viernes, 4 de noviembre de 2016
Las ventajas de vivir en El Salvador
Que todo está en la mente y la actitud es lo importante ya nos lo dice la nutritiva biblioteca de libros de superación personal, pero para concretizar tales principios llenos de sadiburía tan fundamental, dejo aquí consignadas cinco ventajas de vivir en la Guanaxia Irredenta.
Bien analizadas e incorporadas a su actitud cotidiana, de seguro cambiarán su permanente cara de amargura.
· Deportes extremos gratuitos
Por poco que viaje a lugares turísticos cercanos, como Costa Rica o Panamá, se dará cuenta de la pequeña fortuna que debe gastar si quiere deportes extremos, sean estos urbanos, de ciudad o acuáticos. Por ejemplo: 15 minutos en un paracaídas tirado por una potente lancha sobre el océano puede costarle entre 80 y 100 dólares. Subirse a una montaña rusa súper espectacular, de esas caras, o lanzarse desde un puente al vacío, apenas sujetado por una cuerda elástica, tampoco es barato.
Y todo eso para producir ese golpe de adrenalina para sentir que estamos vivos.
Pero en El Salvador, tal descarga es gratuita y no se necesita de ningún equipo adicional: basta con subirse a un bus o una Coaster del transporte colectivo para experimentar viarias fuerzas G en distintas direcciones, con la sensación de lidiar con la muerte a cada instante. Y los $0.25 que le cobran no cuentan: esos son por el viaje, las sacudidas son gratis.
Filosofía existencial incorporada
¿Recuerda ese sabio consejo existencial que reza: “vive intensamente, como si hoy fuera el último día”? En el Pulgarcito de América, que es el país más violento del mundo, ese principio ya está incorporado en la cotidianidad, pues la posibilidad de fallecer por causas no naturales es bastante alta, según las estadísticas y las experiencias.
Véalo así: por el solo hecho de haber nacido aquí, usted ya trae incorporado un valioso principio filosófico y su vida será, ciertamente, muy intensa.
Defendemos la vida
Hablando de la vida humana, solo nueve legislaciones en el mundo (siete de ellas en América Latina) penalizan de modo absoluto el aborto, incluso en casos de violación, riesgo médico para la madre o inviabilidad del feto. La de El Salvador es una de ellas, porque aquí "defendemos la vida", así sea que con ese lema tengamos que obligar a una niña de diez años a padecer por nueve meses (o hasta donde aguante) para dar a luz al hijo de su violador. Imagínese: ¡somos parte de ese selecto y avanzado grupo de naciones provida!
Enésimas oportunidades
Fíjese en la calidad de nuestros líderes y los graves errores que cometen: diputados que balacean policías, pastores sorprendidos en moteles en pleno adulterio, funcionarios gubernamentales que se reúnen a negociar con grupos criminales, dirigentes partidarios que hacen apología del delito, expresidentes que recibieron millones milagrosamente y sin tener que dar cuenta de sus ingresos, militares que cometen crímenes de lesa humanidad… y así un largo etcétera.
En cualquier otro país, estos tipos estarían presos o, cuando menos por decencia, habrían renunciado a sus puestos y a toda vida pública. Pero aquí no. Aquí hay segundas, terceras, cuartas e infinitas oportunidades. Eso significa, ni más ni menos, que nuestra fe en la humanidad se mantiene incólume, al renovarle de modo permanente la confianza a estos seres y creer -¿por qué no?- que un día, por obra divina o del azar más exquisito, se despertarán transformados en modelos de virtudes.
Y si ellos merecen tales perdones de misericordia sin límites, ¿por qué no nosotros?
Esperanza siempre renovada
En El Salvador, necesitamos de las elecciones como agua de mayo. Y en cada edición, viene la esperanza renovada en forma de soluciones mágicas que -a partir del próximo periodo municipal, legislativo o presidencial- transformarán la vida de los salvadoreños y salvadoreñas. Los más pobres de los pobres encontrarán su redención, habrá fábrica de empleos, se les acabará la fiesta a los malacates, cambiaremos para mejorar, le daremos play y ahora será diferente. Y allá irán las masas a votar por la cúpula de ungidos o el mesías de turno, a quienes defenderán enconadamente.
Y pensar que en esos países desarrollados la gente se suicida porque no tiene esperanza...