¿Para qué negar que las truculentas telenovelas venezolanas "de antes" tenían un encanto especial? Lo atestiguo porque, de pequeño, comencé a ver accidentalmente "La Zulianita", protagonizada por Lupita Ferrer y José Bardina, y caí en esa red de adicción característica y esclavizante que las hacía tan populares. En mi recuerdo también está una escena en donde José Luis Rodríguez va escuchando, un tanto deprimido, la canción "Silencio" (una de las buenas), en no sé cuál telenovela inacabable de aquellos tiempos.
¿Todas distintas, todas iguales? ¡Siempre! He aquí tres características comunes, enumeradas hoy por simple ejercicio y ganas de hablar de algo:
a) La trama está cargada de coincidencias increíbles y situaciones insólitas, giros argumentales que acostumbran al espectador a todo tipo de sorpresas.
b) Aun cuando hay galones de lágrimas que surgen de situaciones tristes, ciertos elementos cómicos son esenciales para mantener el optimismo en la vida misma.
c) Desde un principio sabemos que los protagonistas se aman y acabarán juntos a pesar de los pesares, aunque es imposible decir cómo ni cuándo. En este sentido, el final es previsible e inesperado a la vez.
Muchos han criticado al género basándose en falta de lógica del guión, la improvisación y la poca credibilidad, "pues la vida y las personas reales no son así". Yo también creía eso, pero cuando veo de reojo a cierto par que conozco, sólo me sonrío un poco, digo y exclamo: "¡ja!"
domingo, 10 de febrero de 2008
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1 comentario:
si eran especiales
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