jueves, 30 de julio de 2015

Choripanes vertiginosos

Aunque los puestos ambulantes de venta de choripanes son legendarios y alguna vez he comido alguno, tampoco es que delire por esos platos típicos de la cultura popular, como lo hacen quienes los han elevado a una categoría casi sagrada de la nostalgia en la lejanía y de la frenética actividad gastronómica citadina.

Eso sí, he de reconocer la notable impresión que hoy me causó estar por algunas horas a la par de uno de ellos recibiendo tickets en cierta actividad escolar (cortesía de dos colegas que me dejaron allí enganchado al son de “¿Puede quedarse un ratito aquí? ¡Ya venimos!”).

Según el recuento preliminar, en un lapso de cuatro horas y media, el tipo a cargo del carrito móvil cocinó, ensambló, aderezó, empaquetó y entregó a la interminable clientela juvenil la sólida cantidad de 350 chorys. Esto es un promedio estimado sorprendente de 46 segundos por unidad.

Ahora bien, considerando que el proceso no es del todo continuo, pues hay algunas pausas para esperar a que se frían las salchichas, lo verdaderamente vertiginoso es el tiempo real que tarda el tipo en armar cada megapán: algo así como la friolera de… ¡20 segundos!

Si en la Selecta tuviéramos veintitrés tipos y un técnico que hicieran su trabajo al mismo nivel profesional que este de los chorys, fuéramos competidores fijos en todos los mundiales.

domingo, 5 de julio de 2015

Ventiladores

Forzado por los calores contemporáneos, desde hace algún tiempo nos hemos visto en la necesidad de usar ventiladores en casa, cosa impensable en la Santa Tecla de los setentas. Así, por estas habitaciones han desfilado diversos modelos y estilos, que han ido fracasando uno tras otro, por razones tan diversas como para merecer unos párrafos públicos.

La experiencia con ventiladores estándar (de piso, mesa o pared; fijos u oscilatorios) no fue del todo buena, ya que si bien hacen circular el aire son bastante ruidosos (dependiendo de la marca y el diámetro de la hélice), lo cual no desemboca precisamente en una sensación de reposo, aparte de que ese constante zumbido más otros ruidos colaterales se erigen cual inconscientes recordatorios de la cuenta de consumo de energía eléctrica.

Sin solución a la vista por este camino, pensé entonces en un ventilador de techo. Corrijo: en un buen ventilador de techo, ya que en diversos lugares he visto demasiados de ellos, de marca Pajarito, funcionando mal o expirando antes de tiempo. Y como es previsible a estas alturas de la entrada, hecha la prudente e informada inspección en la ferretería, tarjeta de crédito en mano me hice de uno.

Un detalle importante a tener en cuenta es que todos esos aparatos invariablemente están diseñados para techos sólidos, por lo que, cuando se les necesita en una habitación con cielo falso, hay que construir e instalar entre este y los polines una estructura metálica para empernarlo allí. (Entre paréntesis: esto no se lo dicen en la sala de ventas a menos que uno pregunte.)

Otro elemento clave es que jamás debe instalarse de modo tal que las aspas pasen por debajo de cualquier tipo de luminaria, a menos que uno quiera enloquecer con un molesto parpadeo, casi como luz estroboscópica en casos extremos. De ahí que haya modelos con una lámpara incorporada en su centro, para usarla en vez de la iluminación ya instalada en el lugar.

Si bien las horas y costo (del equipo y de la instalación) podrían considerarse una desventaja con respecto a los ventiladores usuales de uso instantáneo, una vez que este aparato queda fijo y funcionando en el techo se aprecia plenamente el concepto de confort: en efecto, es tan silencioso que lo único perceptible es el suave corte aéreo producido por el aspa, la circulación de aire es mucho mejor en toda la habitación y dormir en una noche calurosa con este artefacto encendido no causa ninguna perturbación.

Sí, ya sé lo que están pensando: en la decapitación o ahorcamiento accidental. Olvídense de las escenas hollywoodenses de muertes sangrientas e impactantes tipo Destino final, que la potencia del motor de estos ventiladores no alcanzaría jamás a levantar ni a su mascota miniatura. De lo único que tiene que cuidarse, obviamente, es de no atravesársele al aspa, que me sé un par de casos. Y obviamente, procure que la persona contratada para instalarlo le haga un trabajo esmerado y de calidad, no una chambonada.

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Posdata:

¡Ah, pero esto no es lo mejor que existe en la actualidad! Hace un par de años, la casa Dyson lanzó al mercado sus ventiladores “sin aspas”, un concepto ultramoderno más eficiente y silencioso que cualquier cosa que se haya visto en materia de circulación de aire. Lo único malo es… precisamente, su costo, que actualmente es de ocho veces el de sus antepasados de hélice. Lo bueno es que, como todos los productos de tecnología de punta, tienden a bajar de precio según se van popularizando. Yo lo espero.