Ésta sí es literatura de verdad y al modo que me gusta: hallo originalidad aún en lo genérico, fuerza argumental aún en lo previsto, personajes enigmáticos aún en lo etiquetado y, sobre todo, muchas ganas de seguir leyendo, sin que el impulso tenga que ver con la cortés obligatoriedad que a veces la camaradería o el obsequio imponen. No entraré en los líos de clasificaciones y análisis, que ya con demasiados debe contar este librito de hace casi cuarenta años: “Los dominios del lobo”, de Javier Marías, gentil obsequio del colega escritor Walter Iraheta Nerio. Me quedo con mi experiencia como lector agradado y agradecido con la capacidad del autor para contar ese puño de historias de aquel ambiente gangsteril de los años treinta que tanto nos entretiene, quién sabe si por presentarnos esa parte simple, elemental, desalmada y perversa de nosotros mismos, a la cual tememos y, no obstante, ante su guiño pareciéramos quedar fascinados.
* * *
Posdata: me quedan, no osbtante, un par de sensaciones desagradables mientras leía este libro: la primera, la impresión de artesanía plana, aunque rentable, que me dejó otro libro que estuve leyendo de modo paralelo, aludido veladamente en la entrada precedente de este mi "blog"; la segunda, la certeza del principio de identidad del escritor de cualquier género y edad, "el que es, es", porque como este tipo escribió así de bien a los dieciocho años, es un puñetazo en la mesa y, por lo tanto, todo aquel a quien se refieran como "promesa" o se diga de su obra que está "en ciernes", "en progreso", "en desarrollo" o deba "madurar hasta alcanzar el pleno desarrollo de sus potencialidades", mejor haría en dedicarse a otra cosa distinta que soportar los eufemismos de quienes no tienen el valor o la crueldad de... ¡recomendarle otro oficio!
domingo, 17 de agosto de 2008
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