Hace unos días estuvimos en Ciudad de Guatemala con un grupo de trece jóvenes (diez artistas escénicos y tres músicos), en la segunda edición del encuentro artístico de colegios jesuitas centroamericanos Tejiendo Redes Ignacianas. Al frente del grupo fuimos el infrascrito y dos colegas.
Uno se alegra de ver el entusiasmo estudiantil por las artes (y obviamente por el viaje y las atenciones recibidas), pero más allá de la algarabía circunstancial, creo importante destacar la labor creativa realizada, pues los entremeses teatrales y minimonólogos fueron elaboraciones originales de los propios alumnos y alumnas, quienes lograron conectar con el público. Los músicos también tuvieron su cuota de mérito al interpretar un par de canciones de Balada Poética.
Apartando la tentación de colgarse medallas, lo cierto es que uno como maestro (sea yo, aquel u otro/a) lo que hace es acompañar la preparación, poner a disposición su experiencia y recomendar esto o lo otro… pero a la hora de la verdad todo queda en manos del discípulo/a, siendo suyos sus merecimientos.