martes, 17 de febrero de 2009

La mayor miseria

El ser humano es miserable. Lo peor de sí mismo aflora especialmente cuando más se necesita contenerlo, es decir, en situaciones difíciles, extremas, al límite. Luego del tenso par de horas contemplando la película “Blindness” -versión cinematográfica de “Ensayo sobre la ceguera”, de José Saramago- acaso este sea el único mensaje posible. Ya un par de décadas atrás habíamos llegado a esta conclusión sin esperanza con la película “Lord of the flies”, basada en la novela homónima de William Golding, y las recientes visiones putrefactas de “Apocalypto” nos lo habían confirmado. Que si los intentos de la civilización por contener esta tendencia maligna en su balance final han fructificado en algo o, por el contrario, sólo han producido maquinarias más sofisticadas, es tema para seguir discutiendo por puro ocio: pensemos lejanamente en la Inquisición, los nazis y los jemeres rojos; o bien, en sus grotescas analogías locales, como los “cuerpos de seguridad” de los años setenta y las purgas internas de los ahora redentores. Pocas obras de ficción logran que uno llegue a preguntarse sobre el verdadero y esencial origen de una especie perfectamente capaz de llegar hasta situaciones como las allí descritas, en una hipotética situación en la que, desde la posesión de la salud y la estabilidad, es imposible predecir cómo habría uno mismo de comportarse.

domingo, 8 de febrero de 2009

Majestuoso y elegante

Difícilmente recuerde algún fragmento de otra película (vista en aquel antiguo y ya inexistente cajón llamado cine “Olimpia”, de Santa Tecla), que sea anterior a “El abominable Dr. Phibes”. Dice mi madre que yo, como a los seis años de edad, me ponía una toalla oscura por capa y hacía ademanes como si ejecutara el siniestro teclado de aquel médico demente. A la distancia, apenas había algunos fotogramas que tenía guardados en la lejana memoria: un líquido verde saliendo por un tubo, unas como langostas devorando un cadáver reciente y, por supuesto, el calavérico rostro del protagonista, en medio de los tétricos acordes siniestros de un órgano tubular. No supe hasta este día, cuando encontré la película y la vi nuevamente, qué me había cautivado a tan temprana edad: fue su elegancia y majestuosidad, el estilo del Dr. Phibes para hacerlo todo tan pausada y artísticamente, con todos los detalles calculados... ¡y en un impecable orden!

sábado, 7 de febrero de 2009

La perspectiva lo es todo

He concluido la lectura de “Matar a un ruiseñor”, de Nelle Harper Lee, y me apresto a iniciar la película correspondiente, cuyas referencias son muy buenas. De la lectura destaco un aspecto pocas veces logrado: la capacidad de la autora para narrar un mundo comprendido y estructurado desde la perspectiva de una niña de ocho años, aunque redactado con la pericia de quien sabe hacerlo. El resultado es una voz narrativa que emerge con una novedosa singularidad: es, a un tiempo, adulta, madura, infantil e inocente. La referencia a “Mujercitas”, de Louisa May Alcott, es inevitable, más allá de algunos ecos biográficos y reivindicativos: en ambas obras se ha capturado un trozo de eso que difusamente conocemos como “la vida”, sin presunciones, pedanterías ni recetas repetitivas de "best-seller".

martes, 3 de febrero de 2009

Miseria mental

De entre las muchas razones que me mantienen a prudente distancia de la política partidista hay una que he podido reconfirmar en los últimos días: la capacidad de las personas adeptas de uno y otro bando para hacer sesudos análisis de una realidad que sólo existe en los estrechos límites de su desordenada imaginación. Escuchar sandeces del calibre de que un determinado partido político es la representación del Mal sobre la tierra (y, en contraparte, su supuesta antítesis ideológica vendría siendo el mero Bien) es algo que exige una altísima dosis de paciencia y compasión por la carencia de neuronas analíticas del afectado. Elucubraciones tan insólitas para explicar la pérdida de una elección local (tipo “están verdes las uvas” o “lo sospeché desde un principio”) han sido tan frecuentes y lamentables, cuya dimensión sólo es comparable con la ausencia de la necesaria autocrítica de que carecen sus líderes, inmunes a toda renovación. Tipos que aseguran falsedades contextuales o históricas referentes a los años en que todo explotó, como si les constaran o hubieran sido testigos, hacen ver como minúscula esa declaración final del universo de Macondo (que la Compañía Bananera nunca había existido), además de ser prueba incontestable del miserable estado de la memoria colectiva, en donde no sólo se olvidan cosas que pasaron antes, sino que se dan por ciertas otras que jamás ocurrieron. Y en tal estado de cosas, donde cada quien dice y cree lo que le place, ¿habrá algún lugar para la verdad?

