Hay una franja de mi infancia alrededor de los diez años de edad que recuerdo con particular agrado. Tiene que ver con tardes pasadas en la biblioteca del colegio leyendo las historietas de Tintin, que a veces podía prestar para llevar a casa y en otras ocasiones encontraba en la revista argentina "Billiken". Ver la película de "Las aventuras de Tintin" ha tenido ese significado sentimental y, de paso, es una confirmación más de lo obvio: que cualquier efecto especial o tecnología 3D nada sería si no contara, como en este caso, con una historia ingeniosa, lo que en aquella época con muchos de mis coetáneos percibíamos como un libreto inteligente en el género de aventuras. Así pues, por el nexo sentimental que me une a los personajes en la memoria, en este tema no puedo ser objetivo... ¡y qué bien que así sea!
domingo, 1 de enero de 2012
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