Sobre mi escritorio tengo el CD homónimo de Franklin Quezada, obra llegada a mí en calidad de gentil préstamo por parte del padre jesuita Javier Ibáñez, a quien el autor se lo obsequió.
Antes de escucharlo, tenía referencias del autor y su grupo "Yolocamba I Ta", habiendo escuchado algunas piezas comprensibles en el contexto de una lucha y una causa, sustentando en mi cierta opinión sobre el canto de compromiso y otros debates. Sin embargo, aun cuando este disco no está desvinculado de dicha trayectoria, creo que marca un nivel cualitativamente distinto en lo artístico, merecedor de mucha atención y aprecio.
Grabado en los estudios "Abdalá", de Cuba, contiene trece piezas de diverso cuño, la mitad de ellas basadas en poemas (Netzahualcóyotl, Oswaldo Escobar Velado, Roque Dalton García, Miguel Barnet y tradición oral popular) y el resto del propio autor en letra, música y arreglos.
Como en todo buen álbum, hay aquí variedad de ritmos y sensaciones, pero unificadas en un estilo definido por décadas de quehacer artístico. Claro está que sobresalen algunos temas, pero incluso aquellos que en el caló artístico se dirían de relleno o mero complemento son muy buenos, atributo no imputable por completo a la presencia de excelentes músicos y técnicos de sonido cubanos, pues la esencia no se la ponen otros.
Dos piezas conquistan reiteradamente mi gustosa atención: "Rutilio" y "Alejandro Funes Velasco", ambas en la línea de aquella "Elegía" de Miguel Hernández que musicalizara Serrat, dedicadas al amigo fallecido. Sea en versiones trovadorescas o con todos los instrumentos, trascienden y llegan hasta ese ideal artístico tan largamente perseguido, como es la universalidad. Por supuesto que al conocer con mayor amplitud las historias que las engendraron se complementa el disfrute artístico; sin embargo, sin despreciar el contexto, creo que se bastan por sí solas para hacernos sentir un poquito amigos de aquel Rutilio histórico de hace más de tres décadas, o de este otro Alejandro más reciente pero igualmente trágico.
Reforzando aquella discusión de los más y los menos de nuestra nacionalidad, uno este disco a los audiovisuales "Cinema Libertad" y "Cuentos de Cipotes"... ¡que ya tenía años de no ponerme a escuchar canciones una y otra y otra vez!
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