Conversando sobre tiempos de antes y de ahora, conocí anécdotas sobre señores bien “gallitos” que se jactaban de haber pegado no sé cuántos hijos e hijas por aquí y por allá, con y sin apellidos. Meditando sobre aquella inveterada costumbre, emergió ese retrato verbal de Oswaldo Escobar Velado, “Patria exacta”, célebre y amargo poema escrito a mediados del siglo pasado, de donde brota este puñetazo hiperbólico:
Esta es mi patria:
un montón de hombres,
millones de hombres...
¡un panal de hombres que no saben siquiera
de dónde viene el semen de sus vidas
inmensamente amargas!
La estrofita bien calza con aquello de “los guanacos hijos de gran puta”, que universalizó Dalton, aunque tal exclamación también reproduce el círculo vicioso machista, pues acaba condenando implícitamente a la mujer, “por dejarse”.
Como en este debate don Alberto Masferrer ya se ocupó de reivindicar a los hijos “ilegítimos” y trasladar tal adjetivo a ese tipo de padres, sólo tendríamos que acuñar un neo-insulto para endilgárselos y que les produjera un ardor infinito. Y en cuanto al inmerecido título de “padres”, cerremos con esta voz popular, en octosílabos y rima consonante, para celebrar que en algo han cambiado los tiempos:
Padre no es aquel que engendra,
padre no es aquel que cría:
padre es aquel a quien topan...
¡en la Procuraduría!
jueves, 28 de agosto de 2008
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