sábado, 31 de enero de 2009

"Duo-pack" con consecuencias

De un tiempo hacia acá, ciertas películas vienen en una especie de “duo-pack” temático (como “Saving private Ryan” y “The thin red line”, o “The illusionist” y “The prestige”). “Infamous” y “Capote” son, argumentalmente hablando, casi idénticas; no obstante, la segunda fue más premiada que la primera, aunque la primera, a mi parecer, es más interesante que la segunda, pues hay un mejor trabajo teatral, escénico, anecdótico y dramático. No profeso un culto especial hacia la obra o la figura de Truman Capote (de breve y memorable aparición cinematográfica en “Murder by death”); en cambio, me resultó especialmente interesante la personaje Nelle Harper Lee (Sandra Bullock en una, Katherine Keener en otra), vecina, asistente y amiga del peculiar escritor (¿cómo lo soportaba?), tanto así que me encuentro sumergido en la agradable lectura de su única novela, “Matar a un ruiseñor”, de cuya extracción y comentario de citas y estructuras de pensamiento puede que me ocupe al finalizarla.

viernes, 16 de enero de 2009

Extrañezas

Este mediodía -mientras almorzaba con el MF Marvin Guevara, recientemente electo Presidente de la Federación Salvadoreña de Ajedrez- pronuncié una frase que me produjo una de esas sensaciones de extrañeza, como cuando uno no se reconoce a sí mismo. Dije: "... y cuando yo comencé a llegar a la FSA, hace veinte años...". Y es cierto, pues fue por aquellos años cuando pasaba los crepúsculos jugando partidas informales en el entonces derruido Palacio de los Deportes (casi un atentado a la integridad física por causa del terremoto de 1986), tiempos de los cuales datan mis primeras partidas oficiales y las ansiosas horas de competencias en medio de una saludable semi-ceguera de los escaques para novatos ("quien no sabe es como quien no ve").

Veo la foto, me reconozco ahí (aún con pelo, lentes acrílicos gruesos, menos libras, un aire juvenil..), pero por más que lo repito, no me lo creo del todo: veinte años de jugar, estudiar, competir, enseñar y disfrutar del ajedrez. Veinte años. Veinte...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Lisa operática

La de la foto con gesto facial sui generis es Lisa, conocida también como Isabel Guzmán, en un recital operático que ofreció el pasado Jueves 18 en Kalpataru, acompañada por el pianista Giovanni Ardón (evento al cual sí pude llegar puntual, a diferencia del de hace dos años, que me perdí buscando la dirección por falta de mapa). A Lisa la conozco desde que ella estaba en cuarto grado de primaria, hace más de una década, y desde entonces he leído sus textos literarios, la he visto en gimnasia rítmica (lanzando por los aires cintas, aros y bastones), he oído sus expresiones dramáticas en el arte de la declamación y, sobre todo, he escuchado cantar, como miembro y sostén del coro colegial ESJ y especialmente como solista (que también es compositora y ejecuta varios instrumentos). Ahora, años de estudios musicales en Canadá y Costa Rica han producido una mezzosoprano capaz de agradar el oído incluso de quien, como este que escribe, no es devoto del bel canto, debate en el que ya hemos ocupado varias sesiones de "chat". No uso sombrero, pero me lo quito ante los logros de esta jovencita, buena semilla sembrada en tierra buena. Eso sí: para la próxima ya le tengo solicitadas al menos dos piezas en su repertorio: una clásica en español, aunque sea traducida, y otra de su cosecha personal, que tiene todos los merecimientos

martes, 16 de diciembre de 2008

Septuagenaria

Atendiendo diversos documentos, esclarecer el año y fecha exacta de nacimiento de mi madre provocará serios dolores de cabeza por parte de sus biógrafos. El caso es que, por convención, solemos celebrárselo este día, correspondiendo en la cuenta oficial la cifra de setenta años, representados en una sola vela septuagenaria y alcanzada gracias a los avances de la ciencia, que la mantienen aún entre nosotros. Hemos así celebrado con sencillez y calor de hogar: yo diría que esta imagen transmite algo de eso.

Al aire libre y acústico

Lo que se ve detrás de la cachucha es la Orquesta Sinfónica Juvenil dando un concierto al aire libre y prácticamente acústico (pues los del sonido "la volvieron a hacer") el pasado Sábado 13. Al costado izquierdo (visto de frente) se puede notar a un pequeño grupo de adolescentes que vendría siendo el coro, una de cuyas integrantes fue mi hija Diana. Se estima su esfuerzo, así como el de los demás jóvenes músicos y cantores y, en general, de los invitados mayores y experimentados (con la notable excepción de un par de señoras cuyos desaciertos no merecen ni este paréntesis).

domingo, 7 de diciembre de 2008

En un conciertazo

Aunque es un tópico, lo cierto es que el adjetivo "indescriptible" cabe perfectamente para referirse a la monumental experiencia audiovisual de anoche en el concierto de Juan Luis Guerra. Las palabras pueden brotar cual palomitas de maíz y, a lo sumo, pueden aludir al hecho de haber estado ahí, frente a la perfección musical de la banda, la potencia del sonido que hace vibrar las prendas de vestir (incluso "aquéllas") y, especialmente, la enorme pantalla lanzando efectos e imágenes desde atrás del escenario. Pero en este caso particular es aún más cierta la imposibilidad de sustituir lo presencial por lo virtual... ¡por mucho DVD, "wide screen" o "home theater" que se tuviera!