivialidad que nada tenía que ver con lo anterior, como si nada hubiera pasado; muchas veces venía él y decía, con una risita algo descarada: “¡ve vos, ahí pasando cóleras y yo aquí bien tranquilo!”. Y uno se sentía algo tonto al ver que él tenía razón y que uno estaba haciendo un berrinche inútil.
Recuerdo este consejo cuando encuentro gentes que son demasiado susceptibles en temas religiosos, políticos, morales o de cualquier otra índole, y tensan la púa con sólo el amago de bromear sobre algo que toque esas zonas sacras. Creo que ello sólo puede proveerles de una lista cada vez más creciente de individuos y situaciones con las que se consideran incompatibles, mutilando su rango de vida hasta los límites de una seguridad tan frágil como ilusoria.
¿Por qué no podemos aceptar de buen grado una broma, aunque ésta toque precisamente a esos supuestos pilares a los que nos aferramos? Si por un momento pensáramos en nuestra propia pequeñez universal y en la insignificancia de nuestra vida y nuestras creencias en el contexto de las galaxias y el infinito... ¿cómo no hemos de reírnos de alguien que quiere apagar un incendio con un gotero?
jueves, 31 de enero de 2008
miércoles, 30 de enero de 2008
Sí... pero no.
Con la debida cautela, fui a ver “Sobreviviendo Guazapa”, anunciada como "cine salvadoreño" a partir de un fuerte respaldo publicitario. Ya había leído un par de críticas y comentado con mis colegas Fidel y Napo, espectadores previos cuya opinión suele ser interesante, pero en este tipo de cosas uno no puede fiarse completamente de los comentarios externos y tiene que verlas por uno mismo. He aquí, entonces, mis apuntes.
Digo "sí", porque:
- Hay una trama sencilla (elemental y un tanto exigua quizá) que mantiene cierto interés por continuar viendo la obra hasta el final.
- Tiene un par de diálogos y situaciones divertidas.
- El sonido y la musicalización son bastante buenos.
Pero digo "no", porque:
- No es cine, sino vídeo de mala calidad técnica: se alcanzan a ver los pixeles en pantalla, el recuadro teórico excede la zona visible (algunos créditos incluso aparecen cortados), la proyección está deformada (estirada a lo ancho) y, a partir de la segunda hora de proyección, la desmejorada nitidez de la imagen vuelve tortuoso el esfuerzo de verla.
- El giro principal de la trama concreta carece de verosimilitud escénica: dos tipos enemigos a muerte que en unos cuantos minutos ya son grandes “cheros” y están armando el viaje juntos para los “yunais”; nada que ver con un proceso de transformación bien elaborado, como en “Enemy mine” (1985).
- Algunas expresiones del lenguaje coloquial se repiten innecesariamente hasta volverse monótonas (incluso en el “trailer” o “extra”; por cierto que éste y el afiche son mejores que la película).
- Hay muchas situaciones absurdas o inexplicables: otro soldado y otro guerrillero que patrullan zonas bélicas ellos solos, como a kilómetros de distancia de sus compañeros de armas, pese a que por ahí cerca andan ellos y a cada momento se los encuentran; tipos que caminan sobre hojas resecas luego de una noche de tormenta; serias heridas de bala que sanan en cuestión de minutos; señoras que abren la puerta de su casa y abrazan a una niña perdida, sin siquiera ver al tipo que está a pocos metros enfrente y la llegó a dejar; etc.
- Lo más grave: se simplifica hasta lo trivial un hecho histórico tan complejo, doloroso y traumatizante como fue la guerra civil.
Al conocer el esfuerzo económico que supuso hacer “Sobreviviendo Guazapa”, no puede uno menos que recordar y comparar lo que el entonces desconocido Robert Rodríguez pudo hacer con la décima parte de dinero en “El mariachi” (1992). Así, resulta evidente que en el inexistente cine salvadoreño no es el dinero el principal impedimento: lo que faltan son ideas y criterios, creatividad y oficio.
Digo "sí", porque:
- Hay una trama sencilla (elemental y un tanto exigua quizá) que mantiene cierto interés por continuar viendo la obra hasta el final.
- Tiene un par de diálogos y situaciones divertidas.
- El sonido y la musicalización son bastante buenos.
Pero digo "no", porque:
- No es cine, sino vídeo de mala calidad técnica: se alcanzan a ver los pixeles en pantalla, el recuadro teórico excede la zona visible (algunos créditos incluso aparecen cortados), la proyección está deformada (estirada a lo ancho) y, a partir de la segunda hora de proyección, la desmejorada nitidez de la imagen vuelve tortuoso el esfuerzo de verla.
- El giro principal de la trama concreta carece de verosimilitud escénica: dos tipos enemigos a muerte que en unos cuantos minutos ya son grandes “cheros” y están armando el viaje juntos para los “yunais”; nada que ver con un proceso de transformación bien elaborado, como en “Enemy mine” (1985).
- Algunas expresiones del lenguaje coloquial se repiten innecesariamente hasta volverse monótonas (incluso en el “trailer” o “extra”; por cierto que éste y el afiche son mejores que la película).
- Hay muchas situaciones absurdas o inexplicables: otro soldado y otro guerrillero que patrullan zonas bélicas ellos solos, como a kilómetros de distancia de sus compañeros de armas, pese a que por ahí cerca andan ellos y a cada momento se los encuentran; tipos que caminan sobre hojas resecas luego de una noche de tormenta; serias heridas de bala que sanan en cuestión de minutos; señoras que abren la puerta de su casa y abrazan a una niña perdida, sin siquiera ver al tipo que está a pocos metros enfrente y la llegó a dejar; etc.
- Lo más grave: se simplifica hasta lo trivial un hecho histórico tan complejo, doloroso y traumatizante como fue la guerra civil.
Al conocer el esfuerzo económico que supuso hacer “Sobreviviendo Guazapa”, no puede uno menos que recordar y comparar lo que el entonces desconocido Robert Rodríguez pudo hacer con la décima parte de dinero en “El mariachi” (1992). Así, resulta evidente que en el inexistente cine salvadoreño no es el dinero el principal impedimento: lo que faltan son ideas y criterios, creatividad y oficio.
viernes, 25 de enero de 2008
Ésta estuvo bonita
A veces ocurren bonitos hallazgos inesperados, como cuando pasas los canales uno tras otro buscando nada y hallas, sin la menor expectativa de que esté ahí, una película agradable con frases y situaciones interesantes. Tal fue el caso de esta noche con "Stranger than fiction", ya comenzada en HBO, más allá de que lo que el tema de escritores y personajes, y sus influencias recíprocas puedan plantear. El papel de tipo analítico y experimentado le queda bien a Dustin Hoffman, así como la caracterización de escritora entre neurótica y obsesiva de Emma Thompson. Que si es comedia romántica o cine "light", que si el final es previsible y hay algunos lugares comunes, realmente no me importa: la vida se ve bien desde esta óptica y nos contagia de un optimismo irracional pero saludable, verdadero. Cuando una película te seduce así, ya ni te molestas en buscar qué nota promedio tiene en IMDB.com: la guardas en la lista de tus preferencias y comienzas a recomendarla.
domingo, 20 de enero de 2008
Reír por no insultar
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