En meses recientes, dediqué algún tiempo a leer "Sin destino", de Imre Kertész, novela basada en sus experiencias en distintos campos de concentrazión nazis; "Los hornos de Hitler", un testimonio de Olga Lengyel sobre el mismo tema; también examiné los argumentos negacionistas del holocausto judío y sus correspondientes refutaciones, punto por punto; sin olvidar el recuerdo de películas como "La lista de Schindler", "La vida es bella" y la producción para televisión "Conspiracy", basada en documentos sobre la reunión de donde salió el plan operativo para la llamada "solución final".
Luego de este debate, concluí que, si bien algunos razonamientos de los negacionistas dan la apariencia de ser lógicos y hasta verosímiles, la cantidad de evidencias históricas, físicas, testimoniales e ideológicas acerca de aquella matanza sistemática es abrumadora, aplastante y concluyente.
Recientemente, la Asamblea General de la ONU condenó la negación de dicho exterminio masivo.
Desde hace años, en algunos países (Alemania, Austria, Francia, República Checa, Bélgica, Polonia, Lituania, Rumania y Eslovaquia) existen leyes que tipifican como delito la negación del holocausto; mientras que en otros países ha habido propuestas de ley encaminadas en este sentido, aunque no han prosperado fundamentalmente porque, de aprobarse, creen que lesionarían con ellas la libertad de pensamiento y de expresión al consagrar un hecho histórico como "dogma de Estado", estableciendo la obligatoriedad de creer en él sin cuestionamiento alguno.
En contraposición, está la perspectiva de las víctimas del genocidio: para ellas, negar sus muertes, justificar o deformar las circunstancias en que ocurrieron, es reiterar los asesinatos y querer matar su memoria y recuerdo. Desde este punto de vista, son comprensibles sus clamores.
En días recientes, un reportaje de "The Washington post" causó revuelo, negaciones, confirmaciones, declaraciones y comentarios en el medio local. Más allá de que sea cierto o no lo que allí se dice, lo importante es que trajo a la actualidad la matanza perpetrada en el cantón "El mozote", el 10 de Diciembre de 1981.
No vale la pena mencionar nombres de personajes políticos; aunque, hablando del tema, uno de ellos se refirió como "un héroe" al militar que, en ese año, estuvo al mando de quienes ejecutaron la masacre.
Los negadores del holocausto judío al menos hacen algún tipo de investigación histórica, razonan, dan argumentos, debaten y refutan; en cambio, éste y sus correligionarios sencillamente niegan por negar.
¿Y si, como los alemanes, tuviéramos aquí una ley que estableciera como delito negar las atrocidades y masacres del pasado?
sábado, 3 de febrero de 2007
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1 comentario:
Como dice el dicho, "no es culpa del indio, sino del que lo hace compadre"; así que los culpables acá son Pencho y Aída por darle espacio de expresión a gente basura como Otto Romero y Cía.
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