Este artículo no es un alegato a favor del matrimonio homosexual ni tampoco una apología o promoción de la homosexualidad, pero sí expresa rechazo a la homofobia.
- A qué viene esto
Hacia el final del periodo legislativo salvadoreño 2009-2012 y en vísperas de las elecciones, organizaciones conservadoras lanzaron una campaña mediática pro ratificación de una reforma constitucional que definiese el matrimonio como la unión legal entre un hombre y una mujer “así nacidos”. Su intención era blindar cualquier posibilidad de matrimonios entre personas homosexuales o transexuales, pese a que el Código de Familia ya tiene esta restricción y no ha habido ninguna iniciativa orientada a modificar dicha norma.
El tono de los artículos de opinión publicados en los medios locales tuvo bastante de prédica religiosa, mucho de argumentación moralista y, en algunos casos, furibundas diatribas contra la homosexualidad en sí misma y las personas que la practican.
El presente artículo busca aclarar algunos conceptos básicos que se manejaron en tal contexto. No es un alegato a favor del matrimonio homosexual ni tampoco una apología o promoción de la homosexualidad. Sin embargo, sí expresa rechazo a la homofobia.
- Quién es qué
Una persona homosexual es alguien que siente atracción erótica por alguien de su mismo sexo, pudiendo ocurrir que dicha atracción se desarrolle y exprese a través de relaciones sexuales íntimas.
El hombre homosexual es “gay” y la mujer homosexual es “lesbiana”. Sin embargo, también existen las personas bisexuales, que son quienes pueden tener prácticas heterosexuales -es decir, con el sexo opuesto- u homosexuales. La persona transexual es quien se siente psicológicamente del otro sexo y se comporta así, llegando en ocasiones a recibir tratamientos hormonales y hasta intervenciones quirúrgicas para modificar su cuerpo.
No obstante las diferencias apuntadas, el término “homosexualidad” suele utilizarse de modo genérico para referirse a gais, lesbianas, bisexuales y transexuales.
Ante esta realidad humana, hay quienes tienen una actitud llamada "homofobia", que es la “aversión obsesiva hacia las personas homosexuales” (en el amplio sentido, como se explicó en el párrafo anterior).
Así pues, una persona homofóbica es alguien heterosexual, hombre o mujer, que siente esta aversión (es decir, “rechazo o repugnancia”, incluso “asco”) y además la siente de manera “obsesiva”, es decir, como una “idea fija o recurrente que condiciona una determinada actitud”.
- Antes y ahora
Históricamente, la homosexualidad ha sido rechazada y condenada en la mayoría de culturas, por lo que puede afirmarse que la homofobia ha sido una actitud bastante común y, hablando en sentido estadístico, muy “normal”. En Latinoamérica y en particular en El Salvador, la cultura heredera de la tradición judeocristiana ha producido una idiosincrasia fuertemente homofóbica.
En esta parte del mundo, es hasta la segunda mitad del siglo XX que la percepción de la homosexualidad comienza a cambiar, debido a la realización progresiva de estudios profesionales psicológicos y psiquiátricos sobre la sexualidad humana. Uno de las consecuencias más relevantes de este cambio es que en 1990 la Organización Mundial de la Salud dejó de considerar la homosexualidad como una enfermedad mental, tal como había hecho la Asociación Americana de Psicología a mediados de la década de 1970.
En este mismo sentido, la lucha por los derechos civiles de diversos grupos marginales, en el contexto de la promoción universal de los Derechos Humanos, ha ido ganando grados de respeto y tolerancia para las personas homosexuales en varios lugares del orbe.
No obstante lo anterior, en el siglo XXI hay muchos países en el mundo donde la homosexualidad aún se persigue y castiga fuertemente como un delito. En El Salvador no es una ofensa a la ley civil, pero sí es condenada como pecado por las religiones mayoritarias y, en la realidad cotidiana, es rechazada de diversas maneras, incluyendo la violencia y el asesinato.
- Los prejuicios
Un prejuicio es una “opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal". De la homosexualidad no se habla sino a través de la burla o la condena. Históricamente las personas homosexuales se han ocultado (como se dice, “en el closet”) o, por el contrario, se han mostrado desafiantes asumiendo el papel de lacra social que se les ha asignado.
Algunos prejuicios comunes acerca de las personas homosexuales es que son por sí mismas promiscuas, traumadas y acosadoras. Obviamente, si los únicos homosexuales que se han visto son los travestis que prostituyen en las calles, es fácil llegar a esta conclusión y generalizarla; sin embargo, existen muchos gais, lesbianas y bisexuales que viven ocultando o disimulando su orientación sexual y que no necesariamente tienen estas características, como cuentan quienes los conocen personalmente (sin que necesariamente hayan tenido intimidad). En este orden, si la masculinidad heterosexual se definiera por una muestra parcial, también habría que concluir que todo hombre latinoamericano es un macho promiscuo, traumado y acosador.
La portación y transmisión de enfermedades venéreas y el sida es otro prejuicio común, tanto así que hay quienes, desde su ceguera religiosa, llegan a afirmar que éstas son un castigo divino por su depravación; sin embargo, este tipo de enfermedades afecta tanto a homosexuales como a heterosexuales.
Ojo: no se trata de poner en superioridad o inferioridad per se a las personas homosexuales, tan solo aclarar que las características que se les adjudican también cabe aplicarlas a heterosexuales, en donde se revela que son, precisamente, prejuicios.
- Ese tema desagradable
La condena y repulsión contra la homosexualidad masculina seguramente se basa en la condena y repulsión del sexo anal, si bien hay personas heterosexuales que también lo practican. Realmente esa parte del cuerpo no está biológicamente preparada para tal fin, por lo que en este sentido no es natural. Hay argumentos médicos que explican los varios riesgos para la salud de la pareja receptora, incluso teniendo la debida información y precauciones.
Sin embargo, a pesar de no estar de acuerdo con esto, opino que la decisión de practicar o no tal variante corresponde en última instancia a la conciencia de cada quien en el pleno ejercicio de su libertad y su responsabilidad adultas.
- En síntesis
Pese al morbo y la inveterada costumbre de las gentes de ayer y hoy, soy de la opinión que cada pareja adulta tiene el derecho de decidir en común acuerdo cómo vivir su sexualidad y, además, que de esa opción no se pueden derivar automáticamente conclusiones sobre sus valores humanos, pues la calidad de persona se define por el tipo de relaciones familiares, fraternales, vecinales, laborales y ciudadanas que alguien establezca.