jueves, 8 de octubre de 2015

23 palabras para vidrios

Según creo, los temas preferidos por el periódico digital El Faro suelen causar depresión en el lector/a. Personalmente, no me gusta el estilo literario (como de novela vanguardista) de redactar noticias que usan. Además, percibo a los periodistas de ese medio como rockstars y algunos un tanto pedantes.

Lo anterior lo antepuse al enlace de la campaña que han lanzado a la ciudadanía, para pedir dinero. El post quedó así y fue compartido por un par de personas más:

¿Quiere financiar la producción de noticias depresivas redactadas como novelas vanguardistas por periodistas "rockstars" (y dos que tres pedantes)? ¡Esta es su oportunidad!
https://youtu.be/h7HbWb2fW_M

Fuera de eso, seguramente tienen sus virtudes, pero una evaluación exhaustiva (o un FODA) no lucen bien y antes arruinan un comentario socarrón.

Likes aparte, me llamaron la atención los graves cargos que un par de personas ligadas a dicho medio me espetaron, cosas de este calibre:

  • Que yo irrespeto su trabajo (el cual, entiendo, es cosa sagrada, exenta de crítica so pena de excomunión).
  • Que mi discurso de generalización es de las peores falacias (un discurso de 23 palabras, académicamente hablando).
  • Que yo las decepciono porque me expreso así, siendo una persona educada (o sea: aplaudir su modo de hacer las cosas sería la consecuencia natural de tener un título).
  • Que yo vivo en Suiza o Disneylandia (Vaya, pero ¿por qué no en Holanda o en el Cirque du Soleil?).
  • Que no me importan las tragedias cotidianas “que nadie quiere contar” (y alguien contó una para ilustrar).
  • Que no hago nada por mi país (a diferencia de ellas, obvio).
  • Que todo va a tener sentido “cuando El Salvador tenga más personas felices que personas sufriendo el discurso de Rafael Francisco Góchez” ("Sic" y signo admiración. Aparte: quizá una coma en el lugar oportuno evitaría esta interpretación, pero hay que respetar el original, porque después se enojan.).

Se diría que las he ofendido en lo más profundo de su dignidad profesional y humana.

Mi abuelita llamaba a esas personas "vidrios", por su delicadeza. Nosotros -de jóvenes setenteros, ignorantes y espontáneos- en situaciones como esta solíamos decir irónicamente: "¡Perdón, flor, si te rocé los pétalos!", pero en estos tiempos de violencias verbales y susceptibilidades extremas es mejor ser cauto con dicha expresión, porque capaz que aparecen otros temas subyacentes, suficiente descrédito autoinfligido.

Ya sin sorna, no sé si sonreír, apenarme o entristecerme por semejante overreaction, ante un comentario de desacuerdo.

Ah, por cierto: entre toda esa maraña de victimismo, dimes y diretes, también fui sicoanalizado... ¡de gratis!