Mi título de bachiller dice "industrial con opción electromecánica", lo cual les resulta curioso a muchas personas que me conocen por mis labores relacionadas con el arte. Sin embargo, desde siempre he tenido afición por desarmar aparatos y ver cómo funcionan, así como hacer varias reparaciones caseras hasta donde los límites que la prudencia establece.
Es así como para mí andar por los pasillos de una ferretería podría fácilmente tomarme todo un día. Que si hace falta reparar esto, que si se podría mejorar aquello, que si debería remodelarse lo de más allá: tales pensamientos acometen mi mente al punto tal que alguna vez he olvidado precisamente aquello para lo cual originalmente llegué al lugar (quizá comprar un par de clavos de acero).
El problema, obviamente, siempre es la limitación presupuestaria, porque entre la multitud de tenazas y pinzas, selladores y empaques, herramientas y tornillos, no dudo que, de tener vía libre... ¡quebraría cualquier límite crediticio!
sábado, 28 de julio de 2007
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