No es precisamente agradable la sensación emergente al enterarse de que uno tiene una multa de tránsito de $11.82 (más $0.46 de intereses por mora), aplicada por exceder el nivel del polarizado del vehículo (vidrios oscurecidos), especialmente si se tiene en cuenta:
- Que jamás policía de tránsito alguno me ha detenido para aplicarme una multa por cualesquiera motivos.
- Que, después de diez meses de impuesta la multa fantasma, no he recibido la notificación respectiva.
- Que los vidrios del dicho vehículo son tan claros como la vitrina del camarín de San Antonio, que tenía mi abuelita.
Pagarla a regañadientes fue la solución más barata, por cuanto para presentar un recurso de inconformidad tendría que remontarme al 14 de julio de 2009, fecha en que venció el plazo para tal trámite; pedir varios permisos laborales, con el consiguiente retraso en mis diarias actividades; no poder renovar la tarjeta del circulación y, en consecuencia, exponerme a una nueva multa (esta vez quizá real); y no sé cuántos etcéteras adicionales.
Al pensar en cuántos casos así habrá dentro del "sistema", yo no creo que se trate de un error involuntario: más me parece una política de corrupción institucional perfectamente calculada, pues de gotita en gotita... ¡bien se llenan algunos barriles!
No hay comentarios:
Publicar un comentario