Año con año, cada Día de la Madre son sacadas del baúl telarañoso de los recuerdos ciertas canciones tradicionales dedicadas a la figura materna, con sabor vernáculo, textura de discos de vinilo y olor a moho de fotos en blanco y negro.
Ejemplos típicos son “A ti, madrecita”, de Julio Jaramillo, y “Cariño verdad”, de Los Churumbeles, escritas (como casi todas) por varones a mediados del siglo XX.
Pareciera como si, por implacable mandato del subconsciente, estas y otras piezas igualmente famosas debieran cumplir con estos requisitos:
- Música en tono triste, melancólico y lastimero.
- Énfasis en el arrepentimiento por todo el dolor causado a la progenitora, ya que el protagonista ha sido un mal hijo: "madrecita querida, ¡cuánto te hice sufrir...!"
- Nostalgia por volver a la infancia idealizada (p. ej.: "Lady Laura", de Roberto Carlos): "tengo a veces deseos de ser nuevamente un chiquillo, y en la hora que estoy afligido volverte a oír..".
- Bipolaridad respecto a la figura femenina: por una parte, el amor idílico a la mujer que le dio la vida; por otra, resentimiento, desprecio y hasta odio hacia esa mala mujer (novia o esposa) por cuya causa abandonó a la doña: "y maldigo hasta la hora en que yo la abandoné..." ¿Complejo de Edipo no superado…?
- Reconciliación tardía con la mentada madre, porque ella ya ha muerto o está en las últimas.
¿Qué tipo de homenaje es este, señores?
Más allá de lo que puedan gustar o no esas melodías, ¿acaso no hay una canción famosa que exprese una relación madura, sana y actual con la propia madre?