domingo, 4 de octubre de 2015

Cinco mitos futboleros de la prensa guanaca

Mito.
4. m. Persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen.

Con sus más y sus menos, sin descartar acaso alguna notable excepción, la prensa deportiva salvadoreña nos acomete una y otra vez con conceptos repetidos cíclicamente, que poco o nada tienen de sustento real. Forman parte de un discurso estándar aprendido y recitado por años, que se transmite de generación a generación porque la prensa vieja forma y moldea a la prensa nueva, aunque estos últimos lleguen muy bien titulados. Helos aquí.

- La noble afición

Este sintagma con su elegante epíteto nunca falta en radio, prensa y televisión. Nos quieren pintar el falso cuadro de un pueblo abnegado que sacrifica todo por su equipo. No nos cuentan los constantes insultos, el indomable acoso, el lanzamiento de líquidos semifecales, las lluvias de objetos casi contundentes, las invasiones a la cancha para penquear jugadores, etc.

- El toque fino

Que periodistas veteranos sigan con el cuento que lo propio del futbolista salvadoreño es la habilidad, el toque fino y a ras de piso, la picardía, etc., vaya y pase; pero que lo digan, escriban y repitan jóvenes recién graduados de prestigiosas universidades, ya es sintomático. Aquí, por la falta de adecuada fundamentación, prima el pelotazo y el patadón, la tarascada y el juego subterráneo. Cuenten cuántos pases buenos seguidos dan los equipos de la LMF y se darán cuenta.

- El indio cuscatleco

En tiempos de eliminatorias mundialistas, a falta de argumentos futbolísticos, siempre invocan a que debe aflorar el indio cuscatleco por aquí y por allá. Esto es contradictorio, pues reconoce implícitamente que no hay habilidad ni toque fino, sino la pura garra, el jugar con huevos, al límite de la constante extenuación, emulando las batallas -siempre perdidas pero literariamente enaltecidas- de aquellos indios pipiles que le pegaron un lanzazo en la pierna al conquistador español y los tuvieron en jaque no sé en qué tiempos casi imaginados. Claro: a la hora de los pencazos, el tal indio siempre acaba vapuleado.

- La rivalidad con México

Esa “enemistad producida por emulación o competencia muy vivas” sólo existe aquí en la Guanaxia Irredenta. No es recíproca. Los mexicanos quieren medirse y ser rivales con selecciones de gran envergadura. Su pleito en la zona de Concacaf es con los Estados Unidos. Nosotros somos, si acaso, un lugar ínfimo e incómodo donde hay que jugar de visita cada cierto tiempo, y donde pueden perder también cada tanto, al igual que en toda Centroamérica y el Caribe. No estamos en su liga, no somos el rival a vencer, no le damos sentido a su eliminatoria. A lo sumo, somos buenos golilleros.

- El pasado glorioso de los dos mundiales

El Salvador clasificó al Mundial 1970 porque México era local y tenía plaza fija. Con 7 goles recibidos sin anotar ninguno, fuimos, estuvimos y volvimos con un poco más de pena que de gloria. Luego, doce años después, volvimos a clasificar -casi de carambola- para ir a hacer el mayor ridículo mundialista en España 82. Pero esos dos eventos aún son descritos como “heroicas gestas deportivas” y a ellas se remite el imaginario colectivo, liderado por la prensa, para creer en un pasado grandioso. Hasta un documental hicieron.

Y mientras tanto, seguimos esperando que de la nada surja otro Mágico González que nos saque de la desgracia.

Ese es el mayor mito de todos.

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