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Como es lo usual, el argumento se construye a partir de la existencia de dos mundos: el humano convencional y ese otro reino de princesas y brujas, con una estrella de por medio. Todo es predecible a partir de las pistas que da el guión (tal vez sólo en una ocasión reiterativo), pero es precisamente ese factor el que facilita la diversión, la sonrisa oportuna y la tranquilidad suficiente como para ir comentando con uno mismo en el pensamiento sobre la marcha (¡qué distancia de esta bonita película con respecto a aquel tormentoso ciclo repetitivo y desesperante "persecución-pelea-pausa" de la insufrible saga de "Lord of the rings").
Aun cuando no es novedosa, es notablemente apropiada la frescura, inocencia y brillantez (literal) que proyecta la imagen de Claire Danes. Puntos sobresalientes son la seductora maldad de bruja que impone Michelle Pfeiffer, como en otros papeles anteriroes, y el extravagante papel de Robert De Niro, que alcanza su apoteosis en la escena dentro de su vestidor. La existencia en el argumento básico de una relación sexual casual y otra prematrimonial, ambas justificadas a partir del amor como sentimiento espontáneo y verdadero, no dejan de resultar inusuales en una historia así, generalmente construida a partir de los valores tradicionales. Incluso podrían extraerse frases y situaciones propicias para el análisis y el aprendizaje sobre el enigma del amor y los códigos de los amantes.
Pero basta ya. Si alguien quiere una buena recomendación cinematográfica, héla aquí y que vaya a verla.
2 comentarios:
Por fin vista. Gustó.
Es un cuento de hadas, y todos los cuentos de hadas gustan.
¡Me encantó esta película!
Se convirtión en mi favorita.
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