Sí, ya sé: dirán que estoy añorando el tiempo pasado que fue mejor. Pero, a fuerza de sinceridad, en este caso creo que me asiste la razón.
Quizá mi queja pueda atribuirse a mi edad: rondo el medio siglo y crecí escuchando radio con voces de elegante entonación, bien depuradas, pronunciación impecable y claridad de ideas, así fuera para presentar la siguiente canción al aire, leer el comentario del día o hacer la mención comercial correspondiente.
¿Les suenan los nombres de Leonardo Heredia, Sergio Gallardo, Aída Mancía, Alfonso Rauda, Mario Meléndez, Paco Medina Funes o Rolando Orellana? Pues esos y otros dejaron una escuela que, por lo que se escucha hoy en el dial, no va más.
En la época actual, los programas de mayor audiencia son las revistas matutinas, que los automovilistas oyen entre 6 y 8 de la mañana. Allí el panorama es terrible: desde el Morning Show de Radio Femenina 102.5 FM (donde entre tres locutores no hacen uno que hable algo coherente en medio de enormes baches de varios segundos de duración, como si aún no se hubieran terminado de despertar), hasta las lecciones de trastabilleos, tartamudeos y comentarios impertinentes de uno que mejor no digo.
El problema no es solo técnico, sino también de contenidos. Salvador Alas (La Choly), actor vocal muy hábil con la personificación, tiene un espacio en Radio Scan 96.1 FM en donde, si no fuera por la excesiva y aparentemente irremediable tendencia a la vulgaridad, quizá podría ser audible. Casi lo mismo puede decirse del Cosme y el Turrón en la Exa 91.3 FM, simpáticos hasta que te harta su exhibición de machismo y homofobia, y más de alguna conversación al aire sobre el educativo tema de los prostíbulos.
Las diatribas incoherentes de Raúl Beltrán Bonilla en la Crónica de YSKL 104.1 FM son tema aparte, pues reflejan un desorden mental cada vez más agudo. Y del programa deportivo Fuera de Línea ya escribí algo en otra entrada.
En fin: como esta es una entrada de viejito cascarrabias, quizá esperen leer una frase de cajón como “hoy a cualquiera le dan un micrófono”. Y… pues sí, no hay otro modo de decirlo.